Si bien la foto pudiera motivar un
comentario de índole arquitectural, no sería en este post. Quiero referirme a
los dos bustos, cuyas maestras nos enseñaron a respetar desde aquella mañana
septembrina en que cruzamos la puerta de la escuela. En el medio del patio,
mirando a la entrada, el busto del Apóstol, en su base un cantero siempre
florecido. A su izquierda, el busto de Marta Abreu, cuyo nombre lleva la
escuela. Crecimos con la certeza de las palabras del Maestro. Y lo honramos
infinitamente. Dos veces me eligieron para representar a Martí, una vez fue en
ese patio, frente a su busto. Tenía diez u once años. Cada viernes se realizaba
el « acto cívico » que luego cambió de nombre. Y se hacían representaciones
teatrales, se declamaban poemas, breve, que correspondió a mi grupo
protagonizar los hechos que antecedieron al juicio en el que José Martí fue
condenado al Presidio Político. Recuerdo que temblé leyendo la carta que los
voluntarios españoles habían encontrado en casa de su amigo Fermín Valdés
Dominguez, dirigida a Carlos de Castro, un condiscípulo ["¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los
apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía? Esperamos
que un discípulo del Sr. Rafael M. de Mendive no ha de dejar sin contestación
esta carta.". Valdés Martí] La carta sirvió para acusar a Martí de infidencia.
Martí y Valdés Dominguez fueron enjuiciados, y castigados a seis años de cárcel
y seis meses respectivamente. Cumple condena en Cuba y luego es desterrado a
España. De ésta dura experiencia sale de su pluma El Presidio Político en Cuba, en el cual narra la opresión, el abuso y
los horrores de la prisión perpetrados por el gobierno español de la Isla. ©cAc-2009
…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
jueves, 29 de enero de 2009
miércoles, 14 de enero de 2009
Tropezar con la misma piedra... en la fachada
Hace un par de meses, un colega de la blogosfera,
me sugirió leer un post en el que se hacía referencia a la piedra como
revestimiento de fachadas, e incluso de paredes interiores. En efecto, fui al
blog, que resultó ser el de un coterráneo (http://alocubano.nireblog.com/ ) cuyo nombre me dice algo, pero no recuerdo. Jorge García Sosa hace
alusión al artículo que publicara la arquitecta Milvia
Maribona en el número 54 de Signos (que dicho sea de paso por
mucho que he removido cielo y tierra no he logrado que llegue a mis manos), en
el cual hace una reflexión crítica de la manera que evolucionan las
intervenciones y remodelaciones en el sector residencial urbano.
Repito, no he leído el artículo, pero siguiendo el
de García Sosa, no puedo hacer otra cosa que fruncir el seño y hacer una mueca de
desaprobación. Ciertamente, enchapar las paredes en piedras, lajas, cantos y
hasta con mosaicos de cerámica es aberrante. No es mi interés aquí criticar a
los ocupantes de las viviendas, propietarios o no. Ellos se las agencian para
“mejorar” su vivienda, para “darle vida” a la fachada, compran los materiales,
caros, pagan la mano de obra, la mayor parte de las veces, con precios
excesivos. Y hasta pagan por un trabajo que a la larga no es de calidad, o los
albañiles no usaron el material como debían, para ver que les quedaba...Y eso
para muchas familias puede ser una pesadilla desde el día mismo en que un
miembro habló de darle un poco de mantenimiento a la fachada. Lo que
comenta el articulista García Sosa es una realidad. Lástima que deriva en otros
fenómenos para tratar el tema, si escabroso, de la renovación urbana en el
medio urbano. Pero eso es harina de otro costal. Es verdaderamente horrible ese
tipo de intervención reconstructiva. Son de muy mal gusto esas fachadas por muy
bueno que haya sido el maestro de obra. Yo voy al grano en cuanto culpas de que
eso suceda. Las familias, éntrele el dinero de la manera que le entre, ese no
es mi problema, aprovechan para hacer una inversión que ellas estiman necesaria
y positiva. Vista hace fe, y la fachada muchas veces dice de sus ocupantes.
Lógicas y lógicas. Pero, si las colectividades locales funcionaran como deben
funcionar, y las autoridades pertinentes que controlan la restauración y
rehabilitación urbana, en lugar de multar, recriminar y no hacer nada,
impusieran el uso de los códigos urbanos y ordenanzas más locales que
nacionales, a lo mejor la gente entendería el por qué hay que preservar el
patrimonio urbano y no destruirían la historia arquitectónica de una ciudad. Sin
proponérmelo, encontré esta foto de una fachada en la calle San Pedro , en la
ciudad del Bélico, esa que es portadora de piedras y lajas en sus fachadas.
