También en la calle Luis Estévez, pero casi en la esquina con la calle Berenguer, otra puerta indica que al interior del inmueble se ubica una cuartería. Pero demos marcha atrás en el tiempo. La primera o las dos primeras casas construidas en el área que ocupa el inmueble actual en su conjunto, lo fueron en el corto periodo de 1760 a 1778. Es posible que a lo largo del siglo XIX, las viviendas hayan sufrido transformaciones compatibles al desarrollo urbano que se iba imponiendo. Sin embargo, la renovación más importante del inmueble data de la primera mitad del siglo XX, y aunque las transformaciones más recientes han mutilado el conjunto arquitectónico de su fachada, siempre quedan vestigios que nos permiten evaluar, por un lado los valores patrimoniales y por el otro, la degradación que roe, y con fuerza, dicho patrimonio. La renovación efectuada por su propietario en la etapa republicana, dijo adiós a las tejas que remplazó por un techo de hormigón de puntal alto, y que permitió al inmueble dotarse de una espaciosa azotea, con cornisa decorada y muro de protección en todo el perímetro dando a las dos calles. Y aunque este trabajo está centrado en la cuartería, no podemos pasar por alto las transformaciones, que a la larga nos llevan al sujeto de marras. Comencemos por la vivienda que hace esquina con Berenguer. La puerta principal abre a un zaguán y a la derecha del zaguán, la sala. Saliendo del zaguán el pasillo exterior que lleva al fondo de la casa donde se sitúa la cocina comedor. Los tres dormitorios y la sala de baño se sitúan después de la sala y todas las piezas se comunican entre ellas. Esta vivienda, además de la puerta principal, tiene una ventana en la pared de la fachada y otra en el muro que corta el ángulo de la esquina, ambas pertenecientes a la sala. La pared que se extiende por Berenguer presenta cinco ventanas, tres pertenecientes a los dormitorios, una a la sala de baño y la última a la cocina comedor. El lado opuesto del inmueble tiende a confundirnos, sobre todo por la intervención constructiva que ha sufrido la fachada de la vivienda. Yo estoy convencido que la vivienda fue casi idéntica a la que acabamos de describir con la excepción de que la pared lateral izquierda es contigua a la pared de la casa vecina. Cómo es la planta de esta vivienda? La incertidumbre viene de la puerta ubicada entre ambas viviendas y que nos permite la entrada a lo que puede suponerse como una cuartería. Y en efecto, el origen de esta cuartería –léase “pasaje”, un pasaje sui géneris- data de la época republicana. Hay detalles que nos llevan a pensar que esa puerta llevaba a algo particular, un negocio?, habitaciones para arrendar? Ambas interrogaciones situándonos en la época en la que el inmueble fue construido. Las primeras fotos las tomé en el 2007. Desde la puerta pueden verse los cuartos desiguales y una vivienda construida al fondo, en la azotea, y a la cual se accede por una escalera de hierro que lleva a un balcón techado. En el 2009 tomé una foto desde la esquina opuesta que nos permite ver el conjunto del inmueble. Y la foto tomada en febrero del 2013, me sugiere pensar en nuevas transformaciones al interior de la “cuartería”, pues la escalera de hierro sigue en su puesto pero la vivienda de los altos no existe, quizás demolida por peligrosidad. En el 2007 la placa de la vivienda de los altos estaba sostenida por dos tubos de hierro a manera de soporte. El suspenso revuela en mi texto, y en mi reflexión, ayudado por detalles que descubrimos en las fotos. De las tres puertas del inmueble, sólo una tiene incorporado en su parte superior, el soporte de lo que fuera una lámpara como otras de la misma época y que aún sobreviven en inmuebles de la ciudad. Pero hay más, entre las dos puertas, la de la vivienda que hace esquina y la puerta del singular “inmueble” interior, existe todavía hoy el soporte en hierro forjado, de lo que pudo haber sido un cartel que indicaba el tipo de establecimiento al cual se entraba por la puerta que nos ha retenido para desarrollar este sujeto. ©cAc-2014
…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Luis Estévez & Berenguer (San Mateo) Pasaje o cuartería?
