Recordando una gesta y dos mambises.
Leoncio Vidal Caro y Ramón
Brito
En marzo del 2008, El Santaclareño, un suplemento del
periódico provincial Vanguardia, publicó en su segunda página, una entrevista
del periodista Narciso Fernández Ramírez a Joaquín Oliva Oliva, sobrino de
Ramón Brito, que fuera edecán del coronel Leoncio Vidal Caro.
Si la memoria no me traiciona, creo que desde que
tengo uso de razón, era la primera vez que el Cabo Ramón Brito aparecía como
personaje histórico en toda su dimensión, en un periódico de la ciudad. Tanto
los más viejos como los más jóvenes de la familia Oliva, nos hemos preguntado
con regularidad por qué se olvida al cabo Brito cuando se menciona el asalto
mambí de marzo de 1896 a Santa Clara, el cual fue una de las hazañas de la
segunda guerra de independencia durante la invasión mambisa hacia el Occidente
de la Isla.
La naciente República, en manos de patriotas de
machete y coraje, no cejó en recordar a aquellas mujeres y hombres que
escribieron con sus vidas nuestra historia patria.
Para honrar la memoria de Leoncio Vidal, la Plaza del
Recreo fue rebautizada como Parque, con el nombre del patriota, en 1899.
Ocho años después del asalto a Santa Clara por las
tropas mambisas, las autoridades de la ciudad, con el empeño de sus ciudadanos,
tomaron en cuenta nuevamente la trágica noche del 23 de marzo de 1896. A
iniciativa de la sociedad “El Liceo”, fue colocada una estela en el lugar donde
cayera mortalmente herido Vidal y Caro, al fondo de la Parroquial Mayor. La
estela de 1904 no menciona a su ayudante, Ramón Brito.
Demolida la iglesia parroquial en 1923, y reorganizado
el parque como un proyecto republicano en 1925, la municipalidad obró para
emplazar en 1929, un busto de Leoncio Vidal. El busto fue colocado junto a la estela.
Evidentemente, el nombre de Ramón Brito no hacía nada inscrito en dicho
monumento.
Un año más tarde, el 20 de mayo de 1930, por
iniciativa del 1er Teniente del Ejército
Nacional, José R. Prado Sánchez, Delegado de la Secretaría de Gobernación, fue emplazado
un monumento conmemorativo en el que finalmente, además de rendir tributo a
Leoncio Vidal, también lo hace a su edecán, el cabo Ramón Brito. Este monumento
originalmente se componía de un basamento al que estaba adosada la tarja, y que
sostenía la columna de una antigua lámpara de la plaza.
En la tarja en mármol blanco puede leerse:
Este glorioso trofeo atravesado por una bala
Recuerda eternamente la heroica hazaña
Realizada por el coronel Leoncio Vidal Caro
Y su fiel ordenanza Ramón Brito en la madrugada
Del 23 de marzo de 1896 al asaltar la Plaza
Militar
De Santa Clara donde ofrendaron sus vidas
En holocausto de la Patria.
Santa Clara mayo 20 de 1930
Además del parque, la calle Gloria que nace justo
detrás de donde la parroquial tenía su fondo y colindaba con el Café La Diana,
fue rebautizada como calle Leoncio Vidal, y aunque la señalética lo confirma,
la calle sigue siendo nombrada con su nombre primitivo, Gloria. No pienso que
sea por desamor u olvido de la historia, sino por la cercanía con el parque que
también lleva su nombre.
Menos conocida es la calle que nombró el municipio
como Cabo Ramón Brito, justo Cabo Brito para los que viven en sus alrededores o
que la caminan para adentrarse en el barrio La Vigía.
112 años más tarde se hizo justicia a una figura de la
historia de Santa Clara. ©cAc-2020
Aquí reproduzco la dicha entrevista, doce años después
y reemplazo las fotos que publica el suplemento por fotos de mi autoría.
El cabo Brito: un ilustre desconocido por Narciso Fernández
Ramírez.
El 23 de marzo de 1896 se produjo el asalto del
coronel Leoncio Vidal Caro a Santa Clara, hecho trascendente en las gestas
libertarias de nuestra ciudad. Acción arriesgada que tuvo un fatal desenlace
con la muerte en combate de Vidal Caro y de su ayudante, el cabo Ramón Brito.
La historia recoge cómo el Guapetón de Leoncio –así gustaba llamarlo el propio
general Gómez, quien ordenara la acción de armas- cayó acribillado esa
madrugada al intentar rescatar a su querido subalterno, quien minutos antes
había sucumbido en un extremo de la sitiada Plaza de Armas.
De Leoncio Vidal Caro se conoce lo suficiente, desde
su nacimiento en Corralillo hasta su patriótico desempeño en la localidad de
Camajuaní, donde se radicó con su familia. Pero no sucede igual con su
ayudante, el cabo Ramón Brito: ¿Quién era este combatiente mambí? ¿Dónde nació?
¿Quiénes fueron sus padres? ¿Dejó descendencia?
El Santaclareño se dio a la tarea de indagar sobre este
humilde soldado de la Patria, para lo cual contó con la ayuda de gente amante
de la historia, en particular de Antonio Florit, y la inestimable consulta de
estudiosos y especialistas de la materia.
Así encontramos a un descendiente directo del cabo
Brito. Un sobrino suyo, nombrado Joaquín Oliva Oliva, quien aportó algunos
datos que nos acercan a este mambí. Oliva tiene en la actualidad 92 años.
Santaclareño de pura cepa, nació el 15 de febrero de 1916 en la calle Colón,
entre Central y Serafín Sánchez, y es hijo de un medio hermano del cabo Brito
por parte de madre. Hombre de excelente memoria, Joaquín sacó a relucir datos
totalmente desconocidos del árbol genealógico del cercano familiar:
“Sus padres se llamaban Francisco Brito y Caridad
Pérez, quien fuera mi abuela paterna, y debió nacer, sin que yo tenga
confirmación, por la zona de Camajuaní, en la década de los años 60 del siglo
XIX.
“Tuvo el cabo Ramón Brito Pérez tres hermanos carnales:
Agustín, Dámasa y Dionisia. El varón, según recuerdos míos de muchacho, vivía,
allá por el año 1927, en la calle Toscano, esquina a Rodrigo, aquí en Santa
Clara. Mientras Dámasa, quien fuera además mi madrina de bautismo, se radicó en
Fomento, y su otra hermana, Dionisia, en Cabaiguán.
“Del segundo matrimonio de su mamá, mi abuela Caridad
Pérez, él tuvo dos medios hermanos a quienes no conoció: mi tio José Oliva
Pérez y Joaquín Oliva Pérez, mi padre.
“Pocas veces escuché a mi abuela hablar del hijo muerto
en el asalto a Santa Clara, y sí relatos de cómo los mambises habían entrado
por la calle Tristá y que el coronel Leoncio Vidal había caído cuando intentaba
sacar de bajo las balas enemigas el cuerpo sin vida de mi tío, creo que por el
llamado Callejón de las Flores.
“No existe en mi familia ninguna foto de mi tío ni
recuerdo haberla visto alguna vez. Tampoco otros indicios que puedan aportar
más datos acerca de su vida. No obstante, siempre se habló con veneración y
respeto de él…”