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sábado, 5 de diciembre de 2020

Santa Bárbara, calle o callejón?


Diciembre se nos va de entre las manos. Pasó la fecha en que se celebra Santa Bárbara, y tenía yo la intención de indagar si el tramo que nace en la calle Villuendas (antigua San José) y que desciende suavemente al oeste hasta morir en la margen derecha del Bélico, es una calle o un callejón. Yo diría que es casi todo. Los callejones son estrechos, y por lo general no tienen salida. Santa Bárbara mide cuatrocientos metros, doscientos de los cuales corresponden a una sola cuadra. Al final no tiene salida, pero en su sentido Este a Oeste, se sale de ella tomando a la derecha en Juan Bruno Zayas, o bien a la izquierda en la calle Alemán. Desde sus orígenes, los poblanos la bautizaron Callejón de Santa Bárbara. En 1911, el Ayuntamiento acordó bautizar la calle Coronel Alberdi, para honrar al patriota y médico sagüero, con un historial honorable. Una infortunada acción del político en el Senado hizo que un consejal villaclareño propusiera quitar su nombre a la calle, y por un nuevo acuerdo del Ayuntamiento, el 2 de noviembre de 1917, la calle fue rebautizada Mariano Clemente Prado, esta vez para honrar al eminente educador villaclareño que naciera en una casa del callejón, en 1854. Las placas colocadas señalan M.Prado, aún menos comprensivo para quienes nunca han oído hablar de Mariano Clemente Prado. 

No creo que quede alguien vivo que recuerde que la calle se llamara en algún momento Coronel Alberdi, y aunque oficialmente se llame Mariano Clemente Prado, los santaclareños siguen llamando a la calle como Callejón de Santa Bárbara.

La casa donde naciera Mariano Clemente Prado, numerada 53, mantiene conservado su estilo colonial. Puerta principal, tres grandes ventanas con enrejado de hierro donde se aprecia la lira en el centro de las rejas y una puerta también protegida con un trabajo de barras finas de hierro insertadas en la madera. Una ventana colonial poco común en Santa Clara. El detalle que no pasa por alto un observador, es la mampostería insertada en los bajos en las tres ventanas, para evitar  que los pupilos se distraigan mirando al exterior. Creo que hubieran podido encontrar otras soluciones menos grotescas. La cubierta del inmueble es de tejas que mueren en una cornisa con molduras sencillas. En el espacio de pared situado entre las dos últimas ventanas, fue colocada una tarja el 31 de diciembre de 1917, en recuerdo del maestro Mariano Clemente Prado. En 1946, la casa fue convertida en la Escuela Pública N° 8, Dr Carlos de la Torre y Huerta. 



La esquina de Santa Bárbara y Juan Bruno Zayas, hace parte del pequeñísimo “barrio chino” que otrora tuvo vida en Santa Clara, y que estuvo a punto de renacer si el proyecto de rehabilitación y conservación hubiera sido aprobado y llevado a vías de hecho. Las cuatro esquinas son como siguen. A la izquierda, la casa de la familia De la Torre, cuya construcción data de la colonia. A pesar de sucesivas remodelaciones interiores, los muros exteriores no han sufrido transformaciones, aunque es evidente el deterioro de las ventanas y puertas-ventanas. Cruzando la calle, también a la izquierda, nos encontramos un vetusto inmueble colonial, que bien valdría una profunda rehabilitación antes de que desapareciera completamente. El edificio, convertido en cuartería, estuvo ocupado por diferentes familias cuyos intereses individuales primaron ante el interés de recuperar un pedazo del patrimonio urbano. La desidia y el abandono, la negligencia y la falta de control, fueron ingredientes que participaron en la casi destrucción del edificio, cuando hace unos tres años las llamas lo devoraron. Frente al edificio colonial, un inmueble art déco, que por ser más reciente y por su solidez constructiva, el tiempo y los caníbales del patrimonio no han podido ensañarse totalmente con él. Cierto, la humedad, la falta de mantenimiento, y la utilización de pinturas de mala calidad no han ayudado a sus muros. No obstante, las transformaciones son evidentes. Enrejados de cabillas en las ventanas de la planta alta, así como la transformación de las puertas de la planta baja, agreden su estilo. Un edificio superpoblado. La necesidad de solucionar problemas de espacio es una de las causas que provocan esas tristes transformaciones, cuando las familias que lo habitan, construyen entrepisos y barbacoas que no pasan inadvertidas para los que transitan por el lugar.

