Hace un par de meses, un colega de la blogosfera,
me sugirió leer un post en el que se hacía referencia a la piedra como
revestimiento de fachadas, e incluso de paredes interiores. En efecto, fui al
blog, que resultó ser el de un coterráneo (http://alocubano.nireblog.com/ ) cuyo nombre me dice algo, pero no recuerdo. Jorge García Sosa hace
alusión al artículo que publicara la arquitecta Milvia
Maribona en el número 54 de Signos (que dicho sea de paso por
mucho que he removido cielo y tierra no he logrado que llegue a mis manos), en
el cual hace una reflexión crítica de la manera que evolucionan las
intervenciones y remodelaciones en el sector residencial urbano.
Repito, no he leído el artículo, pero siguiendo el
de García Sosa, no puedo hacer otra cosa que fruncir el seño y hacer una mueca de
desaprobación. Ciertamente, enchapar las paredes en piedras, lajas, cantos y
hasta con mosaicos de cerámica es aberrante. No es mi interés aquí criticar a
los ocupantes de las viviendas, propietarios o no. Ellos se las agencian para
“mejorar” su vivienda, para “darle vida” a la fachada, compran los materiales,
caros, pagan la mano de obra, la mayor parte de las veces, con precios
excesivos. Y hasta pagan por un trabajo que a la larga no es de calidad, o los
albañiles no usaron el material como debían, para ver que les quedaba...Y eso
para muchas familias puede ser una pesadilla desde el día mismo en que un
miembro habló de darle un poco de mantenimiento a la fachada. Lo que
comenta el articulista García Sosa es una realidad. Lástima que deriva en otros
fenómenos para tratar el tema, si escabroso, de la renovación urbana en el
medio urbano. Pero eso es harina de otro costal. Es verdaderamente horrible ese
tipo de intervención reconstructiva. Son de muy mal gusto esas fachadas por muy
bueno que haya sido el maestro de obra. Yo voy al grano en cuanto culpas de que
eso suceda. Las familias, éntrele el dinero de la manera que le entre, ese no
es mi problema, aprovechan para hacer una inversión que ellas estiman necesaria
y positiva. Vista hace fe, y la fachada muchas veces dice de sus ocupantes.
Lógicas y lógicas. Pero, si las colectividades locales funcionaran como deben
funcionar, y las autoridades pertinentes que controlan la restauración y
rehabilitación urbana, en lugar de multar, recriminar y no hacer nada,
impusieran el uso de los códigos urbanos y ordenanzas más locales que
nacionales, a lo mejor la gente entendería el por qué hay que preservar el
patrimonio urbano y no destruirían la historia arquitectónica de una ciudad. Sin
proponérmelo, encontré esta foto de una fachada en la calle San Pedro , en la
ciudad del Bélico, esa que es portadora de piedras y lajas en sus fachadas.
Héla aquí:
Y para que vean que la manía de enchapar paredes
exteriores no es solamente un fenómeno ligado a dinero mal habido, les presento
la fachada de una vivienda de la
calle Cuba , que deteriorada por la humedad (cosa que abunda
en la isla), la familia decidió evitar que el mal siguiera “subiendo” y lo
atajó con azulejos verde botella, que por su calidad, brillo y color datan de
finales de 1940:
Y encontré esta otra foto, también en
No hay comentarios:
Publicar un comentario