Fue durante la estación de lluvias o acababa de pasar una tormenta tropical. No lo recuerdo bien. Todos los arroyos y cañadas crecieron y vertieron sus aguas en los escuálidos y sucios Bélico y Cubanicay. Un arroyuelo que alimenta al Cubanicay y apenas visible la mayor parte del año, se salió de su cauce y fue lavando piedras y sacando a flote y arrastrando todo lo que a su paso se interponía. Pero la corriente no le permitió arrastrar una mole blanca de velos y curvas. La crecida obligó a muchos a desviarse de su trayecto cotidiano. El cielo comenzaba a despejarse después de un temporal sostenido. La lluvia cesó de golpe, como es habitual, y la vida continuó su ritmo de antes. El paso sobre la cañada, que utilizaban los que iban a correr a la pista del Campo Sport, había desaparecido. Pero eso no fue obstáculo para los muchachos que saltando de piedra en piedra, no recularan ante el « desastre » y abrieran otro paso. Uno de ellos gritó que había descubierto una piedra de mármol y otro aseguró que habían otras piedras blancas. Hasta que uno de ellos comprendió que no eran ni piedras ni cantos sino partes de una estatua. Corrían los años 80. Los muchachos hicieron saber lo que habían descubierto y el rumor se expandió por toda Santa Clara. La crecida habia desenterrado la estatua de la Virgen del Camino, « depositada » allí luego de haber sido desmontada de su sitio original, en el curso del año 1959. No tengo idea del papeleo eclesiástico ni de la burocracia administrativa que hubo de llevar a cabo la estatua troceada para enmendarse y ocupar el sitio quer ocupa hoy en la Catedral de Santa Clara. En todo caso, no logró volver a la pequeña rotonda desde donde daba la bienvenida a todos los que entraban a Santa Clara viniendo por la carretera Central desde el occidente de la Isla.
La escultura en mármol de la Virgen del Camino estaba situada sobre un pedestal alto de dos metros en medio de una fuente octagonal solamente apoyado su centro a la base plana del conjunto, a la que se accedía por cuatro escalones de tres pasos cada uno. En la pequeña escalinata central, que daba al oeste, estaba situada una tarja con datos relativos a la fecha de instalación y a sus promotores. La Virgen miraba al Occidente, a su espalda la ciudad, a su derecha el viejo aeropuerto santaclareño y a la izquierda, el terreno en la esquina de la calle Venecia y la carretetra Central. Verdeando el monumento, cuatro modestos canteros. ©cAc-2008.
*Crónica que mezcla un hecho real de la historia contemporánea de Santa Clara y un poco de la imaginación del autor.