viernes, 16 de octubre de 2009

The Royal Bank of Canada (Banco de Crédito y Comercio)



Un caserón aportalado se levantaba en la esquina de la calle de Santa Clara (hoy Rafael Tristá) y la plaza Mayor al final del siglo XIX, tal como otros que rodeaban el centro de la villa que en esa época todavía mantenía la armonía de su paisaje urbano. El inmueble servía de vivienda y de comercio de menestrales, pues la calle, en ese tramo hasta la plaza era conocida por sus comercios y negocios, incluyendo la primera barbería que había surgido en los primeros años de la fundación.
Un solo gran edificio, el Teatro La Caridad, se erguía entre los inmuebles coloniales que rodeaban la plaza, y no hago alusión a la iglesia parroquial Mayor, porque ella centraba toda la atención, aunque estuviera en un ala del perímetro de recreo y promenade. Las puertas del caserón colonial y el pórtico de la iglesia se miraban mutuamente aunque las primeras recibieran antes que la fachada del recinto religioso, la claridad del amanecer.

El Royal Bank of Canada, que se llamó Merchants Bank al fundarse en 1864, adoptó su nombre actual en 1901. En plena expansión al final del siglo XIX, aprovechó el inicio de la era republicana de Cuba para instalarse en la Isla. La implantación de una sucursal del banco en Santa Clara data de la primera década del XX. El banco fue construido en la esquina tejada cuya caída era bien pronunciada, y se convirtió en el primer edificio neoclásico del corazón urbano de la ciudad.
En sus inicios, el edificio fue concebido como una planta cuadrada. Elegante fachada neoclásica, con un soportal alto sostenido por ocho columnas de estilo corintio que por la solidez de su construcción, volutas, rosetones, estrágalos y hojas de acanto han sobrevivido a los abandonos, la humedad y a las funestas rehabilitaciones. La escocia, el bocel y el bocel intermedio de las columnas han sido realzados, como otros ornamentos del edificio, con los colores que distinguen las sucursales del BCC. A cada lado de la puerta principal, apliques importados de Europa, del mismo estilo de los que vemos en los bancos que surgieron en La Habana, o los grandes bancos neoyorkinos.
El banco recibía iluminación natural y ventilación por sus cinco ventanas dando a la calle Santa Clara, realzadas por pilastras y frontispicios. Del lado derecho, un patio hacía de frontera con el edificio colindante, y entre ambos inmuebles una verja en hierro forjado, y una puerta de acceso, tal como podemos apreciar hoy. Por necesidad de espacio, el banco se agrandó más tarde, pero mantuvo el estilo neoclásico inicial, así como la verja, creando una especie de caja de luz y aire para las oficinas instaladas de ese lado.

Gris desde su construcción, The Royal Bank of Canada dejó de serlo con la nacionalización de la banca, y su nombre fue borrado de la cornisa horizontal justo debajo del frontispicio, cuyo centro es realzado por una moldura. La estructura general del inmueble se porta bien, y aunque es vivo por sus colores crema y rojo bordeaux, puede apreciarse cierto abandono al decir del pedazo que falta del basamento superior, al lado de las columnas del extremo derecho.
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En alguna renovación, el banco perdió sus puertas y ventanas de madera originales para integrar aluminio y vidrios que desgraciadamente atentan contra la elegancia del edificio. Una esquina que durante muchos años parecía vegetar en el tiempo, comenzó a activarse cuando fue convertida en sucursal del BPA (Banco Popular de Ahorro) y más tarde, en otra renovación de la banca central, convertido en BCC (Banco de Crédito y Comercio) donde conviven el peso cubano, el peso convertible y todas las divisas extranjeras que aportamos los que llegamos a Santa Clara desde un punto perdido en la Patagonia o desde una tranquila isla del Pacífico… ©cAc
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