viernes, 18 de mayo de 2018

Escudriñando el edificio… Palacio de Justicia de SC (I)


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Imposible escudriñar el Palacio queriendo ofrecer el esplendor de antaño, el tiempo ha pasado…, imposible escudriñar hoy el Palacio queriendo mostrar esas viejas piedras salpicadas de historia, el acceso es difícil…, pero es posible imaginar, escudriñar viejas y nuevas imágenes, y ante la imposibilidad de entrar y poder apretar el obturador, -para como otros hicieron en diferentes momentos-, hacer grande y accesible la memoria histórica, me recuesto en la fuente, doy la espalda al monumento e intento acompañarme de ustedes, en la visita imaginaria al Palacio de Justicia.
Santa Clara duerme la siesta de un jueves azulado. Cruzo la calle, me detengo sobre el separador entre la calle y la calle anexa de parqueo temporal, miro la imponente fachada y el frontispicio soportado por las seis columnas que dejan ver las tres grandes puertas en arco que dan acceso al edificio y las tres ventanas del nivel intermedio. Subo los quince escalones que me llevan al soportal, y antes de entrar, volteo para desde allí mirar la perspectiva que ofrece el monumento y del otro lado de la carretera, la que fuera Cárcel Provincial. Molduras y relieves ornan la fachada, columnas decorativas adosadas y sendas lámparas en bronce flanqueando la puerta principal, que como las otras dos puertas, destacan sus arcos superiores, joya de la carpintería, la herrería y el vidrio, donde el escudo de la nación trona en el medio.

Al traspasar el umbral, se llega a un hall enorme con gruesas columnas estructurales, y cuya luz permite apreciar el comienzo de la escalera en mármol, protegida por una baranda de elegante obraje.
La escalera se divide en dos alas que llevan a la primera planta. Desde el entrepaño y hasta el siguiente nivel, se aprecian dos vitrales, que junto al de la claraboya, permiten luz y protección a la caja de escalera. Los tres vitrales, son obra del artista italiano Gino Ciolli, dos con detalles alegóricos a la justicia, y en el tercero se centra el escudo de la ciudad. En el nivel superior, aparece un segundo vestíbulo arropado por seis columnas, dos de las cuales flanquean el comienzo de una escalera en mármol, también protegida por una baranda cuyo pasamanos, como el de la baranda anterior, es de roble.  Nótese que el edificio contempla un patio interior, viva herencia del usual y agradable patio colonial, que no desentona con la vocación administrativa del inmueble. La escalera principal desemboca en un pasillo ancho también bautizado por la luz natural del patio interior, y que da acceso a diferentes salas y oficinas. 

Este nivel es de menor puntal y en él se suceden columnas estructurales que permiten atenuar la luz que llega por los ventanales que dan al patio y otorgan cierta discreción juiciosa. La elección de los pisos y los materiales imprimen solemnidad en el ajetrear de la justicia. La carpintería y la herrería fueron cuidadosamente diseñadas y trabajadas. Impecable mobiliario elaborado por sagrados carpinteros ebanistas. Lámparas y apliques luminarios en bronce dan un toque de luz compartido entre sobriedad y elegancia, esa luz que intenta llegar, llega o no llega, en el momento de hacer justicia. ©cAc-2018

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