Las voces por estruendosas que puedan ser no siempre
llegan a todos los oídos. Pero hay que gritar a voces para salvar ruinas, o
para salvar lo que la ruina puede borrar: el pasado patrimonial, que no por
pasado es una blasfemia al presente ni al futuro. Tiempo hace que estoy por
mostrar a quienes se acercan a mi blog interesados por Santa Clara, la riqueza
arquitectural de una construcción doméstica de la segunda mitad del siglo XIX y
que pasado el tiempo, y diversos propietarios y ocupantes, quedó en manos de un
organismo, de un ministerio o de la administración municipal. No sé a cuál de
ellos pertenecen esos viejos muros. Evidentemente, Cultura del municipio, tiene
cartas en el asunto, como las tiene el gobierno municipal, y la entidad de
Patrimonio, que debe velar por la protección y conservación del mismo. Tres
lustros después de su inauguración, al final de una soleada tarde de enero del
2005, invernal y agradable, me paseé por las piezas, galería y patio de la casa
escudriñando sus valores, su pasado impreso en la arquitectura, apretando el
obturador y disfrutando de la brisa fresca que desciende desde el exterior y se
escurre entre las gruesas columnas que sostienen el espacio claustral. Aparentemente
todo iba de par, tanto la proposición cultural de la Casa, de manos de su
directora y de su equipo de trabajo, así
como el mantenimiento de sus techos y muros (interiores y exteriores). Por
razones familiares, la vuelta a Santa Clara en el 2010, no me permitió
deambular como otras veces por sus calles, cámara en la mano. Una pasada
obligada por frente a la Casa, me dejó ver su puerta principal cerrada (léase
clausurada) y la humedad ganando terreno por sus muros exteriores, cuya pintura
se descascaraba como piel enferma. Me limité a fotografiar la herrería
exterior, donde el blanco daba paso a la herrumbre. La carpintería de las
ventanas, falta de puntuales brochazos de mantenimiento, comenzaba a dar
señales de fatiga. La Casa de la Ciudad va terminar mal, me dije. Pasó un mes y
de vuelta a Lutecia leí un artículo titulado “Salvaguardar la casa de todos en
Santa Clara”, del periodista Narciso Fernández Ramírez, con apoyo fotográfico
de Manuel de Feria [Vanguardia, 30 de enero de 2011]. Entonces me percaté que
la casona sita en Independencia N° 67, estaba sufriendo el deterioro que la
falta de mantenimiento engendra, y el desamparo de quienes tienen la
responsabilidad de mantenerla en funcionamiento, y no me refiero a sus
trabajadores, que la mayor parte del tiempo hacen de tripas corazón para que
las cosas funcionen, sino a las autoridades competentes. A principios de este
año 2015, pregunté si avanzaban los trabajos de carpintería de la Casa de la
Ciudad, donde un equipo se afanaba en renovar todo el techo de madera del
inmueble, y que comprende un buen volumen. No puse los pies en la obra, y me
arrepiento. Sin embargo, saber que la carpintería estaba siendo asegurada por
un artesano local, conocedor de su trabajo, me animó a pensar en un buen futuro
para esos techos. Hace apenas unos días, el 9 de julio exactamente, un título
concerniendo Santa Clara me llamó la atención: “La Casa de la Ciudad, en riesgo
de derrumbe”, ésta vez aparecido en 14ymedio, escrito por José León Pérez, y
con foto del propio autor (http://www.14ymedio.com/cultura/Casa-Ciudad-riesgo-derrumbe_0_1812418753.html ).
Quedé desconcertado con aquello de “riesgo de
derrumbe” porque el inmueble tiene una estructura sólida, el derrumbe solo
podría venir desde el techo, por la carpintería deteriorada, afectada por
termitas y por la humedad. Pero, y los trabajos de carpintería que se llevaban
a cabo en el pasado mes de febrero? Algo no va en esta historia de derrumbe, me
dije. Releí el artículo de 14ymedio y me di a la búsqueda del artículo de
Vanguardia que no encontré en el sitio del periódico villaclareño, pero que yo
había registrado en mi archivo de trabajo personal. Entre ambos artículos han
pasado cuatro años, cinco meses y unos días, y entre ambos la similitud es
sorprendente. El artículo de Vanguardia, podría haber sido más preciso e
informativo, a mi juicio personal, pero el mensaje anunciador del deterioro de
la Casa estaba echado a andar. Lo que francamente me ha chocado en el artículo
escogido por 14ymedio para su rúbrica Temas, no es el anuncio de derrumbe, sino
el hecho de reproducir casi integralmente el artículo publicado en enero del
2011 por el periodista Narciso Fernández, copiar y pegar en lugar de
investigar, de ir al meollo de la cuestión, copiar y pegar en lugar de
descubrir, destapar y mostrar realidades, ya sean duras y difíciles de aceptar.
El más reciente de los artículos de marra nada me ha enseñado, salvo haberme
empujado a revisitar la historia del inmueble, sus cualidades como construcción
doméstica y cuya riqueza le otorgan el valor patrimonial que no debiéramos
desdeñar. Conociendo las malas interpretaciones que puedan surgir a partir de
este trabajo, creo pertinente aclarar que en ningún momento mi voz se alza para
defender la gestión que llevan a cabo tanto las autoridades competentes como
aquellas que emanan de la entidad que vela por la conservación y el patrimonio
urbano de Santa Clara. Tampoco ataco la acción denunciadora del articulista de
14ymedio, y si el anuncio de riesgo de derrumbe no revela toda la actualidad
que me esperaba, interpreto el artículo como la voz de alerta que no solo hay
riesgos en la Casa de la Ciudad, hay deterioro, abandono y malos desempeños en
muchos otros inmuebles de la ciudad de Marta. ©cAc-2015.
Foto del inmueble situado en Independencia N° 67 antes
de la restauración llevada a cabo entre 1988 y 1990 y que se convertiría en la
Casa de la Ciudad. |
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