El “parquecito” situado en una de las esquinas donde se cruzan las calles Plácido y Martí fue rehabilitado comenzando el siglo XXI. Las imágenes agregadas a esta crónica urbana datan del 2009, y me siento ignorante al no poder datar desde cuando existe este espacio público santaclareño. Sin embargo, supongo que puede haber nacido mucho antes de que las esquinas edificadas de la ciudad (viviendas, bodegas y otros comercios) comenzaran a desplomarse y en su lugar aparecieran los estrechos espacios públicos popularmente conocidos como “parquecitos”. Éste al que nos referimos hoy, simboliza un lugar de aprovisionamiento de agua para los vecinos del barrio, y para otros, no tan vecinos, pero con carencias del precioso líquido. El pozo artesiano con bomba manual es la razón de ser de esta esquina, estrecha por el lado que da a Martí y alargada por Plácido hasta chocar al fondo con la pared de una vivienda (nótese que en esta pared hay dos contadores eléctricos que supongo pertenezcan a las viviendas contiguas, y me pregunto, por qué situarlos fuera de las mismas, en el área con carácter público?). El muro amarillo es la tapia del pasillo exterior de la vivienda que abre por Martí. Antes de la remodelación, el piso estaba cementado y agrietado. Existían los canteros y dos majaguas remarcables perennemente verdes. A pesar de la inmediatez de la fuente de agua, la jardinería es pobre. En época de florecimiento, las flores de los árboles colorean el ambiente, se secan, caen y dejan su huella en toda el área. La flor de la majagua es conocida por sus efectos medicinales, en caso de bronquitis y toses osunas, razón por la que muchas veces fui a recoger hojas al pedido de una tía. La rehabilitación del parquecito dio un toque urbano a la esquina, en la que fueron instaladas tres o cuatro farolas y dos esculturas. Las dos piezas –supongo que obras de un artista local- según la explicación de un vecino, son un homenaje a quienes sufrieron la dureza de la esclavitud en la época colonial. Observando la escultura en la que aparece una rondana (evidentemente, la rondana nos lleva a pensar en un pozo!), me atrevo a escribir que algo tienen que ver con la riqueza acuífera de la esquina, en la que los acatarrados pueden servirse de las flores como remedio y los cansados descansar sentados en los renovados bordes de las jardineras a la sombra fresca de las majaguas. ©cAc-2012
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