Logia “Progreso” – Alfredo Barrero
En el último año del siglo XIX, fue fundada la logia
masónica Progreso. Aunque fue la primera logia fundada en Santa Clara, recién
obtenida la independencia en 1898, algunos de sus fundadores[1] habían sido miembros de otras fraternidades ya
desaparecidas, entre las cuales estaban las logias « Armonía » y
« Evolución ». Como otras hermandades cubanas, fue cantera de hombres
perseverantes, cuya idea de la fraternidad y de la democracia social se ha
impuesto como más alta virtud. La Logia cumple en este febrero del 2019, 120
años. La logia santaclareña hace parte de la Gran Logia de Cuba.
Desde su creación, la Logia ha sido virtuosa en la noble
tarea de la fraternidad, no solo como contribuyente por causas nobles de la
ciudad, sino también en el sostenimiento de obras en otras ciudades de la Isla,
y fuera del territorio nacional. Y cuando nos referimos a obras, el alcance es
humano, altruista, de ayuda, de sostén, de socorro.
Si bien me satisface escribir estas líneas como homenaje
a los 120 años de la Logia, no pretendo perderme en los meandros de una
fraternidad de la que poco conozco. No puedo hacer otra cosa que mirar el
templo desde la calle, escudriñarlo como urbanista e historiador, y agradecer a
quien un día me abrió su puerta y me explicó con sabiduría esa fuerza que sus
miembros, -hombres eslabones de una cadena forjada por la fraternidad, son
capaces de moldear con modestia y discreción.
El frente de la Logia « Progreso » da por
Zayas, y según la señalética, es el N° 110 de la calle. El edificio está
protegido por un cercado que imbrica las dos columnas altas del pórtico a las diecisiete
columnas que rodean al templo, y entre estas un vallado de rejas en hierro
forjado, de factura austera.
Dos columnas corintias de fuste liso, montadas sobre
sendos pedestales realzan la primera puerta a cruzar, puerta-verja coronada por
una herrería con detalles alusivos a la masonería y en perfecta armonía con el
frontispicio del templo sobre el que se inscriben el símbolo de la virtud y el
símbolo de los límites con los que debe mantenerse cualquier masón respecto a
los demás: la escuadra y el compás. Sobre el capitel de cada columna sendos
globos, uno, el globo terráqueo, el otro, la esfera celeste. Adosada a cada
columna, una lámpara de aplique como alumbrado exterior. Una entrada nos lleva al alto soportal del templo,
sostenido ésta vez por el mismo estilo de columnas pero de fuste acanalado, y
apoyada sobre las dos columnas centrales, la placa de granito gris sobre la que
se inscribe en letras negras LOGIA PROGRESO.
La segunda puerta, que da acceso al interior del templo,
sobria pero de elegante factura, lleva en su parte superior, un trabajo de
carpintería y vidrio, que además de su doble simetría, lleva a pensar a dos
soles con sus rayos. A cada lado de la puerta, dos placas, una que señala el
ala femenina “Hijas de la Acacia” y la otra, colocada el 13 de noviembre de
1949, recuerda a la Asociación Jóvenes Esperanza Fraternidad de la Logia Marta,
fundada en 1936.
Otras seis puertas-ventanas, con baranda de hierro
simulando un simple balconcillo, hacen parte de los muros del inmueble
principal. Al fondo, por el lado izquierdo, existe una dependencia del templo,
con una puerta de acceso y dos ventanas.
Para los pasantes, el espacio exterior de la Logia, es,
si nos evadimos del ruido callejero, un abra de paz, un jardín muy verde y
colorido o menos verde y menos colorido según sea la estación, cuidado con
esmero, donde se levantan esculpidas en piedra, la memoria y el homenaje.
Cuando se entra al recinto, a cada lado fue concebido un
espacio de descanso, que podría interpretarse como de meditación, si tenemos en
cuenta que ambos espacios fueron concebidos con canteros y bancos. En el ala
derecha del jardín, el mismo cantero redondo y cuatro bancos con respaldo. En
medio del cantero, un pedestal sobre el que reposa un busto de José Martí
colocado sobre dos libros. Inscrito en el pedestal, “Al Honorable Martí, la
Logia Progreso, 1944”. Martí y la inscripción, son visibles al pasante, por
haber sido situado el monumento en armoniosa simetría entre las dos columnas
que forman el ángulo en la esquina que hacen las dos calles.