Luis Estévez & Julio Jover (San Vicente)
La cuartería sita en la calle Luis Estévez casi llegando a la calle Julio Jover tiene su historia, no como cuartería sino como vivienda unifamiliar. La primera construcción data de la tercera etapa evolutiva de la villa que va de 1760 a 1778. Para entonces, el primer nombre de la calle, Los Huesitos, había sido remplazado por el de Rosario, y a esa altura, las casas de madera remplazaban los techos de guano por cubiertas de tejas. Siguiendo la dirección hacia el río, solamente el lado izquierdo estaba mercedado. Frente a las casas, manigua y solares enyerbados. Las parcelas mercedadas permitían levantar viviendas espaciosas a sus propietarios. La vida en esta vivienda de planta colonial giraba alrededor del patio central, y cuando años más tarde la casa fue reconstruida con mampostería y techos en madera y tejas, no perdió su sistema espacial de casa colonial tradicional, una sala seguida de una saleta, y luego los dormitorios. El patio central circunvalado por corredores y al fondo la cocina y el comedor. El desarrollo urbano permitió otros cambios a la casa, siempre manteniendo la misma planta. La etapa republicana deja igualmente su huella, agregando confort al encanto colonial pero no será hasta la década del 1960 que la vivienda verá los primeros desgloses en su interior. La vivienda unifamiliar comienza a descuartizarse y sus cuartos a devenir viviendas cuyos ocupantes se compartían la sala de baño original y la espaciosa cocina comedor. Los dormitorios todos tenían un lavabo privativo. Los ocupantes de los dormitorios se ampliaron haciendo uso de los corredores que desaparecieron con paredes de medio punto, justo para separarse de sus vecinos, y unas por comodidad y otras porque la convivencia se tornaba en promiscuidad, los ocupantes dotaron su espacio vital de un baño minúsculo y hasta incorporaron una meseta para los menesteres culinarios. La sala y la saleta se convirtieron igualmente en vivienda y hasta incorporaron baño y cocina. He aquí, una cuartería santaclareña, con ocupantes vitalicios y otros que han vivido, permutado y hasta vendido su “propiedad” en los tiempos de soluciones impensables. ©cAc-2014
lunes, 8 de diciembre de 2014
Una nota introductora a la cuartería
En Santa Clara, como en otros pueblos y ciudades de la Isla, los hoteles alojaban gente de paso, pero también alojaban de manera permanente a familias. En post anteriores hemos compartido la historia de inmuebles como el Hotel Pasaje, el Hotel Virginia, el Gran Hotel Roosevelt y el Hotel Florida. Esos hoteles, al momento de ser intervenidos, y luego administrados por la Reforma Urbana a partir de 1960, dejaron de ser hoteles y las habitaciones fueron entregadas en usufructo gratuito o en propiedad a sus ocupantes. Yo me permito pensar que ese es el nacimiento de la cuartería en el centro urbano de Santa Clara. Paralelamente, la cuartería por desglose de viviendas unifamiliares hace su aparición. Las migraciones de zonas rurales a la ciudad, y el boom demográfico, acentuaron la penuria de viviendas, la permuta se impuso como vía para solucionar problemas habitacionales y ocultaba detrás de los cambios un deseo y una necesidad de solucionar esos problemas, -cruciales para la estabilidad de la familia, en un país cuyas autoridades detentaban el monopolio inmobiliario, la propiedad personal había remplazado la propiedad privada, y la compra-venta era un delito de imprevisibles consecuencias. Una permuta resultaba beneficiosa para las dos partes, o para las tres, si era una permuta triple. Sin embargo, a fuerza de cambios y arreglos y desarreglos entre familias, muchas permutas dieron como fruto una cuartería. La cuartería hace parte del paisaje urbano a lo largo de toda la isla. Quizás algún pueblito pueda no tener una cuartería registrada en su catastro, pero no hay pueblo o ciudad cubana que no escape a esta forma de hábitat urbano. ©cAc-2014
sábado, 6 de diciembre de 2014
Un pasaje, 5 cuartos, un baño y dos lavaderos...
