Estando el obispo Gerónimo Valdés de visita en Gloriosa Santa Clara, a
mitad de junio de 1707, concedió la licencia que permitiría la construcción de
la ermita del Buenviaje. La ermita que promovieron Antonio Salgado, Domingo
Quila, Francisco Moya, Manuel Antunes y Francisco Hurtado, fue el tercer
edificio religioso levantado en Gloriosa, y bendecido en su apertura cuando
comenzaba 1719 (*). El edificio original se construyó con pesados horcones cortados
en las inmediaciones del villorrío, cubiertos de tablas de palma y como techo,
pencas de guano. Así se mantuvo durante cuarenta y tres años, al cabo de los
cuales fue reconstruido con mampostería y tejas. La reconstrucción que duró
desde 1762 hasta 1765 contó con el vigor del Padre Conyedo que veló hasta que
fue colocado el techo del templo.
Pasó más de una centuria, y durante ese tiempo, la ermita fue arruinándose
casi hasta desaparecer. Templo y camposanto se mezclaron y ante la aparición de
restos humanos antiguamente enterrados, religiosos y pueblo se preguntaron qué
hacer sin mucha respuesta de las autoridades. La ermita pasó a cargo de los
Pasionistas y con el entusiasmo y aporte de Marta Abreu, se abrió una puerta a
la no destrucción del edificio. La ermita fue reconstruida y se edificó además,
en el terreno anexo, el Convento de la Comunidad, obra que beneficiaba al
barrio con un colegio y que mantenía un lugar de culto.
La ermita volvió a sufrir transformaciones para su mejoramiento y se
convirtió en Nuestra Señora del Buenviaje.
La iglesia, que ocupa la esquina de la calle del Buenviaje y de la calle Unión , tiene su
entrada por ésta última. Colindante a la iglesia, el Arzobispado de Santa
Clara. ©cAc-2008
(*) Manuel Dionisio González, en Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su jurisdicción. Edición de 1858. Villaclara. Imprenta del Siglo. Calle de San José N°18.
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