Cuando entré por la primera vez al edificio que ocupara la escuela Santa Rosalía, ya el sitio estaba marcado por la ruina y el abandono. Creo que fue allá por 1983, cuando el inmueble acogió entre sus paredes, aquella tertulia de sábado provinciano que comenzaba a las nueve de la noche y se extendía hasta comenzada la madrugada. Fue el segundo sitio de la ciudad donde Ramón Silverio, -actor y dramaturgo- se instaló para ofrecer aquella bebida que era un exquisito mejunje y que le diera nombre y renombre al actual Mejunje. Al entrar en aquel edificio de la ciudad, estaba liándome a la historia urbana de Santa Clara y a la saga patrimonial de los Abreu. En ese momento, los curiosos pudimos ver con tristeza la degradación del lugar que viene a ser como una bofetada a la historia. Un buen día Santa Rosalía cerró su puerta a la velada cultural y acogió a aquel que se convirtiera en el más grande parqueo de bicicletas aledaño al Parque Vidal. En los pisos de la otrora institución educacional, en lugar de caer gotas del mejunje silveriano, ron y otras bebidas, cayeron el peso del polvo, de las ruedas y la suciedad del entra y sale de bicicletas. El abandono se enseñoreó del inmueble y justo recuerdo el gris azulado de sus paredes interiores y el bicolor triste de una fachada, casi monumental para Santa Clara, todavía a tiempo de rescatarla para orgullo de los santaclareños. © cAc-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario