…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
sábado, 12 de septiembre de 2009
Museo de Artes Decorativas
El solar que ocupa la casona colonial que abriga el Museo de Artes Decorativas, fue de los primeros en mercedarse en la recién fundada villa, en la última década del XVIII. Justo frente a la acabada de trazar Plaza de Armas, y haciendo esquina con una de las más antiguas calles de la villa, que entonces tuvo como primer nombre, la calle de los Huesitos.
Los elementos arquitectónicos originales de la vivienda le imprimen no solamente valor patrimonial, sino cierta pureza en el estilo, y un encanto particular que permite evocar los ambientes que fueron, con la modernidad, integrándose a la casona. Hacia 1820, la familia que la ocupaba emprendió grandes trabajos de rehabilitación, incluyendo la armonización de los portales de los inmuebles vecinos. La casa fue propiedad durante muchos años de la familia Carta, siendo Clarita Carta, la última de la saga en habitarla. Las leyes vigentes en materia de propiedad, y el interés de las autoridades en recuperar el valioso sitio, hicieron que por razones de interés público, la casa pasara a propiedad del Estado, y en su representación, la dirección de cultura de la ciudad. Corrían los agitados años de la octava década del siglo XX, cuando se acometieron los trabajos de restauración de la casa que se convertiría en exponente de la vida familiar cubana desde los tiempos coloniales, a través de la óptica mobiliaria y artística. Deambulando por sus salas, penetra uno en ese periodo de la historia cargado de la influencia colonial española y recreada con la identidad criolla que luchaba por su emancipación. Igualmente, piezas y muebles, nos trazarán el camino por la etapa republicana. Elegantes abanicos, tapicería, esculturas, pinturas, elementos del vestuario y pasamanería, fastuosas lámparas, muebles religiosos del XVIII, poltronas, comadritas, muebles de perilla, tinajeros, vajillas, todo proveniente del patrimonio familiar villaclareño, se expone en las salas del museo, que siguiendo la tradición barroca de las familias rancias y menos rancias, acumulaban en sus aposentos todo aquello que a la vista de los otros probara una marca de riqueza.
De las colecciones del museo, no puedo otra cosa hacer que incitarlos a que atraviesen el umbral de la casona frente al parque, pues no está permitido hacer fotos. No obstante, no faltarán imágenes que nos puedan acercar al patrimonio urbano de la ciudad de Marta.
No conocía esa casona. Ahora sí. Gracias, amigo.
ResponderEliminarEl comentario anterior es mío (Abel German). Pensé que saldría mi nombre de modo automático. Lo siento.
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