La intimidad de la saleta era obra de los cinco paños de persianas, uno fijo en el extremo derecho, y cuatro, -dos de los cuales corresponden a la puerta hacia el pasillo exterior- abriendo hacia la saleta. Encima del enmaderado, como es usual en muchas casas de la ciudad, un vitral corrido compuesto de cinco vidrios de colores guarnecidos por veintidós vidrios blancos. A lo largo del pasillo, siguiendo la izquierda, la tercera habitación, el cuarto de baño instalado en los años 40’, pues originalmente estaba al fondo del patio, y la cocina-comedor. El techo del pasillo en forma de L está sostenido por una solera también en L sostenida a su vez por tres columnas que fueron inicialmente tres horcones delgados, dos de los cuales han sido remplazados por tubos de hierro. Y en el cierto abandono que imprime la tarde al patio y al pasillo, siento como una nostalgia por las casas de la ciudad. Y aunque ésta no es de las casas significativas de la ciudad, me parece bien hacer notar lo funcional de esas puertas ventanas y vidrios que dan el toque de intimidad a las saletas de Santa Clara. ©cAc
…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Interior de casa (VI) calle San Miguel
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