Seguido de la publicación del artículo sobre los Pasajes Luyanó (demolido falto de mantenimiento) y Virtudes, me parece interesante darle vueltas al sujeto. El tema toca la problemática habitacional pero el sujeto clave es la historia patrimonial urbana. El tema es por otro lado, un tema a dos con el Atlántico por medio, y además, con la isla, -seamos más precisos-, con Santa Clara como telón de fondo. Quiero partir de un término que se inscribe en la oralidad popular de los habaneros: el solar, e insisto en su paternidad habanera porque los solares nacen en La Habana de finales del XIX. De qué se constituían los solares?, pues de cuartos, con espacios comunes, sanitarios comunes y muchas veces, cocinas comunes, en muchos solares la pieza conocida como accesoria, en la planta baja, devenía cuarto o vivienda, y hasta las cocheras fueron transformadas en local de habitación. Los solares vieron la luz con el abandono y decrepitud de las mansiones coloniales, y los primeros desgloses fueron obra de sus propietarios que una vez mudados a nuevos barrios, intentaron obtener alguna ganancia vendiendo separadamente los cuartos. El solar, por toda la historia que lo envuelve y el hecho de tener vida propia considerando que emana carácter, maneras, y un modus vivendi acorde a la multiplicidad de personas que residen en él, se convierte en un término societal y no técnico. El Glosario de términos urbanísticos no recoge la palabra solar para designar lo que todos conocemos como conjunto de cuartos y espacios comunes donde viven diferentes núcleos familiares. Según el dicho glosario, cuartería es una casa, originalmente unifamiliar que, mediante un proceso de subdivisión especulativa, es transformada y ocupada por múltiples familias que comparten algunas de sus áreas y servicios comunes. De manera que una cosa es cierta, los solares habaneros no son otra cosa que cuarterías, y las cuarterías de Santa Clara, son justamente cuarterías. Los solares habaneros aparecieron mucho antes que aparecieran las cuarterías santaclareñas. Cuando en La Habana no hubo más casas coloniales con vocación a convertirse en solares, el desarrollo urbano propició nuevas migraciones internas y nuevos abandonos, y los solares se instalaron en otros tipos de inmuebles, que ya no eran las otrora casonas, pero cuyos residentes nombraban “casa de vecindad” huyendo al término “solar”. Para entonces, y me refiero al primer cuarto del siglo XX, aparecen los pasajes y pasillos en la ciudad del Bélico, e insisto, la cuartería comienza a extenderse, no por desglose de casas, sino como agrupación de cuartos en barrios periféricos, suburbios y arrabales, agrupación desordenada, en cuya construcción se utilizaban todo tipo de materiales y deshechos. Este desorden trajo consigo los barrios de “llega y pon”. En la Santa Clara republicana, los casatenientes, continuaron a construir viviendas familiares siguiendo las exigencias urbanas y el confort de la época, pero vieron en el pasaje una forma de invertir sin exceso de costos. La construcción de un pasaje estuvo siempre unida a la construcción de una casa, cuya tipología podía variar. El croquis siguiente muestra un ejemplo de pasaje construido en la década del 1940 en una calle adyacente al centro de Santa Clara:
A la izquierda de la parcela fue construido un inmueble de tipología doméstica de dos plantas simple. Cada vivienda se compone de sala, tres dormitorios con baño intercalado entre el segundo y tercer cuarto y cocina comedor. La vivienda de la planta baja tiene además una pieza frente al primer dormitorio debajo de la escalera que lleva a la planta alta, tiene un patio cementado con lavadero después de la cocina comedor y un pasillo exterior desde el primer dormitorio hasta el comedor, que permite ventilación e iluminación natural. La vivienda de la planta alta es más estrecha que la planta baja, no tiene patio y el lavadero está ubicado en el pasillo exterior. Tiene sin embargo, un balcón pequeño al que se accede desde la sala, y la marquesina le sirve de techo.
