sábado, 6 de diciembre de 2014

Un pasaje, 5 cuartos, un baño y dos lavaderos...

Seguido de la publicación del artículo sobre los Pasajes Luyanó (demolido falto de mantenimiento) y Virtudes, me parece interesante darle vueltas al sujeto. El tema toca la problemática habitacional pero el sujeto clave es la historia patrimonial urbana. El tema es por otro lado, un tema a dos con el Atlántico por medio, y además, con la isla, -seamos más precisos-, con Santa Clara como telón de fondo. Quiero partir de un término que se inscribe en la oralidad popular de los habaneros: el solar, e insisto en su paternidad habanera porque los solares nacen en La Habana de finales del XIX. De qué se constituían los solares?, pues de cuartos, con espacios comunes, sanitarios comunes y muchas veces, cocinas comunes, en muchos solares la pieza conocida como accesoria, en la planta baja, devenía cuarto o vivienda, y hasta las cocheras fueron transformadas en local de habitación. Los solares vieron la luz con el abandono y decrepitud de las mansiones coloniales, y los primeros desgloses fueron obra de sus propietarios que una vez mudados a nuevos barrios, intentaron obtener alguna ganancia vendiendo separadamente los cuartos. El solar, por toda la historia que lo envuelve y el hecho de tener vida propia considerando que emana carácter, maneras, y un modus vivendi acorde a la multiplicidad de personas que residen en él, se convierte en un término societal y no técnico. El Glosario de términos urbanísticos no recoge la palabra solar para designar lo que todos conocemos como conjunto de cuartos y espacios comunes donde viven diferentes núcleos familiares. Según el dicho glosario, cuartería es una casa, originalmente unifamiliar que, mediante un proceso de subdivisión especulativa, es transformada y ocupada por múltiples familias que comparten algunas de sus áreas y servicios comunes. De manera que una cosa es cierta, los solares habaneros no son otra cosa que cuarterías, y las cuarterías de Santa Clara, son justamente cuarterías. Los solares habaneros aparecieron mucho antes que aparecieran las cuarterías santaclareñas. Cuando en La Habana no hubo más casas coloniales con vocación a convertirse en solares, el desarrollo urbano propició nuevas migraciones internas y nuevos abandonos, y los solares se instalaron en otros tipos de inmuebles, que ya no eran las otrora casonas, pero cuyos residentes nombraban “casa de vecindad” huyendo al término “solar”. Para entonces, y me refiero al primer cuarto del siglo XX, aparecen los pasajes y pasillos en la ciudad del Bélico, e insisto, la cuartería comienza a extenderse, no por desglose de casas, sino como agrupación de cuartos en barrios periféricos, suburbios y arrabales, agrupación desordenada, en cuya construcción se utilizaban todo tipo de materiales y deshechos. Este desorden trajo consigo los barrios de “llega y pon”. En la Santa Clara republicana, los casatenientes, continuaron a construir viviendas familiares siguiendo las exigencias urbanas y el confort de la época, pero vieron en el pasaje una forma de invertir sin exceso de costos. La construcción de un pasaje estuvo siempre unida a la construcción de una casa, cuya tipología podía variar. El croquis siguiente muestra un ejemplo de pasaje construido en la década del 1940 en una calle adyacente al centro de Santa Clara:




A la izquierda de la parcela fue construido un inmueble de tipología doméstica de dos plantas simple. Cada vivienda se compone de sala, tres dormitorios con baño intercalado entre el segundo y tercer cuarto y cocina comedor. La vivienda de la planta baja tiene además una pieza frente al primer dormitorio debajo de la escalera que lleva a la planta alta, tiene un patio cementado con lavadero después de la cocina comedor y un pasillo exterior desde el primer dormitorio hasta el comedor, que permite ventilación e iluminación natural. La vivienda de la planta alta es más estrecha que la planta baja, no tiene patio y el lavadero está ubicado en el pasillo exterior. Tiene sin embargo, un balcón pequeño al que se accede desde la sala, y la marquesina le sirve de techo.
El pasaje, a la derecha de las viviendas, es un pasillo longitudinal que va desde la puerta de entrada hasta el patio común. Los cinco cuartos se sitúan a continuación de la vivienda de la planta baja. Los servicios comunes estaban situados al final de los cuartos, y adosados al muro lateral derecho, se ubicaban los lavaderos. No me detendré a cuestionar cómo era la convivialidad y entendimiento entre los vecinos, pero supongo que compartir la miseria, une, y puede también desunir. Los cambios operados en 1959 revolucionaron el cotidiano y el futuro de las casas de vecindad, de los solares y de las cuarterías. El pasaje que nos ocupa, también vivió los cambios del momento y otros cambios que se sucedieron a medida que las leyes cambiaban, y por ende las costumbres. Los inquilinos de los cuartos se beneficiaron con la ley de Reforma Urbana de octubre de 1960, que los convirtió de inquilinos arrendatarios de un casateniente en ocupantes usufructuarios o arrendatarios de la Reforma Urbana (no profundizo en el sujeto porque no acabaríamos nunca). A medida que los ocupantes de los cuartos fueron solucionando sus problemas de habitabilidad (muros divisorios, espacio para cocina y espacio para baño y wc) los servicios comunes dejaron de serlo,  y esta pieza fue anexada al último cuarto, y más adelante, en el patio fue construida una vivienda aprovechando el muro posterior del pasaje y cuya entrada principal es la misma por la que se accedía a ese espacio común. Con tales cambios y rehabilitaciones constructivas, el pasaje quedó tal como lo muestra el siguiente croquis:


La calidad constructiva y de confort de los cuartos de los pasajes variaba en función del poder y del apetito inmobiliario del casateniente. En la década del 50 se construyeron pasajes, donde la concepción de cuarto-vivienda se adecentó, y en lugar de construir cuartos con sanitarios comunes, el volumen habitable aumentó, incorporando cocina y baño, e independizando dormitorio y sala de estar. Si curioseamos a fondo las calles santaclareñas, o como bien gusta decir otro apasionado de estos temas, si “exploramos” a fondo la ciudad, nos toparemos con buen número de pasajes que pasan inadvertidos a la vista de los pasantes. El tema no se detiene con este pasaje. ©cAc-2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario