miércoles, 29 de julio de 2009

Calles adoquinadas de Santa Clara


Gerardo Machado y Morales ocupó la primera magistratura de la isla cuando Santa Clara daba los últimos toques al reordenamiento de su parque, denominado “parque republicano”. Dos años después, en 1927, la ciudad de Marta vio sanear sus calles, como concretización del programa electoral con el cual Machado había ganado la silla presidencial, y cuyo slogan era “agua, caminos y escuelas”. No pretendo enjuiciar los actos políticos de Machado, ni alabarlo por el hecho de que bajo su gobierno Santa Clara cambiara su aspecto urbano y se dotara de nuevas edificaciones. Gerardo Machado era camajuanense, nacido en 1871, pero su familia se había radicado en la capital provincial, lo que hace suponer que haya sido esto lo que lo aproximó y llevó a privilegiar a la ciudad en sus planes de saneamiento.
Decía que las calles quedaron pavimentadas, y eso era un paso en el progreso. Una vez alguien con quien hablaba quiso minimizar el alcance de esos trabajos públicos y me dijo, -pero Machado no pavimentó todas las calles de Santa Clara!, y por supuesto entramos en un callejón sin salida. No era posible pavimentar, por chica que fuera, una ciudad entera, y tampoco era la única a pavimentar en la isla. El adoquín, importado de Noruega, a dieciocho centavos de dólar la pieza, se colocó sobre una base de hormigón en aquellas calles propensas a una mayor circulación. En el resto de las calles pavimentadas, primero se rellenaron de piedra picada para atenuar las imperfecciones y evitar futuras depresiones, y luego fueron cubiertas de macadam tipo “Telford”. Estas obras viales en la ciudad, -cuyo costo ascendió a 743 000 pesos, ayudaron a mejorar no solo el aspecto urbano sino también la calidad de vida de sus pobladores, pues conjuntamente con la pavimentación, se incorporó la red de alcantarillado y acueducto. ©cAc

miércoles, 15 de julio de 2009

Remedio para salvar un Cayo: trasladarlo!

En el siglo XVI fueron fundadas las primeras villas de la isla. La octava villa fundada, San Juan de los Remedios, cuyo emplazamiento original y futuros desplazamientos fue pan de cada día entre curas y autoridades del Cabildo, se convirtió en el embrión de la actual ciudad de Santa Clara.
Hacía más de un siglo que Cuba había sido descubierta, más tarde conquistada y la colonización ya estaba enraizada, cuando los remedianos comenzaron a buscar un sitio para trasladar Asiento Viejo del Cayo hacia una zona más segura, o más fértil, y mejor situada, o todo en su conjunto inspirado en muy personales intereses.
Entre los remedianos dispuestos a asentarse en otros parajes, los había nacidos y bautizados en su iglesia parroquial, porque ya el pueblo había sido testigo de la renovación generacional en el espacio de 174 años, y los había llegados de puntos perdidos o conocidos de la península. Es decir, el Cayo Nuevo, como se le conoció en sus orígenes al asentamiento levantado en la hacienda Ciego de Santa Clara conocida también como de Antonio Díaz, no fue fundado ni por conquistadores ávidos de aventuras, ni por colonizadores desembarcados frescamente de sus navíos, ni por designios reales interesados en un lugar que podría llenarle arcas y sostén a sus coronas. No. La indistintamente llamada Cayo Nuevo de Santa Clara, y otras veces Pueblo Nuevo de Antonio Díaz, fue la idea preconcebida por hombres dominadores que habían sembrado la zozobra y la intranquilidad entre sus parroquianos.
La total desaparición de San Juan de los Remedios, o su abandono a medias, la fundación de un nuevo pueblo, el empuje de uno y la subsistencia del otro, que hizo que la vida continuara en los dos Cayos, -el centenario Asiento Viejo, y el Cayo-Nuevo- fue obra de la sed de avaricias y protagonismos del hombre, en busca de nuevos horizontes. Eso es, Santa Clara es el resultado de los nuevos horizontes que se perfilaban en los genes colonizadores y evangelizadores de los curas Cristóbal Bejerano y José González de la Cruz, y del capitán Manuel Rodríguez y sus correligionarios.
Felizmente, la raíz madre de Santa Clara, encanecida y bastante descuidada hoy, no murió en aquel arranque frenético de sus pobladores. A la villa de San Juan de los Remedios, le debemos hoy que haya nacido Santa Clara en aquellos parajes de Sabana Larga. ©cAc
Les propongo un viaje en imágenes por las calles de Remedios.

martes, 14 de julio de 2009

Gloriosa con la proteccion de su patrona, Santa Clara de Asis. Aniversario 320 de la fundacion de la ciudad.