El pasaje, a la derecha de las viviendas, es un pasillo longitudinal que va desde la puerta de entrada hasta el patio común. Los cinco cuartos se sitúan a continuación de la vivienda de la planta baja. Los servicios comunes estaban situados al final de los cuartos, y adosados al muro lateral derecho, se ubicaban los lavaderos. No me detendré a cuestionar cómo era la convivialidad y entendimiento entre los vecinos, pero supongo que compartir la miseria, une, y puede también desunir. Los cambios operados en 1959 revolucionaron el cotidiano y el futuro de las casas de vecindad, de los solares y de las cuarterías. El pasaje que nos ocupa, también vivió los cambios del momento y otros cambios que se sucedieron a medida que las leyes cambiaban, y por ende las costumbres. Los inquilinos de los cuartos se beneficiaron con la ley de Reforma Urbana de octubre de 1960, que los convirtió de inquilinos arrendatarios de un casateniente en ocupantes usufructuarios o arrendatarios de la Reforma Urbana (no profundizo en el sujeto porque no acabaríamos nunca). A medida que los ocupantes de los cuartos fueron solucionando sus problemas de habitabilidad (muros divisorios, espacio para cocina y espacio para baño y wc) los servicios comunes dejaron de serlo, y esta pieza fue anexada al último cuarto, y más adelante, en el patio fue construida una vivienda aprovechando el muro posterior del pasaje y cuya entrada principal es la misma por la que se accedía a ese espacio común. Con tales cambios y rehabilitaciones constructivas, el pasaje quedó tal como lo muestra el siguiente croquis:
La calidad constructiva y de confort de los cuartos de los pasajes variaba en función del poder y del apetito inmobiliario del casateniente. En la década del 50 se construyeron pasajes, donde la concepción de cuarto-vivienda se adecentó, y en lugar de construir cuartos con sanitarios comunes, el volumen habitable aumentó, incorporando cocina y baño, e independizando dormitorio y sala de estar. Si curioseamos a fondo las calles santaclareñas, o como bien gusta decir otro apasionado de estos temas, si “exploramos” a fondo la ciudad, nos toparemos con buen número de pasajes que pasan inadvertidos a la vista de los pasantes. El tema no se detiene con este pasaje. ©cAc-2014
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martes, 2 de diciembre de 2014
Pasajes "Luyanó y Virtudes"
La palabra « pasaje » es a los santaclareños lo que para los habaneros es un “solar”. Pero no me referiré ni a los solares capitalinos, ni a los pasajes de la ciudad del Bélico, y tampoco al otrora “Hotel Pasaje”, hoy convertido en cuartería. Sin embargo, pasaje es la palabra de referencia en este texto a manera de preámbulo, y que me servirá para presentarles no uno, sino, dos pasajes. No será un pasaje de la Biblia, ni la calle corta y estrecha que es el Pasaje Anderson, no sé si tendré suerte de comprar un pasaje cuando el camagüeyano pase tarde en la noche y se detenga en el andén 1 de la terminal de trenes. Hace un montón de años, cuando yo montaba la ruta 3 en la Terminal, para ir a la escuela, el pasaje costaba “un medio” (cinco centavos). Pasaje es eso y un montón de otras cosas, pero ninguna de ellas tiene que ver con los pasajes que les traigo a colación: los Pasajes Luyanó y Virtudes.
Los pasajes Luyanó y Virtudes fueron construidos en el periodo republicano, y pienso que muy al principio, cuando conservadores y liberales se alternaban en el poder, quizás durante el mandato de José Miguel Gómez o bien durante la presidencia de Mario García Menocal. En ese entonces, la calle Princesa había sido rebautizada como Avenida Estrada Palma, y no en toda su extensión, pues siguió siendo calle desde el puente General Monteagudo en dirección a la ciudad, y avenida desde el puente hasta sus límites arrabaleros conduciendo al cementerio israelita, situado en el barrio conocido como “Los Sirios”. La construcción del puente data de 1915. Debe haber sido posterior a 1915 la construcción del “Luyanó” y me inclino a pensar que el pasaje Virtudes se construyó mucho después.
Las edificaciones eran raras en la avenida pedregosa y polvorienta, en su mayoría viviendas modestas. Haciendo esquina con la calle Toscano, una casona perteneciente a una familia de inmigrados ibéricos. Del otro lado tres o cuatro viviendas adosadas. Sobre la fachada del inmueble de marras podía leerse “Pasaje Luyanó” Ave Estrada Palma y Toscano.
