Durante mi
estancia en la ciudad del Bélico, desde casi al final de este último
“invierno”,-mucho más frío que los habituales- y por espacio de dos o tres
semanas de una “primavera”, si tomamos en cuenta el ciclo de solsticios y
equinoccios, generosa en tardes lluviosas, a pesar de que aún faltaba tiempo
para que se instalaran los aguaceros de mayo, busqué espacios de tiempos, luces
y sombras para captar el paisaje urbano de la ciudad de Marta, que mañana festejará
cumpleaños de esos que por ser casi redondos se recuerdan con facilidad.
Yo nací cuando
la ciudad estaba a punto de cumplir 273 años y durante toda mi infancia no
escuché algarabía alguna por la fundación de Gloriosa (quizás en aquellos
tiempos no ponía atención como ahora!), ni tan siquiera cuando en el verano del
69 la ciudad cumplió 280 calientes estíos. Siguió creciendo la controvertida
villa fundada entre dos ríos, y también crecí yo. Primero me becaron, hecho que
me alejó de sus calles y del bregar pilongo. Luego me evadí yo, que preferí
instalarme fuera de sus muros (cuáles?).
Pero no falté,
aunque ya me sentía pilongo ausente, a los festejos por el trescientos
aniversario de la fundación de aquel que fuera villorrio bendecido por un cura
remediano. Por los 300 años, la calle Gloria volvió a lucir colores con su
verbena. El parque, que aún no había sido cerrado al tránsito de vehículos (si
me equivoco, háganme saber!) era hormigueo de gentes y música y bullicio como
lo era la calle Máximo Gómez desde la esquina del teatro hasta la Loma del
Carmen. Únase a esto, el hecho de la proximidad de las fechas carnavalescas, y
que estábamos en pleno periodo de vacaciones de verano (hay otras?).
En vísperas del
nuevo milenio, Santa Clara cumplió 310 años, pero la evasión había tomado
carácter migratorio y aquel 1999 no supe qué hicieron los pilongos por el
aniversario. Tampoco estaré mañana, pero recordaré a la ciudad de Marta desde
este blog. He leído que la ciudad se prepara para los festejos, y en un artículo
aparecido en Vanguardia (1) el articulista escribió, entre otras cosas, que
“como resulta tradición, esa mañana del miércoles 15 de julio se recibirá en la
entrada del conocido Puente de La Cruz a los remedianos, en recordación de las
17 familias que provenientes de San Juan de los Remedios vinieron al centro de
Cuba para fundar la villa”. Me gustaría que el articulista rectificara que no
fueron 17 sino 18 las familias remedianas, y que se trasladaron apenas a doce
leguas de San Juan de los Remedios, es decir, ya estaban en el centro de Cuba.
Y referente a la cantidad de personas y familias, si bien diez y ocho quedó en
la memoria como cantidad oficial, fueron menos o fueron más, y en ese conteo
hay tela por donde cortar.
Por los 320 años
mi sitio estará vacío en la ciudad, no que añoro, pero que amo. Y por ello los
atiborraré de luces y sombras captadas con el mero placer de mostrar, de
compartir, de loar, si bien lo mereciera y de criticarla, porque la siento mía,
y con derecho!
(1) Narciso Fernández Ramírez,
“Santa Clara se prepara para su 320 aniversario” Periódico provincial
Vanguardia, 24 de junio de 2009.
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