En el ala izquierda del jardín, además de la profusión de
plantas donde sobresalen una areca, una caña santa, crotos, mariposas, hibiscos
y sansevierias, sobre un cantero redondo rodeado de cuatro bancos sin respaldo,
fue erigido un modesto obelisco de granito, colocado en octubre de 1956, oda a
la libertad, la igualdad y a la fraternidad, que recuerda la declaración
referente a la masonería cubana, expresada en el primer congreso nacional de
historia y hecha suya por el Ayuntamiento de Santa Clara en sesión del 14 de
febrero de 1948.
El lateral de la Logia por la calle de San Cristóbal, es
una suave cuesta, y al final del cercado, una puerta da acceso a una escalera
que lleva a otra dependencia de la Logia y que otrora alojara la escuela
“Progreso”, abierta al fundarse la fraternidad. El edificio, también cercado,
por una valla alta de mampostería y reja de hierro, queda elevado con respecto
al nivel de la calle, está rodeado de un portal en escuadra, con tres grandes
arcadas laterales y una arcada frontal sobre la cual puede leerse aún ESCUELA
PROGRESO. La escuela Progreso dejó de pertenecer a la logia cuando la enseñanza
fue nacionalizada después de 1959, y desde 1992 se convirtió en la sede de la
antena provincial de la Asociación Canaria de Cuba “Leonor Pérez Cabrera”. Siempre me he preguntado, por qué la Asociación Canaria,
que tiene otros medios de financiamiento no construyó su sede en otro lugar, o
negoció su instalación en algún otro edificio semi-abandonado de la ciudad que
mereciera rescate y conservación. Pertenece actualmente el local de la escuela,
a la institución masónica? Estudioso de la propiedad urbana, yo espero que la
institución masónica, por derecho, recupere en algún momento la dicha
dependencia. Falta de recursos, el inmueble de la Logia (me refiero a lo que se
puede observar desde la calle) se deteriora cada día más, y es notable la
diferencia con el local de la escuela que les perteneció.
Las calles Juan Bruno Zayas y Eduardo Machado (San
Cristóbal) forman una esquina hermosa de la ciudad, y por mucha prisa que se
lleve, la prisa no nos impide mirar el edificio, sus dos palmas, sus
buganvilias matizadas. Con menos prisa, el pasante descubrirá, -y siempre
descubrirá algo-, jardín, monumentos y columnas. Y descubrirá igualmente una
colonia de gatos, que una vez arrojados en sus jardines por dueños
inescrupulosos (o dueños simplemente de gatas no esterilizadas), viven a la
buena de Dios, alimentados por benévolas manos de vecinas que cada tarde-noche
les llevan sobras y comidas para su manutención. Descubrirá también el
deterioro, la falta de mantenimiento, que evidentemente requiere de un
presupuesto importante, y como en otros sitios de la ciudad, la falta de
civismo de los ciudadanos, vecinos y menos vecinos, que botan escombros,
basuras y desechos en la misma esquina donde se cruzan las dos calles, y junto
al poste de electricidad frente a la cerca por la calle Zayas. Reflexionen,
autoridades a quienes compiten la salvaguarda del patrimonio; vecinos que tienen
el privilegio de convivir al lado de una institución que sobrepasa la centuria.
No puede olvidarse este edificio santaclareño, -para cuya construcción Marta
Abreu hizo un aporte monetario, y que también es patrimonio cultural e
histórico de la ciudad. ©cAc-2019
Esta crónica, reactualizada, sobre la Logia Progreso, fue
publicada anteriormente, en agosto del 2009, en el aniversario 110 de su
fundación. cAc-2019.
[1] Los fundadores de la Logia Progreso
fueron : José M Doporto, Vicente Espinosa, Rafael Godoy, Fernando Grosso,
Manuel Malló, Carlos Pegudo, Santiago Quintero, Ramón Santos y Juan Evangelista
Valdés, que fuera el primer venerable maestro de la Logia (de febrero 1899 al
30 de julio de 1900).