La otra esquina, fue un inmueble colonial que el tiempo y el abandono se encargaron de convertirlo en un célebre vertedero de los vecinos y de los pasantes. Triste final para el que fuera un típico edificio que pudiera testimoniar del pasado arquitectónico de la ciudad. El inmueble convertido en solar yermo, también estaba incluido en la transformación socio-urbana de esa esquina. El sitio, al interior ya no es vertedero, pero la basura que tiran los vecinos y los pasantes en la misma esquina a veces supera la insalubridad.

En la calle-callejón, quedan todavía viviendas coloniales y neocoloniales, hermosas ventanas hoy desvencijadas, casas rehabilitadas grotescamente, con enchapes de piedras, enrejados, puertas y ventanas que no pueden clasificar en otro estilo, que aquel de la burla al patrimonio urbano. Los curiosos pueden también observar la riqueza de mosaicos que cubren las pisos de las casas. Ojalá Santa Bárbara interceda en la conservación del patrimonio que queda en pie a lo largo de sus tres cuadras. ©cAc-2020

martes, 20 de octubre de 2020

El nuevo edificio (hostal y viviendas). Antigua Peluquería Pola.



Esquina sudeste. La última de las cuatro esquinas en el cruce de Cuba y San Miguel, que nos interesa desarrollar, es la situada en el cuartón sudeste. El edificio construido en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la calle Cuba se llamaba Carmen, fue indistintamente un cuartel del ejército español y también un convento. Para entonces, el edificio tenía cuatro puertas-ventanas por San Miguel, y por Carmen (Cuba), también cuatro puertas-ventanas, una puerta cochera y una puerta de servicio, que era la más distante de la esquina. Ambas funciones no logro verificarlas, y no me queda otra solución que imaginar usando los soportes visuales. La foto tomada en el 2010 tiene poco que ver con la tomada en el 2020. Considerando que el inmueble dejó de funcionar como cuartel o cerró como casa conventual, cien años después de su construcción, avancemos en fecha y situémonos en la segunda mitad del  XIX. Pensemos que la parcela fue dividida en cuatro lotes, dos con fachada por San Miguel y dos con fachada por la calle Cuba. Los cuatro lotes quedaron divididos usando la estructura común y bajo la misma cubierta. 

Por San Miguel, el lote más al este, linda con una parcela en la que existen tres viviendas gemelas o « en tira », en una de las cuales vivía la familia Muñíz. El lote al que nos referimos, albergó una sola vivienda, y con el tiempo se dividió en dos espacios habitables. Esta vivienda, en la década del 1950, ocupaba el mayor volumen de la parcela que fuera un solo inmueble en el siglo XVIII. La vivienda con entrada por San Miguel, comprendía una sala, una saleta, cuatro dormitorios, una cocina comedor y todo giraba alrededor de un patio colonial con un corredor cubierto. 

En el lote que hace esquina, estuvo situada la Peluquería Pola, que un buen día, por decisión de la peluquera o por decisión de las autoridades, dejó de serlo para con el tiempo convertirse en casa de vivienda. Y como vivienda, la esquina inició su proceso de transformación en la séptima u octava década del pasado siglo, y lo hizo remodelando la puerta principal, y reduciendo las dos puertas-ventanas a dos ventanas de persianas y lucetas, protegidas por una reja fabricadas a partir de cabillas de construcción. 

La otra parte del otrora convento o cuartel, es decir, las tres dependencias que daban a la calle Cuba, se convirtieron en dos consultas de dentistas, y un laboratorio dental. Estas tres dependencias dejaron de funcionar con las intervenciones revolucionarias, y también comenzaron a transformarse. La puerta cochera fue reducida al tamaño de una puerta ordinaria, y el restos de las puertas-ventanas perdieron su estructura de origen. Esta porción del antiguo inmueble colonial, puede apreciarse actualmente como una fachada lisa ausente de techo y por supuesto, sin el alero saliente. 