Hace 320 años, en 1689, mientras el capitán Manuel Rodríguez, y José González de la Cruz, alcalde y cura respectivamente de Asiento Viejo del Cayo, se disputaban el lugar donde fundarían un nuevo villorrio a donde se trasladarían los vecinos dispuestos a abandonar la ya centenaria población de San Juan de los Remedios, el mundo daba vueltas y los acontecimientos se sucedían.
Francia declara la guerra a España, y sus tropas invaden la Cataluña hasta las puertas de Girona. El zar Pedro el Grande derroca a su hermana Sofía e inicia su reinado. Nace en La Brède, Charles-Louis de Secondat, barón de La Brède y de Montesquieu, moralista, pensador político, precursor de la sociología, filósofo y escritor francés del siglo de la Ilustración. El Imperio Otomano nombra Gran Visir a Fazim Mustafa que se convertiría en Köprülü III. Versalles se dota de sus grandes alas norte y sur, realizadas por el sur-intendente de los edificios reales, Jules Hardouin-Mansart, y el sabio suizo, Jacques Bernoulli desarrolla el cálculo integral.
Cien años tenía entonces la villa, cuando la Bastilla es tomada y la Revolución Francesa se pone en marcha. Nace la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y por decreto, Francia se divide en departamentos. Ese mismo año queda terminado el Panteón de Paris, que diseñara Jacques-Germain Soufflot. En 1789, se elige al primer presidente de la Unión que resultó ser George Washington, y entra en vigor la Constitución americana.
En 1889, ya Santa Clara había obtenido su título de ciudad, la isla había conocido su primera guerra de independencia. Mientras los criollos se preparaban para la segunda guerra contra la dominación española, Oklahoma era abierto a la colonización. El Japón promulga la Constitución de Meiji, redactada por el príncipe Hirobumi Itô y en la India se funda el movimiento Ahmadiya que se convertirá en el principal promotor del renacimiento islámico. Santa Clara, tranquila, creciendo entres sus dos ríos, no es ajena a la Exposición universal de Paris, y Marta, que para entonces vivía entre La Habana y Paris, se hace vocera del acontecimiento, y cuenta a sus amigas de la gran torre que acaban de inaugurar en la capital francesa.
Cumplidos sus trescientos años y sin muro que derribar, Santa Clara se contentó de ver caer aquel que agrietó los cimientos del bloque soviético y que puso fin simbólicamente a la guerra fría. Veinte años más tarde, la ciudad sigue asfixiada por tercos e incompetentes, a pesar de tanta gente talentosa que quisiera verla despojarse de sus males y de aquellos que no vacilan en ponerle trabas. La ciudad de Marta no puede ser más que de su benefactora, que legó a sus hijos pilongos el don de construir y no de la destrucción, como antes lo hicieran los padres Conyedo y Hurtado de Mendoza. Como también lo hicieran, sus ilustres maestras Nicolasa Pedraza y Dámasa Jova, los villaclareños que marcharon a la manigua y aquellas mujeres del pueblo que fueron, soportes indiscutibles de la guerra por la independencia.

Felicidades Gloriosa Santa Clara , fundada en Sabana Larga, en un claro de monte conocido como los Orejanos, a la sombra de un tamarindo, en la mitad del mes de julio de 1689. ©cAc

lunes, 13 de julio de 2009

Gloriosa de envejecer amada eres, Santa Clara...


Durante mi estancia en la ciudad del Bélico, desde casi al final de este último “invierno”,-mucho más frío que los habituales- y por espacio de dos o tres semanas de una “primavera”, si tomamos en cuenta el ciclo de solsticios y equinoccios, generosa en tardes lluviosas, a pesar de que aún faltaba tiempo para que se instalaran los aguaceros de mayo, busqué espacios de tiempos, luces y sombras para captar el paisaje urbano de la ciudad de Marta, que mañana festejará cumpleaños de esos que por ser casi redondos se recuerdan con facilidad.


Yo nací cuando la ciudad estaba a punto de cumplir 273 años y durante toda mi infancia no escuché algarabía alguna por la fundación de Gloriosa (quizás en aquellos tiempos no ponía atención como ahora!), ni tan siquiera cuando en el verano del 69 la ciudad cumplió 280 calientes estíos. Siguió creciendo la controvertida villa fundada entre dos ríos, y también crecí yo. Primero me becaron, hecho que me alejó de sus calles y del bregar pilongo. Luego me evadí yo, que preferí instalarme fuera de sus muros (cuáles?).
Pero no falté, aunque ya me sentía pilongo ausente, a los festejos por el trescientos aniversario de la fundación de aquel que fuera villorrio bendecido por un cura remediano. Por los 300 años, la calle Gloria volvió a lucir colores con su verbena. El parque, que aún no había sido cerrado al tránsito de vehículos (si me equivoco, háganme saber!) era hormigueo de gentes y música y bullicio como lo era la calle Máximo Gómez desde la esquina del teatro hasta la Loma del Carmen. Únase a esto, el hecho de la proximidad de las fechas carnavalescas, y que estábamos en pleno periodo de vacaciones de verano (hay otras?).
En vísperas del nuevo milenio, Santa Clara cumplió 310 años, pero la evasión había tomado carácter migratorio y aquel 1999 no supe qué hicieron los pilongos por el aniversario. Tampoco estaré mañana, pero recordaré a la ciudad de Marta desde este blog. He leído que la ciudad se prepara para los festejos, y en un artículo aparecido en Vanguardia (1) el articulista escribió, entre otras cosas, que “como resulta tradición, esa mañana del miércoles 15 de julio se recibirá en la entrada del conocido Puente de La Cruz a los remedianos, en recordación de las 17 familias que provenientes de San Juan de los Remedios vinieron al centro de Cuba para fundar la villa”. Me gustaría que el articulista rectificara que no fueron 17 sino 18 las familias remedianas, y que se trasladaron apenas a doce leguas de San Juan de los Remedios, es decir, ya estaban en el centro de Cuba. Y referente a la cantidad de personas y familias, si bien diez y ocho quedó en la memoria como cantidad oficial, fueron menos o fueron más, y en ese conteo hay tela por donde cortar.
Por los 320 años mi sitio estará vacío en la ciudad, no que añoro, pero que amo. Y por ello los atiborraré de luces y sombras captadas con el mero placer de mostrar, de compartir, de loar, si bien lo mereciera y de criticarla, porque la siento mía, y con derecho!


(1) Narciso Fernández Ramírez, “Santa Clara se prepara para su 320 aniversario” Periódico provincial Vanguardia, 24 de junio de 2009.