Los aleros de casas de Santa Clara
Santa Clara es una ciudad eclética en su arquitectura urbana. La ciudad de estilo colonial dio paso a la ciudad neocolonial. En este salto, las casas con aleros casi desaparecieron y los que vemos hoy día están en muy malas condiciones por los años y la falta de mantenimiento urbano. Evidentemente, nunca los aleros del casco colonial de la ciudad de Marta tuvieron el colorido y el esplendor de sus pares cuencanos. En absoluto.
Cuenca (Ecuador) |
Me quedo boquiabierto cuando veo el estado de los aleros que sobreviven en muchas casas santaclareñas. La casa de mis padres, cuyo año de edificación es 1916, aún conserva sus aleros como la casa vecina, ambas construidas por el mismo maestro de obras. El alero o borde del tejado, no solo protege a los pasantes del sol o de un lloviznazo que no se espera. Es el sombrero de la casa, quien protege de la lluvia cuando viene “de frente”, como dicen los viejos, y quien sirve de refugio a los gorriones que hacen sus nidos en los huacales de las tejas y en las vigas aireadas.
En las tardes calurosas, mientras ya el sol va de pasada y la familia se sienta en la sala, afuera, los gorriones revolotean y arman su algarabía. Y a veces, alguno que otro, osa entrar en la sala, se posa sobre una lámpara y observa a los abajo sentados, luego planea, deja escapar un grito de alegría y vuelve a salir por la ventana enrejada.
Los aleros que rebasan la línea de la pared se conocen como “corridos”, y “de mesilla” aquellos que vuelan horizontalmente. Los “de chaperón” son los que no tienen canecillos, es decir, cuando la cabeza de la viga no sobresale al exterior. Son los más frecuentes en Santa Clara. La rehabilitación de muchas casas de Santa Clara, por sus propietarios, queriendo “mejorar” el estado de la vivienda, o resolver sus problemas de habitabilidad ha traído consigo la desaparición, desgraciadamente, de ese viejo encanto de las fachadas coloniales y neocoloniales.
Qué les
parece, si cuando al caminar por las calles del centro, levantamos la cabeza,
bien para admirar un viejo alero bien para evitar un accidente, no vaya a ser
que una teja se desprenda de un alero carcomido por el tiempo y no podamos
evitar el golpetazo. ©cAc-2008
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