Hace 320 años,
en 1689, mientras el capitán Manuel Rodríguez, y José González de la Cruz,
alcalde y cura respectivamente de Asiento Viejo del Cayo, se disputaban el
lugar donde fundarían un nuevo villorrio a donde se trasladarían los vecinos
dispuestos a abandonar la ya centenaria población de San Juan de los Remedios,
el mundo daba vueltas y los acontecimientos se sucedían.
Francia declara
la guerra a España, y sus tropas invaden la Cataluña hasta las puertas de
Girona. El zar Pedro el Grande derroca a su hermana Sofía e inicia su reinado.
Nace en La Brède, Charles-Louis de Secondat, barón de La Brède y de
Montesquieu, moralista, pensador político, precursor de la sociología, filósofo
y escritor francés del siglo de la Ilustración. El Imperio Otomano nombra Gran
Visir a Fazim Mustafa que se convertiría en Köprülü III. Versalles se dota de
sus grandes alas norte y sur, realizadas por el sur-intendente de los edificios
reales, Jules Hardouin-Mansart, y el sabio suizo, Jacques Bernoulli desarrolla
el cálculo integral.
Cien años tenía
entonces la villa, cuando la Bastilla es tomada y la Revolución Francesa se
pone en marcha. Nace la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano,
y por decreto, Francia se divide en departamentos. Ese mismo año queda terminado
el Panteón de Paris, que diseñara Jacques-Germain Soufflot. En 1789, se elige
al primer presidente de la Unión que resultó ser George Washington, y entra en
vigor la Constitución americana.
En 1889, ya
Santa Clara había obtenido su título de ciudad, la isla había conocido su
primera guerra de independencia. Mientras los criollos se preparaban para la
segunda guerra contra la dominación española, Oklahoma era abierto a la
colonización. El Japón promulga la Constitución de Meiji, redactada por el príncipe
Hirobumi Itô y en la India se funda el movimiento Ahmadiya que se convertirá en
el principal promotor del renacimiento islámico. Santa Clara, tranquila,
creciendo entres sus dos ríos, no es ajena a la Exposición universal de Paris,
y Marta, que para entonces vivía entre La Habana y Paris, se hace vocera del
acontecimiento, y cuenta a sus amigas de la gran torre que acaban de inaugurar
en la capital francesa.
Cumplidos sus
trescientos años y sin muro que derribar, Santa Clara se contentó de ver caer
aquel que agrietó los cimientos del bloque soviético y que puso fin
simbólicamente a la guerra fría. Veinte años más tarde, la ciudad sigue
asfixiada por tercos e incompetentes, a pesar de tanta gente talentosa que
quisiera verla despojarse de sus males y de aquellos que no vacilan en ponerle
trabas. La ciudad de Marta no puede ser más que de su benefactora, que legó a
sus hijos pilongos el don de construir y no de la destrucción, como antes lo
hicieran los padres Conyedo y Hurtado de Mendoza. Como también lo hicieran, sus
ilustres maestras Nicolasa Pedraza y Dámasa Jova, los villaclareños que
marcharon a la manigua y aquellas mujeres del pueblo que fueron, soportes
indiscutibles de la guerra por la independencia.
Felicidades
Gloriosa Santa Clara , fundada en Sabana Larga, en un claro de monte conocido
como los Orejanos, a la sombra de un tamarindo, en la mitad del mes de julio de
1689. ©cAc
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