jueves, 11 de junio de 2009

Los dioses rotos, las lunetas también...


Cuando fui a la isla a principios de año, el cine Cubanacán de Santa Clara (construído al final de los 40’) anunciaba la première de la película cubana Los dioses rotos. Me dije, no puedo perder la oportunidad.  Un jueves a las ocho y treinta de la noche.  Hijo de la experiencia, a las ocho en punto ya estaba llegando al boulevard y cual sorpresa la mía, no estaban vendiendo entradas, y la mayoría del público ya tenía una en mano. Los privados de la consabida papeleta comenzamos a hacer una cola, que fue río inmenso en la calle. Luego comenzaron a dejar pasar a los asistentes en grupos de veinte. Como el recolector de entradas lo mismo la pedía como que no la pedía, mucha gente entró tranquilamente. Y cuando toda aquella muchedumbre hubo entrado, el recolector comenzó a repartir papeletas a cuenta gotas, detrás del improvisado hueco hecho en la puerta de cristal del cine (el cine fue concebido con un local exterior para vender las entradas y desde que el cine sufrió su quota de período especial, ese local ha servido a otros usos, desde venduta de pacotilla en divisas hasta local de venta y alquiler de filmes en dvd) . Cuando tuve la posibilidad de asegurar mi papeleta cifrada además con mi número de suerte, entré al cine como un bólido, sin apenas mirar la muestra de pinturas expuesta en su amplio vestíbulo, y traté de localizar una luneta sana entre las que no estaban ocupadas.

Una vez sentado, o medio sentado, porque la luneta estaba renga, me dí cuenta que asistía a una première sin haber pagado un centavo . Como dicen los comerciantes en Francia, « gracieusement », un « petit geste commercial », pues si era así, mejor ! El cine había dejado de usar, a falta de películas, la pantalla grande, y se servía de un televisor que pasaba películas de vídeo, para un lunetario construido para unos tresmil espectadores. La gente comentaba que qué bueno era volver a ver una película en pantalla grande ! Una presentadora anunció la première de Los dioses rotos acompañada del documental cubano « Del amor y los muertos » de Guillermo Centeno. El documental, hace referencia a un grupo de vietnamitas que cursaron estudios en la Isla y que regresaron a su tierra para servir en lo que habían aprendido, y continuar su vida en familia. Si bien, emotivo por los testimonios, creo que algo aburrido por momentos. El cine desbordado, en su mayoría jóvenes, y como es frecuente en las salas cubanas, esa algarabía que torna a la gritería y que desarticula a buena parte de los espectadores, ahogados de calor, y sentados incómodamente. Así logré ver el filme de Ernesto Daranas en cuyo reparto vi caras nuevas y caras ya conocidas. Un avejentado Patricio Wood, una Isabel Santos pasada de peso, Silvia Águila demasiado lista como mujer y naif como investigadora, y Héctor Noas, vestido de una madurez como actor que vale la pena resaltar. Al galán Carlos Ever, lo ayuda su cara bonita, pero qué malo es como actor ! Otros no conocía, y fueron en mi criterio mediocres.  Sin embargo, el filme puede verse, y sacarse de él infinidad de conclusiones. No voy a decir dos Cubas. Me detengo en esas dos Habanas con sus desequilibrios sociales y societales, bien mostrados en sus casas y su paisaje urbano, la ciudad de casas y apartamentos espléndidos y la ciudad de solares respirando sangre sudor y sexo. Aunque la Habana espléndida teje a su aire el sexo descontaminado de pobrezas, y ni qué decir de esa Habana de negocios y empresarias libres como el viento. Sin comentarios.  A la salida de la sala, casi a medianoche, el gentío se diluye y me quedo saludando a unos amigos. Comento que me gustaría tener una copia del filme. Una pareja de jóvenes me propone una copia, me dan su dirección y me dicen que pase al día siguiente con una « drive ». Una cléUSB, atiné a reflexionar. He vuelto a ver la película en familia, lejos de San Isidro y del mito que envolvió al chulo Yarini. Lejos de esa Habana enorme que sobrevive y donde sobreviven creyendo que viven, buena cantidad de prostitutas, gigolós y proxenetas. Y no pudimos dejar de reir recordando a Sandra decirle a Rosendo, « en la cara nooo, en la cara noooo ! » . Cuidadito, nené, eso no se toca, eh, caca ! ©cAc
Si quieren el link y curiosear sobre el filme aquí se los dejo :

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