En mayo de ese
año los exteriores, -decoración y agregados-, ya habían culminado, y en los
meses siguientes, los trabajos de marquetería no se hicieron esperar. La
colocación de vidrios, lucetas y vitrales, por la fragilidad, fueron, antes del
mobiliario, casi de las últimas etapas de la ejecución. Durante una visita de
Carlos Miguel de Céspedes para inspeccionar los trabajos de la CN n°1, el
ministro -hacedor de ideas- del recién creado ministerio de Obras Públicas- dio
fe de la casi concluida obra, majestuosa, imponente, en la periferia de una
ciudad provinciana, lejos del mar, pero en el camino que unía La Habana con el
Oriente cubano. ©cAc-2018
…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
lunes, 12 de febrero de 2018
Colocación de la primera piedra del Palacio de Justicia
sábado, 10 de febrero de 2018
El Palacio de Justicia de Santa Clara (generalidades)
Doscientos
cuarenta y un años después de haberse fundado el villorrio que devendría ciudad
en 1867, Santa Clara inauguró un majestuoso edificio para instituir justicia.
Corría marzo de 1930. El juzgado había ocupado hasta 1927, el recinto del
Cuartel de Tarragona, renovado y convertido en sede de la Audiencia de Santa
Clara. Ese mismo año, el edificio fue demolido, quedó ajustado el presupuesto
presentado por la municipalidad y se iniciaron los trabajos. Desde 1925 ocupaba
la presidencia de la república, Gerardo Machado y Morales, que integrara el
ejército Libertador durante la segunda guerra de independencia, y que, al
término de la guerra, fuera alcalde de Santa Clara, entre 1899 y 1902. El
primer mandato de Gerardo Machado (1925 – 1929) se caracterizó por la euforia
constructiva y la urbanización de las ciudades, entre las cuales Santa Clara se
vio beneficiada. La atravesaría la CN n°1, cuyo trazado pasaba frente al
comenzado Palacio de Justicia. Carretera Central y Palacio de Justicia, dos
obras que van a sacar a Santa Clara del letargo provinciano, casi al mismo
tiempo. Cincuenta y seis días separaron la inauguración del Palacio de Justicia
y la inauguración del tramo de carretera entre Matanzas y Santa Clara. Ambas
inauguraciones se realizaron durante el segundo mandato de Machado (1929 – 1933).
©cAc-2018
miércoles, 7 de febrero de 2018
El Paredón de fusilamientos
Tristes son todos los
fusilamientos. Porque truncan vidas y porque envuelven en sombras a las
familias. Ensombrecen la historia y enlodecen los poderes. Crucificar, ahorcar,
lapidar, fusilar, ensañamiento de los hombres contra los hombres desde tiempos
inmemoriales hasta nuestros días. Fusilar, triste manera de arrebatar la vida a
quienes por la vida luchaban. Los fusilamientos durante la gesta
independentista contra la dominación colonial española, triste pasaje en la
historia de Cuba. Y muchos de los fatídicos fusilamientos, tuvieron sitio en la
Santa Clara libertaria de la segunda mitad del siglo XIX. Un paño de pared que
vio desplomarse seres consagrados a la más cara de las ilusiones: la libertad.
Y por la libertad fueron allí fusilados, contra una pared de la que hoy queda
un pan de muro, y que nuestros antecesores, en materia de memoria histórica,
tuvieron el cuidado de conservar. Y justamente, cuando intentamos escribir la
historia, nos asaltan dudas. La duda, en este caso, nos autoriza a preguntarnos
si el sitio donde fusilaban hacía parte de una pared lateral del Cuartel de
Tarragona o si el muro fue levantado expresamente, exterior al recinto militar
para utilizarlo como lugar expedito para llevar a cabo los fusilamientos. Recordemos
que el cuartel, terminada la dominación española, fue reconvertido en la
Audiencia, y que más tarde, demolido el inmueble, el terreno fue utilizado para
construir el Palacio de Justicia. Si la pared utilizada
como paredón de fusilamientos fue mantenida en pie y conservada por
santaclareños comprometidos con la recuperación de la memoria histórica, la
acción se llevó a cabo durante los días en que estaba siendo demolido el
edificio de la Audiencia, es decir, en 1927. En este caso, la ubicación
espacial del cuartel, posteriormente Audiencia, difiere completamente con la
idea hasta ahora contemplada. En realidad, el inmueble estaba situado mucho más
próximo del camino que sería la carretera central, y su frente iba desde la
calle más tarde convertida en Paseo hasta donde se sitúa el Paredón, limítrofe
con la sabana existente en ese momento.De manera que el plano
espacial quedaría de esta manera:
El pedazo de pared
rescatado para la historia local se convirtió en un humilde sitio de memoria,
al cual sus iniciadores, miembros del Club Revolucionario Villareño Martí, le
adosaron una tarja de mármol con la siguiente inscripción: CAMINANTE!
