Fue durante la estación de lluvias o acababa
de pasar una tormenta tropical. No lo recuerdo bien. Todos los arroyos y
cañadas crecieron y vertieron sus aguas en los escuálidos y sucios Bélico y
Cubanicay. Un arroyuelo que alimenta al Cubanicay y apenas visible la mayor
parte del año, se salió de su cauce y fue lavando piedras y sacando a flote y
arrastrando todo lo que a su paso se interponía. Pero la corriente no le
permitió arrastrar una mole blanca de velos y curvas. La crecida obligó a
muchos a desviarse de su trayecto cotidiano. El cielo comenzaba a despejarse
después de un temporal sostenido. La lluvia cesó de golpe, como es habitual, y
la vida continuó su ritmo de antes. El paso sobre la cañada, que utilizaban los
que iban a correr a la pista del Campo Sport, había desaparecido. Pero eso no
fue obstáculo para los muchachos que saltando de piedra en piedra, no recularon
ante el « desastre » y abrieron otro paso. Uno de ellos gritó que
había descubierto una piedra de mármol y otro aseguró que habían otras piedras
blancas. Hasta que uno comprendió que no eran piedras ni cantos sino trozos de
una estatua. Corrían los años 80. Los muchachos hicieron saber lo que habían
descubierto y el rumor se expandió por toda Santa Clara. La crecida habia
desenterrado la estatua de la Virgen del Camino, « depositada » allí
luego de haber sido quitada de su sitio original, en los meses que siguieron a
la toma del poder por la caravana revolucionaria. No tengo idea del papeleo
eclesiástico ni de la burocracia administrativa que hubo de llevar a cabo la
estatua troceada para enmendarse y ocupar el sitio quer ocupa en la Catedral de
Santa Clara. En todo caso, no logró volver a la pequeña rotonda desde donde
daba la bienvenida a todos los que entraban a Santa Clara viniendo por la
carretera Central desde el occidente de la Isla. ©cAc-2008
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