sábado, 3 de enero de 2009

Cien años de la desaparición de Marta Abreu de Estévez




Marta Abreu se apagó apenas comenzado el siglo XX, no en la villa que la vio nacer, tampoco en la casona del ingenio cercano a Cruces, ni en Prado 72 en La Habana. Paris la vio partir, aún joven, el 2 de enero de 1909, a la edad de 64 años, en plena vitalidad a pesar de los males que la aquejaban. Tuvo Doña Marta en su cabecera, además de los suyos, la delicada atención del sagüero Joaquín Albarrán, médico cirujano y amigo.
El cuerpo de Marta fue trasladado a la iglesia de Saint-Philippe y sepultada en el cementerio parisino de Montparnasse, en la tumba de la familia Grancher, y más tarde, desaparecido Luis Estévez,  y por voluntad de ellos,  fueron llevados a La Habana, al panteón familiar donde ya reposaban sus padres.
La más noble de las villaclareñas, fue la segunda hija de Don Pedro Abreu y de Doña Rosalía Arencibia y nació casi terminando la primera mitad del XIX, el 13 de noviembre de 1845, en la casa de los Abreu en la calle de Sancti Spíritus (actual Juan Bruno Zayas).
La casa colonial de esquina, con portal y columnas era propiedad de Pedro Abreu. Marta nació en la casa contigua, también propiedad de la familia, y que en su lugar fue construido un edificio de tres niveles. Sobre la fachada de la planta baja fue colocada una tarja de recordación.
Los villaclareños orgullosos de haber tenido a esta mujer sin par, como benefactora de la ciudad y de sus pobladores, sobre todo hacia aquellos privados de recursos y medios, le erigieron un monumento para corresponder a su alta obra y mantener vivo su recuerdo. El monumento fue situado en un área del Parque Vidal, el año que marcó el centenario de su nacimiento. Desde entonces, y en el mismo lugar, Marta vela por su ciudad y se estremece cada vez que la ciudad del Bélico olvida que todavía pueden hacerse grandes obras para todos los pilongos, sin que la imagen de su villa pierda los trazos de aquella que ella ayudó a modernizar. El nombre de Marta sigue vivo en la ciudad del Bélico, que lo ha incorporado a calles, escuelas e instituciones.
La calle que tuvo por primer nombre Amargura y luego otros, es hoy la calle de Marta Abreu (en la foto, la placa antigua y una más reciente, sobre la pared del edificio Billarista). La calle comienza en el Parque Vidal, y se extiende al oeste hasta el puente sobre el Bélico en la curva que hace la carretera Central, y luego pasando la desaparecida Tenería, también donde la Central hace otra curva (banda Esperanza), la calle se convierte en Prolongación de Marta Abreu, y que en algunos mapas aparece como avenida de los eucaliptus. La avenida que también porta su nombre, es una doble vía con separador central que comienza en Prolongación de Colón, en un área periurbana que comenzó a desarrollarse en la década de 1950, atraviesa los repartos Escambray, Vigía Sur y Escambray Norte (antiguo Doblevía) hasta la carretera Central en dirección al este (Banda Placetas). A partir de aquí, la avenida hace función de frontera entre dos repartos al norte de la carretera, de un lado el reparto Sandino y del otro Brisas del Capiro. En los años cincuenta, a la clínica que se levanta en el reparto La Riviera, el internado para huérfanos y niños sin amparo filial, y a la Universidad Central de Las Villas, les fueron otorgados el nombre de la insigne benefactora. El Colegio Tandrón fue rebautizado Marta Abreu. ©cAc


 



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