La calle Toscano, como igualmente Virtudes, hacía parte de esa trama urbana de la ciudad, donde convivían las clases pobres de la ciudad, obreros, domésticas, marginales y en su mayoría, negros y mulatos. La religión afrocubana era allí un lugar de referencia, como lo es también hoy. La idea que me lleva a escribir sobre estos dos “pasajes”, -atípicos en el paisaje urbano de la ciudad, es la de perpetuar la memoria histórica del patrimonio de Santa Clara. Por qué fueron construidos estos inmuebles habitacionales? Para ganar electores de una zona poblacional sumida en la miseria y el desamparo? Santa Clara tenía alcalde, pero los barrios también tenían su alcalde, y los políticos se jugaban sus puestos usando toda suerte de atracción. Como ocurre hoy en cualquier pueblo o ciudad del mundo. Luyanó y Virtudes, pasajes con vocación a lugar de pasaje en espera de mejores tiempos, nacían en el corazón de una zona semiurbana sensible, golpeada por la pobreza y la precariedad.
Qué confort tenían estos dos inmuebles al momento de su construcción? Yo supongo, que las normas de habitabilidad eran diferentes en la época, y si vieron la luz, fue porque se correspondían con las exigencias de entonces. Y si en lugar de haber sido obra de campañas electorales, fueron la obra de casatenientes que se dedicaban a construir lucrando con la miseria de otros? Puedo imaginar tantos casos de figuras como ideas me pasan por la mente. Ambos pasajes tuvieron la misma planta constructiva. Una enfilada de cuartos, a la izquierda, otra enfilada a la derecha. Cada cuarto, puerta de entrada y ventana pequeña, protegida con reja de hierro, simples, sin obraje. La fachada del Luyanó, de línea ondulada como un gato arqueado para ocultar el puntal del techo y con dos ventanas pertenecientes al primer cuarto de cada enfilada. Un poco más austera y de menor altura, la fachada del Virtudes, de líneas rectas en ascenso imitando un frontispicio coronado de rasillas. Cubierta de tejas con caída a dos aguas, los inmuebles tenían seis u ocho cuartos por cada entrada, un contador de electricidad para cada cuarto y conexión a la red de agua pero no al alcantarillado. Alcantarillado?, esto es una suposición mía, porque el alcantarillado es aún en la actualidad, una situación crítica en toda la barriada, cruzada de cañadas y aguas negras.
En el 2009 poco quedaba de la fachada del Pasaje Luyanó, pero los cuartos seguían en pie y las familias viviendo en ellos. En el 2012, en el paisaje urbano de la calle Estrada Palma, en el lugar del viejo inmueble, descubrí la hierba y la basura tronando como dueños. En el 2009 conversé con algunos vecinos, que no vacilaron en enseñarme la pobreza en la que vivían. En el 2012 no vi otra cosa que decrepitud, abandono y el tronco de un árbol enorme tumbado por la fuerza de algún viento huracanado. Pero hasta febrero del 2013 no supe de la existencia del Pasaje Virtudes. Andaba buscando hacer alguna foto para mis memorias santaclareñas cuando descubrí el pasaje, y no más me puse a hacer fotos, un grupo de vecinos que jugaban dominó y tomaban ron, me rodearon para preguntarme el porqué de las fotos y si yo las iba a publicar, (en Cuba, con una cámara fotográfica en la mano, nunca pasas desapercibido) unos sarcásticos, otros preguntándome que cuánto me pagaba el “enemigo” por fotografiar la miseria (lejos en mi objetivo como investigador del patrimonio urbano), en fin, la misma historia de siempre, los cubanos son imprevisibles. Me hubiera gustado indagar más sobre el pasaje, los vecinos, la habitabilidad, el cómo viven, pero hacer todo eso también tiene riesgos, y es mejor si del lobo un pelo. Me contenté con las fotos que pude hacer. Les dejo algunas fotos del otrora Luyanó y del todavía en pie Virtudes, aunque no pueda precisarles de cuáles virtudes se viste el entorno del pasaje. ©cAc-2014
El pasaje Luyanó antes de su demolición en 2009. Foto del lugar tomada en el 2012.
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Fachada del Pasaje Virtudes |
Vista del pasillo izquierdo del pasaje, numerado con el 463 |
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