Diciembre se nos va de entre las manos. Pasó la fecha en que se celebra Santa Bárbara, y tenía yo la intención de indagar si el tramo que nace en la calle Villuendas (antigua San José) y que desciende suavemente al oeste hasta morir en la margen derecha del Bélico, es una calle o un callejón. Yo diría que es casi todo. Los callejones son estrechos, y por lo general no tienen salida. Santa Bárbara mide cuatrocientos metros, doscientos de los cuales corresponden a una sola cuadra. Al final no tiene salida, pero en su sentido Este a Oeste, se sale de ella tomando a la derecha en Juan Bruno Zayas, o bien a la izquierda en la calle Alemán. Desde sus orígenes, los poblanos la bautizaron Callejón de Santa Bárbara. En 1911, el Ayuntamiento acordó bautizar la calle Coronel Alberdi, para honrar al patriota y médico sagüero, con un historial honorable. Una infortunada acción del político en el Senado hizo que un consejal villaclareño propusiera quitar su nombre a la calle, y por un nuevo acuerdo del Ayuntamiento, el 2 de noviembre de 1917, la calle fue rebautizada Mariano Clemente Prado, esta vez para honrar al eminente educador villaclareño que naciera en una casa del callejón, en 1854. Las placas colocadas señalan M.Prado, aún menos comprensivo para quienes nunca han oído hablar de Mariano Clemente Prado.
No creo que quede alguien vivo que recuerde que la calle se llamara en algún momento Coronel Alberdi, y aunque oficialmente se llame Mariano Clemente Prado, los santaclareños siguen llamando a la calle como Callejón de Santa Bárbara.
La casa donde naciera Mariano Clemente Prado, numerada 53, mantiene conservado su estilo colonial. Puerta principal, tres grandes ventanas con enrejado de hierro donde se aprecia la lira en el centro de las rejas y una puerta también protegida con un trabajo de barras finas de hierro insertadas en la madera. Una ventana colonial poco común en Santa Clara. El detalle que no pasa por alto un observador, es la mampostería insertada en los bajos en las tres ventanas, para evitar que los pupilos se distraigan mirando al exterior. Creo que hubieran podido encontrar otras soluciones menos grotescas. La cubierta del inmueble es de tejas que mueren en una cornisa con molduras sencillas. En el espacio de pared situado entre las dos últimas ventanas, fue colocada una tarja el 31 de diciembre de 1917, en recuerdo del maestro Mariano Clemente Prado. En 1946, la casa fue convertida en la Escuela Pública N° 8, Dr Carlos de la Torre y Huerta.
La esquina de Santa Bárbara y Juan
Bruno Zayas, hace parte del pequeñísimo “barrio chino” que otrora tuvo vida en
Santa Clara, y que estuvo a punto de renacer si el proyecto de rehabilitación y
conservación hubiera sido aprobado y llevado a vías de hecho. Las cuatro
esquinas son como siguen. A la izquierda, la casa de
La otra esquina, fue un inmueble
colonial que el tiempo y el abandono se encargaron de convertirlo en un célebre
vertedero de los vecinos y de los pasantes. Triste final para el que fuera un
típico edificio que pudiera testimoniar del pasado arquitectónico de la ciudad.
El inmueble convertido en solar yermo, también estaba incluido en la
transformación socio-urbana de esa esquina. El sitio, al interior ya no es
vertedero, pero la basura que tiran los vecinos y los pasantes en la misma
esquina a veces supera la insalubridad.
En la calle-callejón, quedan todavía viviendas coloniales y neocoloniales, hermosas ventanas hoy desvencijadas, casas rehabilitadas grotescamente, con enchapes de piedras, enrejados, puertas y ventanas que no pueden clasificar en otro estilo, que aquel de la burla al patrimonio urbano. Los curiosos pueden también observar la riqueza de mosaicos que cubren las pisos de las casas. Ojalá Santa Bárbara interceda en la conservación del patrimonio que queda en pie a lo largo de sus tres cuadras. ©cAc-2020
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