¡DESCUBRETE! Este lugar está santificado por la sangre de los patriotas que el
tirano hizo morir porque ansiaban la libertad de la Patria. Esta primera tarja
fue colocada posterior a 1929 y antes que finalizara la década de 1930, pero no
puedo precisar la fecha exacta.
Posteriormente, otro grupo de intelectuales y apasionados de la historia local multiplicó esfuerzos por conservar y rehabilitar la herencia cultural y patrimonial de la ciudad. Al Centro de Veteranos y al Grupo de los Mil se debe la placa de bronce colocada un poco más baja que la marmolea tarja. La placa, que data de 1951, lleva en relieve el escudo nacional cubano, un machete y una bandera, ambos cruzados, y tiene como inscripción: A la memoria de los patriotas fusilados en este lugar. Y seguidamente la relación de patriotas: José Pulido + Marzo 3 de 1896. Casildo de Armas + Oct. 23 de 1896. Adolfo García + Enero 20 de 1897. Domingo Niebla + Enero 20 de 1897. Hoy solamente queda adosada la placa de bronce. No conozco el momento y las razones por la que fue desmontada la primera tarja, pero todo hace suponer que existía aún cuando el muro de ladrillos fue pintado, pues durante mucho tiempo quedó la marca de la tarja. Aunque la placa de bronce recuerda solo a cuatro patriotas, una tercera placa podría recordar a Tello Mendoza, Vicente Machado, Cándido Rocha, Ramón Prieto, y al primer ejecutado en el sitio, el patriota Rolando Valderas, y por cuya memoria, el Ayuntamiento rebautizó la pedregosa calle Suburbios con su nombre, en época temprana de la República. Tampoco puede olvidarse a aquellos peninsulares anclados en la Isla y que se unieron al ejército Libertador: José Vega, Adriano Admidasay, Atanasio Ventura, Juan Iturralde y José Gómez.
El sitio del Paredón entre 1959 y 1961. Nótese la verja en hierro forjado como fuera concebida originalmente. |
El muro de recordación y
su entorno han sufrido transformaciones y el abandono de las autoridades, que,
en lugar de valorizar el sitio, como sitio memorial, lo convirtieron en anexo
de juegos y actividades artísticas, al quedar situado y encercado por la valla
que delimita el área perteneciente al Palacio de Pioneros, antiguo Club de
Leones. La colocación de una cerca de alambre tipo Peerless trajo consigo la
transformación del sitio que perdió su cercado original, una pequeña cerca en
hierro forjado. La valla impidió igualmente el acceso al monumento, quedando
bloqueada la escalinata que desciende hasta el mismo. La escalinata está
flanqueada por dos gruesos basamentos, sobre los cuales se yerguen todavía
sendas farolas del mismo estilo de las utilizadas en el contiguo Parque de la
Audiencia. La tercera farola se situaba sobre el basamento del extremo derecho
del paredón.
Foto tomada en el año 2004 |
Durante años, a cada
preparación de Carnavales, el muro recibía dos brochazos de lechada y en
ocasiones lechada coloreada. La estructura y el muro en cuestión se han visto pintados
de blanco, amarillo, rosado… y pegado a la cerca que separa al muro de la
calle, un quiosco y una pipa de cerveza. Puede así recordarse la historia
local, sin tarja, e ignorantes del llamado a los paseantes? Sin necesidad de
quitarse el sombrero, al menos el silencio y el respeto podrían sellar el
llamado a no olvidar.