Héla aquí:
Y para que vean que la manía de enchapar paredes
exteriores no es solamente un fenómeno ligado a dinero mal habido, les presento
la fachada de una vivienda de la
calle Cuba , que deteriorada por la humedad (cosa que abunda
en la isla), la familia decidió evitar que el mal siguiera “subiendo” y lo
atajó con azulejos verde botella, que por su calidad, brillo y color datan de
finales de 1940:
Y encontré esta otra foto, también en
sábado, 3 de enero de 2009
Cien años de la desaparición de Marta Abreu de Estévez
Marta Abreu se apagó apenas
comenzado el siglo XX, no en la villa que la vio nacer, tampoco en la casona
del ingenio cercano a Cruces, ni en Prado 72 en La Habana. Paris la vio partir,
aún joven, el 2 de enero de 1909, a la edad de 64 años, en plena vitalidad a
pesar de los males que la aquejaban. Tuvo Doña Marta en su cabecera, además de
los suyos, la delicada atención del sagüero Joaquín Albarrán, médico cirujano y
amigo.
El cuerpo de Marta fue trasladado
a la iglesia de Saint-Philippe y sepultada en el cementerio parisino de
Montparnasse, en la tumba de la familia Grancher, y más tarde, desaparecido
Luis Estévez, y por voluntad de
ellos, fueron llevados a La Habana, al
panteón familiar donde ya reposaban sus padres.
La más noble de las
villaclareñas, fue la segunda hija de Don Pedro Abreu y de Doña Rosalía
Arencibia y nació casi terminando la primera mitad del XIX, el 13 de noviembre
de 1845, en la casa de los Abreu en la calle de Sancti Spíritus (actual Juan
Bruno Zayas).
La casa colonial de esquina, con
portal y columnas era propiedad de Pedro Abreu. Marta nació en la casa
contigua, también propiedad de la familia, y que en su lugar fue construido un
edificio de tres niveles. Sobre la fachada de la planta baja fue colocada una
tarja de recordación.
Los villaclareños orgullosos de
haber tenido a esta mujer sin par, como benefactora de la ciudad y de sus
pobladores, sobre todo hacia aquellos privados de recursos y medios, le
erigieron un monumento para corresponder a su alta obra y mantener vivo su
recuerdo. El monumento fue situado en un área del Parque Vidal, el año que
marcó el centenario de su nacimiento. Desde entonces, y en el mismo lugar,
Marta vela por su ciudad y se estremece cada vez que la ciudad del Bélico
olvida que todavía pueden hacerse grandes obras para todos los pilongos, sin
que la imagen de su villa pierda los trazos de aquella que ella ayudó a
modernizar. El nombre de Marta sigue vivo en la ciudad del Bélico, que lo ha
incorporado a calles, escuelas e instituciones.
La calle que tuvo por primer
nombre Amargura y luego otros, es hoy la calle de Marta Abreu (en la foto, la
placa antigua y una más reciente, sobre la pared del edificio Billarista). La
calle comienza en el Parque Vidal, y se extiende al oeste hasta el puente sobre
el Bélico en la curva que hace la carretera Central, y luego pasando la
desaparecida Tenería, también donde la Central hace otra curva (banda
Esperanza), la calle se convierte en Prolongación de Marta Abreu, y que en
algunos mapas aparece como avenida de los eucaliptus. La avenida que también
porta su nombre, es una doble vía con separador central que comienza en
Prolongación de Colón, en un área periurbana que comenzó a desarrollarse en la
década de 1950, atraviesa los repartos Escambray, Vigía Sur y Escambray Norte
(antiguo Doblevía) hasta la carretera Central en dirección al este (Banda
Placetas). A partir de aquí, la avenida hace función de frontera entre dos
repartos al norte de la carretera, de un lado el reparto Sandino y del otro Brisas
del Capiro. En los años cincuenta, a la clínica que se levanta en el reparto La
Riviera, el internado para huérfanos y niños sin amparo filial, y a la
Universidad Central de Las Villas, les fueron otorgados el nombre de la insigne
benefactora. El Colegio Tandrón fue rebautizado Marta Abreu. ©cAc
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