martes, 14 de julio de 2015

Independencia N° 67 (propietarios, herederos y sucesores))



La segunda mitad del siglo XIX fue convulsa en Santa Clara como en toda la Isla. En la década del 1860 una construcción doméstica remplazó otra de menos valía en una parcela no distante de la Plaza Mayor. Parcela de tres caras, una por Santa Elena, una por el callejón de la Palma, y el tramo más largo por Santo Espirito. En la parcela, existía –y es el dato más viejo que se tiene del sitio- en 1857 una vivienda de madera y techo de tejas criollas. Su propietario, un enigma en los archivos, no la guardó mucho tiempo. El terreno fue entonces adquirido por Pablo Luis Ribalta, un catalán afincado en la región central, en la cual poseía fincas e ingenios. La propiedad de la calle Santa Elena, ya estaba inscrita en el Registro de la Propiedad en el 1868, año de gritos libertarios y de emancipaciones. La primera guerra por la independencia atravesaba maniguas y los propietarios de ingenios y colonias azucareras vieron peligrar sus bienes y propiedades. Todo parece indicar que el hacendado Ribalta, ya había hecho testamento, y la casa hacía parte de su legado. Los herederos y propietarios se sucedieron, entre ellos, los hermanos González Abreu y de Oña, que la ocuparon en 1955. Tiempo después, el inmueble queda desocupado y sus muros acogen la Junta Municipal de Educación. Luego vino el 59. Instaladas las nuevas autoridades, el Gobierno Revolucionario, cede la casona al MINED, que la convierte en una escuela Secundaria. La construcción masiva de escuelas secundarias básicas en el campo en la década del 1970 trajo consigo el cierre de las “secundarias de la calle” y con ello el abandono de los locales. La otrora vivienda se vio abocada a la ruina y a la casi destrucción durante un largo periodo. No fue hasta finales de la también convulsa década de 1980, en 1988, que todas las autoridades e instituciones se pusieron de acuerdo para lanzar los trabajos de restauración del inmueble neoclásico con fachada principal por la calle Independencia (Santa Elena), fondo por el callejón de la Palma –rebautizado Juan Evangelista Valdés a comienzos de la República-, y su muro lateral por Juan Bruno Zayas (Santo Espirito). Entre metas y corre-corre, la que fuera casona del catalán Ribalta, terminó su restauración en dos años, y por coincidencia o azar, abrió su vetusta puerta el 28 de enero de 1990. Su objetivo principal, una casa para todos los villaclareños, a vocación cultural, y por sus virtudes de casa, el gobierno municipal la utilizaría como “casa de protocolo”. Hasta aquí, la historia del inmueble, en cuanto a propietarios y ocupantes.©cAc-2015

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