Santa Clara se
despertaba del letargo provincial heredado del pasado colonial. Durante el
primer cuarto del siglo XX, amén de las nuevas edificaciones que vinieron a
engrandecer el patrimonio urbano, dos obras marcaron la atención en la década
del 1920. Con la demolición en 1923 de la Iglesia Parroquial Mayor, la ciudad
perdía el más importante edificio patrimonial que nos legaran los fundadores y primeros
benefactores de la villa. La desaparición del templo cuya pila bautismal fue el
detonador del popular gentilicio de los nacidos en la ciudad, los pilongos,
abrió el camino a la reorganización urbana de la Plaza-Parque. Nació entonces
en 1925 el Parque Republicano que puso término a los primeros cinco lustros del
siglo XX en la ciudad de Marta. Justamente, el año en que el otrora patriota de
la guerra de Independencia, Gerardo Machado y Morales asumía su mandato como
Presidente de la República. Machado diseñó su programa electoral en función del
bienestar social, y se lanzó a la conquista de la silla presidencial
prometiendo “agua, caminos y escuelas”. Y Santa Clara, que lo adoptó como casi
hijo por la cercanía con Camajuaní, no le reprochó el bienestar prometido. La
carretera Central de Cuba (C N n°1) fue testigo vivo de nuevos tiempos cuya
puerta abría Machado, con el apoyo y diligencia del Secretario de Obras
Públicas, el Dr. Carlos Miguel T. de Céspedes, y cuya actividad constructiva lo
lanzó a la popularidad como “El Dinámico”. Gerardo Machado se envileció como se
envilecen los hombres con cierto o mucho poder, pero no es mi intención hacer
análisis político, solo me limito a considerar el impacto constructivo que
generó una revitalización de lo urbano. La carretera achicó distancias, unió
pueblos y cambió el aspecto urbano y demográfico de ciudades como Santa Clara.
Veamos. Lleguemos al final y saquemos nuestras propias conclusiones. ©cAc-2015
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