En qué se convirtió el ángulo donde se cruzan Cuba y San Miguel ? No podemos hablar de estilo arquitectónico ni de una expresión formal contemporánea que pudiera salvar esa esquina. A partir de la estructura original, la vivienda fue agregando plantas hasta un total de tres. La planta baja tiene dos entradas por San Miguel, y una ventana pequeña, y la ventana situada en la fachada por Cuba, fue remodelada pero mantuvo el volumen que ya tenía. Las protecciones de cabillas desaparecieron y fueron remplazadas por rejas en hierro forjado, siguiendo la tendencia del « todo enrejado » que ha hecho furor en la ciudad de Marta, y por consiguiente, la imagen de una ciudad enrejada/enjaulada. La primera planta, al decir de la situación de las ventanas, fue concebida como dormitorios (4 ?) y baños, cuatro si la planta tiene que ver con el logo en rojo situado en una de las puertas, que indica casa de arriendo, pero en pesos cubanos. La segunda planta tiene una pieza construida en diagonal, para poder situar una terraza abierta protegida por una baranda en ele, decorada con balaustres, y en cada extremo, fue incorporado un guardavecino. Nostalgia del proyectista de un pasado urbano colonial ? La azotea del edificio también está guarecida por una baranda idéntica a la de la planta inferior. En una esquina, también de alto valor suelo, la nueva construcción desarmoniza con el estilo colonial, neocolonial y ecléctico un centro histórico, que cada vez lo es menos. ©cAc-2020

sábado, 4 de julio de 2015

Casa natal de Carmen Gutiérrez




En 1854 la calle Isabel II (actual calle  Colón), aunque polvorienta durante la seca y fangosa en tiempo de lluvias, era un eje principal en el tejido urbano de Santa Clara, desprovista aún de su título de ciudad,  y que obtendría trece años más tarde. En los terrenos mercedados en tiempos de la fundación, los villaclareños hacían construir sus casas, enormes caserones de estilo colonial que con el cursar del tiempo iban rehabilitándose, deteriorándose o simplemente reconstruyendo con nuevos órdenes, gustos y tendencias. Me referiré a una de esas casas de la calle Colón, hoy numerada con el 56 y en la cual nació en agosto de 1854, Carmita, Gutiérrez por su padre, Morrillo por su madre. Carmen nacía en una isla bajo dominación española, cuya población ya era más criolla que española, con blancos, pardos, mulatos y negros, aún soportando los designios esclavistas de la metrópolis. Carmen nació y creció en una familia que respiraba dignidad humana y patriotismo. Y ese ambiente familiar la modeló en sus aspiraciones y en su relación vis à vis de la sociedad. Los esclavos pululaban en las grandes y no menos grandes familias, y el servicio doméstico, aunque fueran libres, era siempre trabajo de negros, de mulatos… Cultivarse en una sociedad esclavista era tarea ardua para la gente de color, y la joven Carmen, -aún adolescente, no vaciló en dedicar tiempo para enseñar a leer y escribir a esclavos domésticos. A los 25 años, Carmen fundó un colegio para señoritas, y en el cual otorgaba cupos para niñas pobres. Carmen, en sus tardes libres recibía en el colegio a niños pobres a quiénes instruía. La enseñanza fue su pasión, y ejercerla una vocación que trasmitió a muchos villaclareños. Pero además de ejercer la enseñanza, Carmen asumió su rol de mujer patriota, la isla envuelta en aspiraciones libertarias, y las guerras independentistas abriendo camino a través de la manigua. De la etapa de luchas patrióticas queda el haber fundado el Club “Hermanas de Juan Bruno Zayas”, que presidiera y desde el cual, junto a su hermana, muchachas de su familia y amigas, colaboraron y apoyaron al Ejército Libertador. Carmen conoció junto a otras luchadoras villaclareñas, la cárcel y la visión horrible de un país en guerra y maniatado por la vergonzosa Reconcentración que implantara Valeriano Weyler para sofocar el avance independentista. Carmen Gutiérrez Morrillo vio terminar la segunda Guerra de Independencia y vio ondear la bandera cubana en el Ayuntamiento de su ciudad natal, Santa Clara, en la cual falleció en diciembre de 1914. Se le recuerda a la patriota en el Parque del Carmen, en uno de cuyos espacios verde se erigió en 1925 un monumento, esculpido en piedra de talla. El callejón de San Cayetano que popularmente se le conoce como de la Pita y que va desde la calle Martí hasta la calle Berenguer fue nombrado por acuerdo del Ayuntamiento comenzando la República como Carmen Gutiérrez. Sobre una tarja adosada a la fachada de la casa donde naciera, está inscrito su nombre como patriota de la Guerra del 95. La casa donde naciera la patriota villaclareña, es sede de un organismo del Estado. El inmueble no ha sufrido cambios de importancia y mantiene su planta de casa colonial. Las oficinas ocupan las diferentes piezas de la misma. La fachada tiene como entrada principal una puerta cochera que integra la puerta de acceso al primer salón.  Las dos ventanas que dan a la calle, anchas, guarecidas por una verja en hierro forjado con la típica lira de las rejas santaclareñas, llevan en su parte superior el guardapolvos que se adosaba en la época. Las piezas unas tras otras están situadas en el ala derecha de la casa y al fondo de la misma, bordeadas en escuadra por un portal que le impregnan frescor. Patio interior arbolado y dividido en canteros. La carpintería original se mantiene en buen estado, y la cubierta del techo es de tejas criollas. La vivienda se dotó de hermosos mosaicos cuando las baldosas remplazaron pisos menos vistosos y confortables. © cAc-2015

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Luis Estévez & Berenguer (San Mateo) Pasaje o cuartería?


También en la calle Luis Estévez, pero casi en la esquina con la calle Berenguer, otra puerta indica que al interior del inmueble se ubica una cuartería. Pero demos marcha atrás en el tiempo. La primera o las dos primeras casas construidas en el área que ocupa el inmueble actual en su conjunto, lo fueron en el corto periodo de 1760 a 1778. Es posible que a lo largo del siglo XIX, las viviendas hayan sufrido transformaciones compatibles al desarrollo urbano que se iba imponiendo. Sin embargo, la renovación más importante del inmueble data de la primera mitad del siglo XX, y aunque las transformaciones más recientes han mutilado el conjunto arquitectónico de su fachada, siempre quedan vestigios que nos permiten evaluar, por un lado los valores patrimoniales y por el otro, la degradación que roe, y con fuerza, dicho patrimonio. La renovación efectuada por su propietario en la etapa republicana, dijo adiós a las tejas que remplazó por un techo de hormigón de puntal alto, y que permitió al inmueble dotarse de una espaciosa azotea, con cornisa decorada y muro de protección en todo el perímetro dando a las dos calles. Y aunque este trabajo está centrado en la cuartería, no podemos pasar por alto las transformaciones, que a la larga nos llevan al sujeto de marras. Comencemos por la vivienda que hace esquina con Berenguer. La puerta principal abre a un zaguán y a la derecha del zaguán, la sala. Saliendo del zaguán el pasillo exterior que lleva al fondo de la casa donde se sitúa la cocina comedor. Los tres dormitorios y la sala de baño se sitúan después de la sala y todas las piezas se comunican entre ellas. Esta vivienda, además de la puerta principal, tiene una ventana en la pared de la fachada y otra en el muro que corta el ángulo de la esquina, ambas pertenecientes a la sala. La pared que se extiende por Berenguer presenta cinco ventanas, tres pertenecientes a los dormitorios, una a la sala de baño y la última a la cocina comedor. El lado opuesto del inmueble tiende a confundirnos, sobre todo por la intervención constructiva que ha sufrido la fachada de la vivienda. Yo estoy convencido que la vivienda fue casi idéntica a la que acabamos de describir con la excepción de que la pared lateral izquierda es contigua a la pared de la casa vecina. Cómo es la planta de esta vivienda? La incertidumbre viene de la puerta ubicada entre ambas viviendas y que nos permite la entrada a lo que puede suponerse como una cuartería. Y en efecto, el origen de esta cuartería –léase “pasaje”, un pasaje sui géneris- data de la época republicana. Hay detalles que nos llevan a pensar que esa puerta llevaba a algo particular, un negocio?, habitaciones para arrendar? Ambas interrogaciones situándonos en la época en la que el inmueble fue construido. Las primeras fotos las tomé en el 2007. Desde la puerta pueden verse los cuartos desiguales y una vivienda construida al fondo, en la azotea, y a la cual se accede por una escalera de hierro que lleva a un balcón techado. En el 2009 tomé una foto desde la esquina opuesta que nos permite ver el conjunto del inmueble. Y la foto tomada en febrero del 2013, me sugiere pensar en nuevas transformaciones al interior de la “cuartería”, pues la escalera de hierro sigue en su puesto pero la vivienda de los altos no existe, quizás demolida por peligrosidad. En el 2007 la placa de la vivienda de los altos estaba sostenida por dos tubos de hierro a manera de soporte. El suspenso revuela en mi texto, y en mi reflexión, ayudado por detalles que descubrimos en las fotos. De las tres puertas del inmueble, sólo una tiene incorporado en su parte superior, el soporte de lo que fuera una lámpara como otras de la misma época y que aún sobreviven en inmuebles de la ciudad. Pero hay más, entre las dos puertas, la de la vivienda que hace esquina y la puerta del singular “inmueble” interior, existe todavía hoy el soporte en hierro forjado, de lo que pudo haber sido un cartel que indicaba el tipo de establecimiento al cual se entraba por la puerta que nos ha retenido para desarrollar este sujeto. ©cAc-2014

 La primera o las dos primeras casas construidas en el área que ocupa el inmueble actual en su conjunto, lo fueron en el corto periodo de 1760 a 1778. Es posible que a lo largo del siglo XIX, las viviendas hayan sufrido transformaciones compatibles al desarrollo urbano que se iba imponiendo. Sin embargo, la renovación más importante del inmueble data de la primera mitad del siglo XX, y aunque las transformaciones más recientes han mutilado el conjunto arquitectónico de su fachada, siempre quedan vestigios que nos permiten evaluar, por un lado los valores patrimoniales y por el otro, la degradación que roe, y con fuerza, dicho patrimonio. La renovación efectuada por su propietario en la etapa republicana, dijo adiós a las tejas que remplazó por un techo de hormigón de puntal alto, y que permitió al inmueble dotarse de una espaciosa azotea, con cornisa decorada y muro de protección en todo el perímetro dando a las dos calles. Y aunque este trabajo está centrado en la cuartería, no podemos pasar por alto las transformaciones, que a la larga nos llevan al sujeto de marras. Comencemos por la vivienda que hace esquina con Berenguer. La puerta principal abre a un zaguán y a la derecha del zaguán, la sala. Saliendo del zaguán el pasillo exterior que lleva al fondo de la casa donde se sitúa la cocina comedor. Los tres dormitorios y la sala de baño se sitúan después de la sala y todas las piezas se comunican entre ellas. Esta vivienda, además de la puerta principal, tiene una ventana en la pared de la fachada y otra en el muro que corta el ángulo de la esquina, ambas pertenecientes a la sala. La pared que se extiende por Berenguer presenta cinco ventanas, tres pertenecientes a los dormitorios, una a la sala de baño y la última a la cocina comedor. El lado opuesto del inmueble tiende a confundirnos, sobre todo por la intervención constructiva que ha sufrido la fachada de la vivienda. Yo estoy convencido que la vivienda fue casi idéntica a la que acabamos de describir con la excepción de que la pared lateral izquierda es contigua a la pared de la casa vecina. Cómo es la planta de esta vivienda? La incertidumbre viene de la puerta ubicada entre ambas viviendas y que nos permite la entrada a lo que puede suponerse como una cuartería. Y en efecto, el origen de esta cuartería –léase “pasaje”, un pasaje sui géneris- data de la época republicana. Hay detalles que nos llevan a pensar que esa puerta llevaba a algo particular, un negocio?, habitaciones para arrendar? Ambas interrogaciones situándonos en la época en la que el inmueble fue construido. Las primeras fotos las tomé en el 2007. Desde la puerta pueden verse los cuartos desiguales y una vivienda construida al fondo, en la azotea, y a la cual se accede por una escalera de hierro que lleva a un balcón techado. En el 2009 tomé una foto desde la esquina opuesta que nos permite ver el conjunto del inmueble. Y la foto tomada en febrero del 2013, me sugiere pensar en nuevas transformaciones al interior de la “cuartería”, pues la escalera de hierro sigue en su puesto pero la vivienda de los altos no existe, quizás demolida por peligrosidad. En el 2007 la placa de la vivienda de los altos estaba sostenida por dos tubos de hierro a manera de soporte. El suspenso revuela en mi texto, y en mi reflexión, ayudado por detalles que descubrimos en las fotos. De las tres puertas del inmueble, sólo una tiene incorporado en su parte superior, el soporte de lo que fuera una lámpara como otras de la misma época y que aún sobreviven en inmuebles de la ciudad. Pero hay más, entre las dos puertas, la de la vivienda que hace esquina y la puerta del singular “inmueble” interior, existe todavía hoy el soporte en hierro forjado, de lo que pudo haber sido un cartel que indicaba el tipo de establecimiento al cual se entraba por la puerta que nos ha retenido para desarrollar este sujeto. ©cAc-2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Esquinas de SC (Tristá & Juan Bruno Zayas)


Todas las esquinas de Santa Clara tienen su historia. La que les presento, tiene la suya, y no precisamente les comentaré sobre la esquina (o las cuatro esquinas), sino sobre el cruce que hacen estas dos calles: Tristá y Juan Bruno Zayas. La más vieja historia se pierde allá por los comienzos de la villa, cuando viniendo del occidente de la Isla, se pasaba el río de la Sabana, y se entraba a un arrabal cuyo camino polvoriento llevaba hasta la Plaza Mayor. Este fue uno de los tres primeros caminos de acceso y salida que tuvo la villa, al cual se le bautizó como Paso Real del río. El empuje del comercio en una villa que comenzaba a espigar no se hizo esperar, y en los albores del dieciocho, se establecieron los primeros negocios de menesteres y oficios. Así se le llamaría en lo adelante al camino, Paso Real de los Oficios,  quedándose cortamente como “de los Oficios”, largamente Santa Clara de los Oficios y que duraría poco más de un siglo antes de volver a achicarse pero sin cambiar de nombre, cuando la villa se reordenaba urbanamente  durante el diecinueve. Entonces se honoró a la calle como Santa Clara, nombre que mantuvo hasta bien tarde nacida la República, aunque oficialmente la calle había sido rebautizada Rafael Tristá, que fuera hijo notable de la ciudad. La otra calle nace con la desaparición del arrabal convertido en barrio del Paso Real. Igual de polvorienta que las otras calles, Santo Espírito se extendía de norte a sur cortada por el cauce pedregoso del arroyo Marmolejo y el hilo de agua que era el arroyo de las Flores. La calle donde naciera Martha, no escapó a los cambios republicanos, y desde entonces se honoró con su nombre, al patriota cubano Juan Bruno Zayas.
La idea de escribir sobre este cruce de calles donde cada una de sus cuatro esquinas marca la historia del patrimonio urbano de la ciudad fue gracias a una foto colgada en una red social de amigos y gente de Santa Clara, nostálgicos, orgullosos y apasionados del terruño que los vio nacer. En efecto, la foto me impactó, y de súbito supe que yo conocía esa esquina, que no podía ser otra que Zayas y Tristá. Debo confesar que solo un detalle en la foto me hacía vacilar: el semáforo. En la foto aparecen tres de las cuatro esquinas, y es precisamente la que falta, la que permitiría un rápido reconocimiento del sitio. Y como no podía hacer de otra manera, intenté, primero recurrir a la memoria visual, y dos de las tres esquinas me resultaban familiares: la bodega y la fachada de la vivienda. Justo ellas me llevaban a pensar que era la esquina de marras, pero el lumínico indicando la farmacia, y los otros carteles anunciando comercios, me contrariaban la idea inicial. Un detalle importante, la guagua GM color mandarina que viene subiendo por Tristá. Las guaguas “mandarina” eran una particularidad santaclareña, y recuerdo haberlo escuchado de boca de mi padre.  Fue entonces que recurrí al archivo de fotos y fueron ellas quienes me permitieron corroborar que estaba en terreno seguro.
Las susodichas esquinas fueron mercedadas en épocas tempranas, cuando los barrios de Paso Real y de Tanoya se extendían y casi se tocaban, pero que no permitía el rocoso Marmolejo. La proximidad con la Plaza Mayor ponía en guardia a las autoridades de la villa, escribanos y aguzados mercaderes de la tierra. Los primeros caserones allí construidos lo fueron de tabla de palma, sólidos horcones y cubiertas de guano. Pero no tardaron en convertirse en casonas de mampostería y tejas. De ese pasado colonial queda la bodega, abierta desde mediados del siglo diecinueve. Donde antes estuvo situada la farmacia, mucho antes fue una vivienda, construida en el mismo estilo colonial, sin encanto ni derroche en materiales. El inmueble conoció una rehabilitación constructiva que le aportó esbeltez por los decorados agregados a las puertas y ventanas, y por la cornisa a la altura del techado. El eclecticismo estallaba en la Santa Clara de principios del siglo XX. Años más tarde el inmueble vio instalar entre sus paredes una farmacia y que debe haber existido hasta su cierre después de 1959. La tercera esquina siempre ha mantenido su función habitacional. Su fachada actual remplazó la del viejo caserón colonial durante los años republicanos. La esquina que no muestra la foto es obviamente la Iglesia Bautista “La Trinidad”, pero entrar en detalles al respecto, nos desviaría de la línea que nos empujó a contar un poco sobre la foto colgada en “gente de Santa Clara”.
No tardaré en hacer la misma foto colgada por el coterráneo Karel Becerra, si se me ocurre pasar una temporada en la tierra, pero a falta de ella, les comento casi la misma pero decorticadas en varias y tomadas en años diferentes.
Empecemos por la esquina de la bodega. Globalmente el inmueble no ha cambiado mucho y sigue siendo el caserón colonial construido inicialmente como comercio, y quizás también como vivienda, cosa frecuente en comercios de menesteres y de bodegas. En el ángulo de las dos calles sigue existiendo la bodega, oficialmente Unidad 677 del Mincin y nombrada “La Fortuna”, que además de vender “víveres en general” ya sean liberados o racionados, su función principal es atender a los consumidores inscritos en la misma, y venderles los productos “de la cuota”, es decir, aquellos que todavía siguen subsidiados por el Estado y para los cuales se precisa “la libreta” que procura la Oficoda. Poco importa, volvamos al inmueble y otros detalles. Tanto por Zayas como por Tristá, el caserón perdió parte de su volumen espacial y todo parece indicar que en cada extremo existen dos viviendas, detalle que puede verse a simple vista, por el color de la pintura dado a la fachada, pero también por lo disonante de la puerta y dos ventanas, en el extremo que tiene por Zayas. El poste del tendido eléctrico debe ser el mismo, la placa fundida que señala J.B.Zayas sigue en su lugar y no aquella en mármol por Rafael Tristá. La tapa de botella anunciando la Pepsi y el cartel de la Coca Cola desaparecieron antes de que yo naciera y el Te seré fiel [mi Cuba y dos palmas] decora una pared pintada a cal.

