La palabra « pasaje » es a los santaclareños lo que para los habaneros es un “solar”. Pero no me referiré ni a los solares capitalinos, ni a los pasajes de la ciudad del Bélico, y tampoco al otrora “Hotel Pasaje”, hoy convertido en cuartería. Sin embargo, pasaje es la palabra de referencia en este texto a manera de preámbulo, y que me servirá para presentarles no uno, sino, dos pasajes. No será un pasaje de la Biblia, ni la calle corta y estrecha que es el Pasaje Anderson, no sé si tendré suerte de comprar un pasaje cuando el camagüeyano pase tarde en la noche y se detenga en el andén 1 de la terminal de trenes. Hace un montón de años, cuando yo montaba la ruta 3 en la Terminal, para ir a la escuela, el pasaje costaba “un medio” (cinco centavos). Pasaje es eso y un montón de otras cosas, pero ninguna de ellas tiene que ver con los pasajes que les traigo a colación: los Pasajes Luyanó y Virtudes.
Los pasajes Luyanó y Virtudes fueron construidos en el periodo republicano, y pienso que muy al principio, cuando conservadores y liberales se alternaban en el poder, quizás durante el mandato de José Miguel Gómez o bien durante la presidencia de Mario García Menocal. En ese entonces, la calle Princesa había sido rebautizada como Avenida Estrada Palma, y no en toda su extensión, pues siguió siendo calle desde el puente General Monteagudo en dirección a la ciudad, y avenida desde el puente hasta sus límites arrabaleros conduciendo al cementerio israelita, situado en el barrio conocido como “Los Sirios”. La construcción del puente data de 1915. Debe haber sido posterior a 1915 la construcción del “Luyanó” y me inclino a pensar que el pasaje Virtudes se construyó mucho después.
Las edificaciones eran raras en la avenida pedregosa y polvorienta, en su mayoría viviendas modestas. Haciendo esquina con la calle Toscano, una casona perteneciente a una familia de inmigrados ibéricos. Del otro lado tres o cuatro viviendas adosadas. Sobre la fachada del inmueble de marras podía leerse “Pasaje Luyanó” Ave Estrada Palma y Toscano.
La calle Toscano, como igualmente Virtudes, hacía parte de esa trama urbana de la ciudad, donde convivían las clases pobres de la ciudad, obreros, domésticas, marginales y en su mayoría, negros y mulatos. La religión afrocubana era allí un lugar de referencia, como lo es también hoy. La idea que me lleva a escribir sobre estos dos “pasajes”, -atípicos en el paisaje urbano de la ciudad, es la de perpetuar la memoria histórica del patrimonio de Santa Clara. Por qué fueron construidos estos inmuebles habitacionales? Para ganar electores de una zona poblacional sumida en la miseria y el desamparo? Santa Clara tenía alcalde, pero los barrios también tenían su alcalde, y los políticos se jugaban sus puestos usando toda suerte de atracción. Como ocurre hoy en cualquier pueblo o ciudad del mundo. Luyanó y Virtudes, pasajes con vocación a lugar de pasaje en espera de mejores tiempos, nacían en el corazón de una zona semiurbana sensible, golpeada por la pobreza y la precariedad.
Qué confort tenían estos dos inmuebles al momento de su construcción? Yo supongo, que las normas de habitabilidad eran diferentes en la época, y si vieron la luz, fue porque se correspondían con las exigencias de entonces. Y si en lugar de haber sido obra de campañas electorales, fueron la obra de casatenientes que se dedicaban a construir lucrando con la miseria de otros? Puedo imaginar tantos casos de figuras como ideas me pasan por la mente. Ambos pasajes tuvieron la misma planta constructiva. Una enfilada de cuartos, a la izquierda, otra enfilada a la derecha. Cada cuarto, puerta de entrada y ventana pequeña, protegida con reja de hierro, simples, sin obraje. La fachada del Luyanó, de línea ondulada como un gato arqueado para ocultar el puntal del techo y con dos ventanas pertenecientes al primer cuarto de cada enfilada. Un poco más austera y de menor altura, la fachada del Virtudes, de líneas rectas en ascenso imitando un frontispicio coronado de rasillas. Cubierta de tejas con caída a dos aguas, los inmuebles tenían seis u ocho cuartos por cada entrada, un contador de electricidad para cada cuarto y conexión a la red de agua pero no al alcantarillado. Alcantarillado?, esto es una suposición mía, porque el alcantarillado es aún en la actualidad, una situación crítica en toda la barriada, cruzada de cañadas y aguas negras.
En el 2009 poco quedaba de la fachada del Pasaje Luyanó, pero los cuartos seguían en pie y las familias viviendo en ellos. En el 2012, en el paisaje urbano de la calle Estrada Palma, en el lugar del viejo inmueble, descubrí la hierba y la basura tronando como dueños. En el 2009 conversé con algunos vecinos, que no vacilaron en enseñarme la pobreza en la que vivían. En el 2012 no vi otra cosa que decrepitud, abandono y el tronco de un árbol enorme tumbado por la fuerza de algún viento huracanado. Pero hasta febrero del 2013 no supe de la existencia del Pasaje Virtudes. Andaba buscando hacer alguna foto para mis memorias santaclareñas cuando descubrí el pasaje, y no más me puse a hacer fotos, un grupo de vecinos que jugaban dominó y tomaban ron, me rodearon para preguntarme el porqué de las fotos y si yo las iba a publicar, (en Cuba, con una cámara fotográfica en la mano, nunca pasas desapercibido) unos sarcásticos, otros preguntándome que cuánto me pagaba el “enemigo” por fotografiar la miseria (lejos en mi objetivo como investigador del patrimonio urbano), en fin, la misma historia de siempre, los cubanos son imprevisibles. Me hubiera gustado indagar más sobre el pasaje, los vecinos, la habitabilidad, el cómo viven, pero hacer todo eso también tiene riesgos, y es mejor si del lobo un pelo. Me contenté con las fotos que pude hacer. Les dejo algunas fotos del otrora Luyanó y del todavía en pie Virtudes, aunque no pueda precisarles de cuáles virtudes se viste el entorno del pasaje. ©cAc-2014
El pasaje Luyanó antes de su demolición en 2009. Foto del lugar tomada en el 2012.
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Fachada del Pasaje Virtudes |
Vista del pasillo izquierdo del pasaje, numerado con el 463 |
Impactante testimonio. Una metáfora (triste) de lo que sucede en Cuba. Gracias, Carlos.
ResponderEliminarAbel, los dos pasajes desaparecieron de la trama suburbial santaclareña, cierto, muy pobres, pero no desaparecieron para aliviar la pobreza, sino para engendrar una nueva. Los hizo desaparecer la inercia de un monopolio construido en los días en que nacía la Reforma Urbana, y que por muchos nuevos nombres con la que fue rebautizada la “revolucionaria” institución, no ha logrado “resolver” los problemas habitacionales de la Isla. Ambos pasajes, no por viejos y pobres, merecían una muerte impulsada por la desidia y el abandono. También la pobreza tiene derecho a inscribirse en el patrimonio urbano, histórico y cultural. Gracias a ti, Abel, por dedicar tiempo a mis elucubraciones urbanas sobre Santa Clara. Saludos decembrinos!
EliminarAmigo ya hoy no existen tales pasajes. Es cierto, lejos de hacer mejores habitaciones en algún momento o crear casas biplantas partiendo de dicha referencia, no se hizo tal cosa y se despojaron, todos los que allí vivían. Dónde fueron a parar no se. Ahora quedan patios anchos sin ningún objeto público, o esperando sean devorados por alguien como la mis.a logia que hacía cerca del malecón de ca ridad y central, la cuál tenía una estatua de una madre con su hijo en brazos en medio del patio. Está se dejó disolver por el tiempo y hoy quieren edificar sendas edificaciones que nada tiene que ver con mejora pública.
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