miércoles, 6 de mayo de 2009

Interior de casa (III) (Sardiñas, calle Maceo)


Estaba yo en pleno inventario de guardavecinos en la calle Maceo, siempre en bicicleta, por supuesto, y miraba con curiosidad el interior de las casas, si alguna hendija se mostraba discreta o la ventana estaba entreabierta. Un extraño que mira para dentro de las casas no es buen signo, y me doy cuenta que la gente me observa con cierta desconfianza, peor aún, portando un aparato de foto imposible de esconder en un bolsillo. Ruedo por Maceo habiendo comenzado en la esquina donde se levanta el otrora Hotel Suizo. Creo que es la calle que presenta la mayor cantidad de inmuebles coloniales representativos. Y también donde vemos algunos cuya deterioración va camino del derrumbe. Sigo mi tarea de observación y de continuas paradas poniendo el ojo en un techo, un alero, una fachada, todo aquello que me proporcione material para escribir y para mostrar a los que vienen detrás, faltos ya de muchas cosas que nosotros logramos guardar en la memoria. Vecinas comadreando, vecinos sentados en los quicios de las puertas y yo mirando. Un hombre delgado, canoso, en tenis Converse lee el periódico sentado en la puerta, y cuando paso, él no levanta la cabeza y yo no quito la vista al interior de su casa. Freno en seco, y abro la conversación. De golpe le pregunto si me permite mirar las vidrieras de su casa, y sin respirar le pregunto si puedo hacer algunas fotos. Tomé cuanto quise, muebles, pisos, rejas techos y esas lucetas rectangulares que son tan comunes en las casas santaclareñas. Nos presentamos, y cual no sería mi sorpresa al descubrir que estaba frente a Sardiñas, el fotógrafo Andrés Sardiñas, uno de los más grandes artistas del lente de la ciudad de Santa Clara. Con mi cámara y mis pretensiones de « chasseur d’images » me quedé un poco anonadado delante del artista octogenario bien cuidado que en lugar de mostrarse en « maître » quiso aprender de mi, de mis desmanes fotográficos. Le prometí una visita, si a una « próxima vez » no se interponen las ráfagas de un huracán. Y le prometí saludarlo con fotos desde esta bitácora antes de que llegue el tiempo de los aguaceros. ©cAc-2009

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