Si bien la foto pudiera motivar un
comentario de índole arquitectural, no sería en este post. Quiero referirme a
los dos bustos, cuyas maestras nos enseñaron a respetar desde aquella mañana
septembrina en que cruzamos la puerta de la escuela. En el medio del patio,
mirando a la entrada, el busto del Apóstol, en su base un cantero siempre
florecido. A su izquierda, el busto de Marta Abreu, cuyo nombre lleva la
escuela. Crecimos con la certeza de las palabras del Maestro. Y lo honramos
infinitamente. Dos veces me eligieron para representar a Martí, una vez fue en
ese patio, frente a su busto. Tenía diez u once años. Cada viernes se realizaba
el « acto cívico » que luego cambió de nombre. Y se hacían representaciones
teatrales, se declamaban poemas, breve, que correspondió a mi grupo
protagonizar los hechos que antecedieron al juicio en el que José Martí fue
condenado al Presidio Político. Recuerdo que temblé leyendo la carta que los
voluntarios españoles habían encontrado en casa de su amigo Fermín Valdés
Dominguez, dirigida a Carlos de Castro, un condiscípulo ["¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los
apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía? Esperamos
que un discípulo del Sr. Rafael M. de Mendive no ha de dejar sin contestación
esta carta.". Valdés Martí] La carta sirvió para acusar a Martí de infidencia.
Martí y Valdés Dominguez fueron enjuiciados, y castigados a seis años de cárcel
y seis meses respectivamente. Cumple condena en Cuba y luego es desterrado a
España. De ésta dura experiencia sale de su pluma El Presidio Político en Cuba, en el cual narra la opresión, el abuso y
los horrores de la prisión perpetrados por el gobierno español de la Isla. ©cAc-2009
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