jueves, 27 de noviembre de 2008

Ermita de la Candelaria (1724 – 1883)


Ermita de la Candelaria (1724 – 1883)[1]
Gloriosa Santa Clara fue fundada en los finales del siglo XVII, exactamente en 1689. Escribe Manuel Dionisio González en su Memoria Histórica[2] que la ermita ya existía en 1696, y en esta fecha, Juan de Conyedo era un niño huérfano de madre, de apenas nueve años, y su padre, cumpliendo una promesa, vivía retirado en la Ermita de Regla, en La Habana. La ermita de la Candelaria en ese final de siglo estaba situada en el cuartón noroeste de la plaza, era un caserón de madera y paja, como todas las casas que circundaban la primitiva plaza Mayor. Juan de Conyedo estudiaba el sacerdocio en La Habana, y regresa a Santa Clara en 1712. En 1718 fue nombrado cura rector de la también primitiva iglesia parroquial. Ese mismo año, el Padre Juan de Conyedo decide reconstruir y levantar de mampostería y tejas la ermita Nuestra Señora de la Candelaria. Seis años duraron las obras y en 1724 fue terminada la nueva ermita.
Los maestros de obra que ejecutaron la ermita fueron los mismos que construyeron más tarde la Iglesia Parroquial Mayor. La ermita se componía de una sola nave que tenía aproximadamente 16m de largo, 8m de ancho y la altura de su techo era de seis metros. Nunca tuvo torre, pero si campanario. Un campanario original, que estaba formado por cuatro horcones de jiquí, de una altura considerable. Los jiquíes, como era tradición, fueron localizados y cortados en el mismo pueblo.
Entre 1722 y 1723, el Padre Conyedo fundó en la misma ermita un hospital caritativo para curar a los desamparados, y lo nombró Nuestra Señora de las Angustias. En 1730, el hospital fue ocupado y atendido por dos religiosos de la orden de los Franciscanos. El Padre Juan de Conyedo, con sus propios recursos, mandó a construir una casa de mampostería y tejas, a un costado de la iglesia Parroquial Mayor, incluso se instaló él mismo en dicha casa, para atender a los enfermos.
El hospicio requería una mayor fuerza de religiosos para mantenerlo en condiciones y considerando esta necesidad, surgió la idea de convertir la ermita en convento, lo cual fue autorizado por la orden de los fundadores, y las autoridades eclesiásticas de la Isla. Para la conversión de la ermita en convento, fue solicitada la Real Licencia. La dicha licencia nunca fue recibida por los religiosos. Entre tanto el sistema constitucional de la metrópolis sufrió cambios y las licencias fueron suprimidas en febrero de 1823. Los frailes se retiraron de la ermita, que durante dos años permaneció estuvo cerrada. Los nuevos cambios acontecidos en la gobernación trajeron consigo la restitución del templo a los frailes que tomaron posesión del lugar en marzo de 1825.
Por espacio de dieciséis años, los religiosos pudieron continuar la administración del hospicio y de la ermita. El gobierno español de la península, habiendo adoptado nuevas disposiciones en 1841 respecto a las comunidades religiosas, las hizo extensivas a la isla de Cuba. La ermita, portadora del título “hospicio” fue cerrada y los objetos de culto, los cinco altares y el mobiliario, fueron trasladados a la administración de rentas.
Ocho años más tarde, en 1849, la ermita perdió todo carácter  religioso, convirtiéndose en cuartel. Una reconversión que hizo levantar voces en la sociedad santaclareña de la época, persuadidas de la importancia de conservar el edificio como monumento religioso de la ciudad. No pasaron dos años, cuando en 1851, el campanario fue desmontado. La ermita-cuartel se mantuvo en la esquina de la plaza hasta 1883, cuando el edificio fue demolido para en su lugar construir el teatro “La Caridad”. ©cAc-2008



[1] Comprende la fecha en que fue terminada de reconstruir y la fecha de su demolición. 159 años como edificio religioso.
[2]Manuel Dionisio González, en Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su jurisdicción. Edición de 1858. Villaclara. Imprenta del Siglo. Calle de San José N°18.

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