Foto tomada en el año 2009 |
Recientemente (noviembre
de 2017) pude constatar trabajos en el área del Paredón del lado del “palacio
de pioneros. Desgraciadamente no apreté el obturador cuando debí hacerlo y
tampoco osé preguntar en qué consistían los trabajos. Pensé que, de cierta
manera, tenían que ver con la renovación exterior del Palacio de Justicia como
parte del proyecto Villaclara con todos. Pienso que para rescatar el sitio y
rendir homenaje a todos los hombres allí fusilados, la primera etapa sería redimensionar
el espacio alrededor del viejo muro y separarlo jurídicamente del terreno
perteneciente al parque de pioneros. El antiguo Paredón de fusilamientos, que
aparece en la relación de “Sitios históricos” de la Oficina de Patrimonio de Santa
Clara, merece igualmente ser inscrito en la lista de Monumentos Locales de la
ciudad. ©cAc-2018
viernes, 2 de febrero de 2018
La Real Cárcel de Santa Clara
Desde que fue fundado el
villorrio en 1689 y hasta la segunda mitad del siglo XIX, Santa Clara no contó
con una verdadera penitenciaría. Los presos cumplían la pena en celdas
habilitadas, primero en el Cabildo de la calle Amargura (actual Marta Abreu), cuando
fue fundado el villorrio, y más tarde en la Casa Capitular instalada en la
vivienda del capitán Luis Pérez de Morales, frente a la Plaza Mayor. Con la
sucesión de tenientes gobernadores, la casa albergando el Cabildo, mejoraba sus
condiciones y seguía fungiendo como cárcel de la villa, función que duró hasta
1862. Cinco años antes de ser honorada con el título de ciudad, la villa se
dotó de una prisión, que evidentemente se llamaría Real Cárcel de Santa Clara,
siendo teniente gobernador, el coronel Patiño y Domínguez. La construcción de
la cárcel estuvo dirigida por el comandante de Ingenieros Jorge Talces. Corría
1862, año terminal de Francisco Serrano y Domínguez, Duque de la Torre, como
gobernador de la Capitanía General de Cuba.
Autorizada la Jefatura
Militar de Santa Clara a construir la cárcel, y con el asentimiento del
Ayuntamiento, las partes acordaron ejecutar la obra en un terreno donde
finalizaban dos estrechas calles que cerraban en ese punto el horizonte urbano:
Santo Espíritu (Juan Bruno Zayas) y San José (Enrique Villuendas). Terrenos yermos, guayabales, caserones de
madera distanciados, calles no delineadas, pedregosas y polvorientas, el
Cuartel de Tarragona en la misma perspectiva, y más al Sur, si se trazaba una
línea recta a partir de San José, el fondo del viejo hospital militar.
La cárcel fue construida
siguiendo el estilo neoclásico, y asegurando una verdadera armonía de volúmenes.
Originalmente concebida de una sola planta, el edificio estaba compuesto por un
pórtico frontal de cubierta plana sostenida por diez columnas toscanas y
flanqueadas por dos piezas a partir de las cuales, hacia el interior, se extendían sendas naves que formaban una herradura. Luego de un patio central
cuadrado, una nave paralela al cuerpo frontal unía las alas izquierda y derecha
del presidio. La dicha nave posibilitaba la inserción de un segundo patio, de
forma rectangular. Todas las naves dejaban ver pequeñas ventanas rectangulares
protegidas por rejas. Para la cubierta de las naves fue utilizada la teja
criolla. El pórtico estaba coronado por
un pretil recto severo en su decoración, una puerta de acceso principal con
arcada superior enrejada y seis ventanales a cada lado de la puerta, de simple
herrería. En la explanada de tierra frente al inmueble fueron plantados algunos
árboles. El resto del recinto carcelario estaba bordeado de un terreno que lo
separaba de las “calles”, pero sin ningún muro divisorio ni cerca. A la
entrada, sobre la pared, una placa de mármol fue colocada en el mismo año 1862
para recordar la construcción del inmueble.
La Real Cárcel dejó de
ser Real para convertirse en Cárcel Pública al término de la dominación
colonial (posteriormente Cárcel Provincial), y un año después la San José
periurbana, donde se levantaba el penal fue convertida en Paseo de la Paz. El
edificio no cambió de aspecto en todos esos años, pero los cambios republicanos
dieron terminación o renovaron la maraña urbana heredada. A la Cárcel le fue
agregado un recinto enrejado sostenido por pilares rematados en punta. En el
jardín contiguo a la nave izquierda le fue incorporada una fuente circular, y
fueron plantados olivos y palmas. Entre columna y columna de las que soportan
el frontón, fueron insertadas rejas de hierro forjado. En 1923, el Paseo de la
Paz es rebautizado Avenida General Juan Bruno Zayas, y una placa colocada en el
cruce de la “avenida” con la calle Caridad, dio fe de este cambio (la placa
desapareció no hace mucho cuando la vivienda enclavada en la esquina fue
reconstruida).
En un trágico accidente ocurrido en la esquina de la carretera
Central y el Paseo de la Paz, en septiembre de 1950, perdieron la vida dos empleados
del Juzgado, y para recordarlos, colegas de la profesión y amigos colocaron una
placa “in memorian” en junio de 1951. Durante el ataque a Santa Clara por las
tropas del ejército Rebelde, la penitenciaría fue asaltada y tomada el 31 de
diciembre de 1958. La Cárcel Provincial devenida “la cárcel” después de 1959,
estuvo en activo hasta la construcción del Penal de alta seguridad, conocido
como Pretensado. ©cAc-2018
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