Entrados
en el segundo cuarto del siglo XVIII, los vecinos de Santa Clara fueron
conminados a observar nuevas reglas de convivencia pública. En los espacios
públicos de la villa aumentaban los círculos de vecinos que jugaban a los
dados, naipes, y se entretenían con diferentes juegos de trucos. ¡Ah, el juego,
la perdición de los hombres!, y para evitar que aquello no se convirtiera en un
mal profundo, el cabildo dispuso el control de dichos entretenimientos, en los
que siempre había dinero de por medio. La disposición rezaba así: « que no
los hubiera ni en casas particulares, ni en tablajerías, pena de perdido el
dinero que se cogiera y ocho días de cárcel y al dueño de la casa, además
de la misma pena, dos ducados de multa ». Todo parece indicar, que los vecinos
hartos de la morosidad de aquellos comienzos de la sociedad poblana,
encontraron en los juegos un escape con el cual entretener sus horas, aunque
fueran laborales. Y por si fuera poco, con la posibilidad de volver a casa con
unos ducados de más en sus bolsillos.
Trucos
son los que se sobran en la ciudad del Bélico para sobrevivir. El bochorno del
mediodía no es impedimento para sentarse en una esquina y en lugar de hacer una
siesta sudando a borbotones sobre una cama, muchos prefieren, si corre una brisa,
aunque sea cálida, hacerlo con sus vecinos y amigos. Hoy, apenas se juega a los
dados, y poca gente guarda esos cubos cifrados del uno al seis que se removían
al interior de una especie de vaso fabricado en cuero, muy sólido, a veces
finamente trabajado con detalles. Y aunque en la familia no somos adeptos a los
juegos de azar, con sorpresa descubrí un juego en el fondo de una gaveta.
En las
calles de Santa Clara, se juega al parchís, naipes y a las damas, al dominó y
hasta se juega a los palitos chinos. Falta de otros entretenimientos? Demasiado
tiempo libre?, o como antaño, cuando los alcaldes tuvieron que frenar el
abandono de los oficios en horas de trabajo? Les dejo unas instantáneas de
naipes y damas pero del siglo XXI. Los jugadores de naipes refrescaban del sol
todavía encaramado a las cuatro y media de la tarde, en una calle del
santaclareño barrio Condado. En la calle
Maceo, padre e hijo, jugaban una partida de damas, frente a su casa. ©cAc
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