La vivienda frente a la bodega mirando al norte, se ha salvado de los estragos del tiempo, y no ha sufrido las remodelaciones que poco a poco condenan el paisaje urbano de Santa Clara. La vivienda hace parte de un conjunto de viviendas cuyos frentes dan a Zayas y revelan, a pesar de ciertos detalles, uniformidad de estilo. La foto tomada en febrero del 2009 nos muestra una fachada que reclama a gritos, un poco de atención y mantenimiento. Los gritos cesaron al año siguiente, aunque todo parece indicar que no alcanzó la pintura para toda la fachada, quedando sin brochazos la cornisa superior, que felizmente había sido repellada y mantenida. Por el costado de Tristá, se agregó una placa con la efigie y el nombre de quien fuera médico y alcalde de la ciudad.



La tercera esquina es aquella que ha sufrido los embates de las políticas revolucionarias y urbanas. La política interventora llevada a cabo por las autoridades en la década del 60’ trajeron consigo el cierre de la farmacia y como muchos otros locales comerciales, los muros pasaron a disposición de la Reforma Urbana y entregados como viviendas a familias con problemas habitacionales. No voy a evocar porque no es mi objetivo, la historia y consecuencias de estas políticas habitacionales. Sencillamente, la farmacia fue remplazada por un núcleo familiar. Como otras fincas urbanas, el volumen del inmueble correspondía a las medidas establecidas para las parcelas mercedadas en el perímetro urbano de la villa. Del caserón que fuera luego remodelado a principios del siglo XX queda poco. La foto tomada en 1956 no me ofrece todo el tamaño que tenía el inmueble en ese momento.

 Yo miro la foto tomada en noviembre del 2010 y saco mis propias conclusiones. Primero, pienso que el inmueble original fue decapitado en sus dos extremos, tanto por Zayas como por Tristá, y que esa pérdida pudo haber sido mucho antes de 1959 o posterior a 1959. Al desaparecer la farmacia, y convertirse en vivienda, ésta mantuvo durante un tiempo el estilo arquitectónico de principios de siglo. Habría que preguntarse también, cuántos núcleos familiares se compartieron los muros del comercio intervenido? Cuántas familias se sucedieron desde que el inmueble pasara a manos de la Reforma Urbana? Cuál de esas familias fue la pionera en la remodelación/destrucción del estilo original de la fachada? Al detallar las diferencias exteriores, podría pensar que dos familias ocupan el inmueble. La familia cuya entrada da por Zayas, no ha hecho trabajos de remodelación de la fachada, quizás cambios en la carpintería de las puertas ventanas para adaptarlas a vivienda. Da grima ver el estado actual de la fachada de la otra “vivienda” cuya remodelación trajo consigo la supresión de cinco puertas-ventanas, la pérdida de ornamentos y capiteles, incluso de una parte de su cornisa alada. Por otro lado, valiéndose del puntal alto del inmueble, la vivienda se vio ampliada en piezas al ser construida una “barbacoa” y con ella se agregaron cinco ventanas de persianas para el altillo, y un derroche de rejas de hierro, incluso para la puerta de entrada. Tanto hay que esconder y preservar? Tan grande es la inseguridad que hay necesidad de parapetarse detrás de rejas que impresionan por la semejanza a ventanas carcelarias? Todavía queda en la fachada la placa en hierro que da nombre a la calle Tristá. El semáforo en este cruce de calles desapareció, y pienso que como yo, muchos no sabían que existió uno en ese lugar, clave en la circulación vial de la ciudad. Para conciliar tráfico y seguridad vial la señal de Pare es menos costosa y felizmente a partir de ese cruce en dirección al Parque los carretones no tienen acceso.

Para aquellos que todavía tienen dudas de si es Santa Clara y qué cruce de calles es, les cuelgo mis fotos para ayudarlos a salir de la duda, de la sorpresa y de la decepción al ver tanto paisaje urbano malogrado. © cAc-2014

martes, 26 de marzo de 2013

Marta Abreu N° 116



Foto aparecida en La Lucha, magazine de 1926
A principios del siglo XX, al inmueble le correspondía el N° 11 de la calle Marta Abreu. La finca urbana estaba registrada a nombre de un reconocido médico cirujano villaclareño, el doctor Rafael O. Pedraza. Además de vivienda familiar, la casa albergaba la consulta del galeno, quien durante once años ejerció como médico municipal de Manicaragua. La casa actual, registrada con el N° 116, conserva la misma fachada de los albores republicanos y que remplazara la casa colonial que la precediera. Construida durante el periodo de renovación urbana, la fachada expresa la pujanza social de los notables de la ciudad en esa época. El uso de materiales costosos, como el granito –verde y rosado-, para enchapar el muro inferior de la fachada, amplias ventanas que como la puerta principal terminan en arcos y decoradas con molduras, protegidas por columnas y rejas en hierro forjado, que coinciden con los postigos laterales y con los paños de las ventanas. La parte inferior de las ventanas llevan balaustres tal como el frontispicio, a todo lo largo del muro superior, y sobre la cornisa, de decorado simple pero protegiendo un friso ornado de medallones y lambrequines. Detalle que malogra la armonía de estilo de este inmueble, es la reja instalada en la puerta principal, una mezcla de reja de hierro con alambrones y cabillas. Aunque la fachada está bastante bien conservada, necesita un mantenimiento que aumente el valor patrimonial de la misma, sobre todo si consideramos que está situada en una arteria principal de la ciudad y que hace parte de un conjunto urbano con inmuebles de carácter representativos de una época cargada de historia. ©cAc



domingo, 29 de mayo de 2011

Las casas Jabón Candado de Santa Clara




En los barrios de La Habana existen casas que fueron parte del marketing publicitario de diversas firmas comerciales. Recuerdo haber visto en La Lisa, una casa Café Pilón y si mal no recuerdo, he visto una Casa Rina, pero no sé dónde! En casi todas las ciudades cubanas la firma Crusellas construyó las casas conocidas como Villas Jabón Candado, y que entregaba amuebladas a los ganadores del sorteo. Las ganadoras eran siempre amas de casa, y lavanderas que usaban las gruesas pastillas amarillas y que podían estar premiadas con una balita o un gallo de oro, llevando en el interior el cupón con el número ganador. En Santa Clara, Crusellas eligió la carretera Central para construir dos casas a premiar. Una al este, banda Placetas, con frente a la carretera y fondo hacia La Vigía, por calle 2da. La otra casa fue levantada al oeste, en un sitio que fuera la entrada a la ciudad, y que hoy está insertado en la trama urbana, a dos pasos de la Terminal de Ómnibus. Cuál de las dos fue la primera en construirse? No lo sé, pero imagino que la que fue levantada al oeste, y ambas, en la década del 40’. 

  


La mejor conservada es la casa de La Vigía, que aún mantiene el candado y la inscripción frontal y lateral VILLA JABÓN CANDADO, inscripción que le fue borrada a la de la carretera Central y calle Jesús Menéndez. A esta última le fue agregada una entrada para garaje y como puede verse, si comparamos las imágenes, originalmente el espacio de jardín era mucho más abierto y menos protegido. Las dos casas, con cubierta de tejas, siguen la misma estructura constructiva y están compuestas de portal, sala, comedor, y cocina a la derecha, y tres dormitorios y un cuarto de baño en el ala izquierda. A lo ancho de la casa, un patio al fondo y jardín frontal y lateral. Les presento algunas fotos de ambas casas, un plano en planta, de su distribución espacial, la ubicación en la ciudad y una publicidad del jabón y del sorteo, de la época. ©cAc-2011