…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
viernes, 16 de octubre de 2015
Puente de San Cristóbal sobre el Cubanicay
lunes, 12 de octubre de 2015
Puente “El Gallego” (II)
Treinta años después de
haberse construido el puente sobre el Bélico donde terminaba la calle Calvario,
la Isla se desempolvaba del yugo colonial español. Corría 1898. Las aguas del
Bélico corrían presurosas buscando donde morir o compartir sus arrastres. La
gente cruzaba el puente, y no precisamente “El Gallego”, cruzaban y lo
siguieron cruzando hasta casi a finales de la década del veinte, cuando por
necesidades de la ingeniería, el puente fue desmontado. El puente cumplía ese
año 1928, sesenta años de erigido, y la población villaclareña lo llamaba por
el nuevo nombre de la calle, Marta Abreu. Desde un año antes, ya habían
comenzado los trabajos de la Carretera Central, larga de 1250 kilómetros entre
La Habana y Santiago de Cuba, y que atravesaba Santa Clara desde el Oeste al
Este. Y precisamente, la nueva obra vial estaba proyectada para que al
acercarse al río Bélico, lo contornara y bifurcara hacia la derecha, y en esa
curva se imbricarían la calle Marta Abreu, y la dicha carretera. Al ser la
calle Marta Abreu una arteria de sentido único, del Parque hacia el río, con
uno de sus estribos en parte de la calzada a construir, hubo de ejecutarse una
obra de fábrica que permitiera enlazar la “calle – puente” con el carril en
dirección a la capital, y al mismo tiempo, una salida hacia la izquierda para
incorporarse al carril en dirección al Oriente. Notemos que en ese momento el
tráfico automotor, y con ayuda de un agente de tráfico, doblar a la izquierda
para incorporarse a la Carretera Central no era un problema. A veces me pregunto
si en lugar de una salida de Marta Abreu a la carretera, el proyecto vial
estaba concebido para incorporarse a Marta Abreu desde la carretera, sólo que
el ancho no es el mismo en toda la extensión de la calle. Volvamos al puente.
La obra de fábrica proyectada para este engarce de calle y carretera dio al
traste con parte de la subestructura del puente construido en 1858, y con toda
la superestructura, es decir, el tablero y la estructura portante. Las barandas de El Gallego fueron demolidas y
la nueva balaustrada fue concebida como las proyectadas para el resto de las
obras de la Carretera Central. Igualmente hubo de trabajarse en la canalización
del río, los tubos de desagüe y la red de alcantarillado. El puente sobre el
Bélico, dejó de ser aquel que se construyera en 1858 y mantuvo el mismo nombre
que la calle, Marta Abreu, en homenaje a la benefactora de la ciudad. ©cAc-2015
Detalle de las barandas
del puente en consonancia con las fabricadas para la carretera Central.
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La curva donde se
insertó la calle Marta Abreu con la carretera Central, en la década de 1940.
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La baranda del puente de
la calle Marta Abreu y que hace la curva con la carretera Central.
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Basurero vecinal entre
el río y las casas que bordean la orilla derecha del Bélico, a las cuales se
accede por Padre Chao. Foto tomada en el 2009.
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En época de seca, el río
Bélico es apenas un curso de agua sin profundidad del cual emergen todas las
basuras que son botadas en sus orillas. Foto tomada en el 2011.
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Viviendas miserables
levantadas en la margen izquierda del río Bélico, y a las cuales se entra por
la calle Real (General Gálvez). Foto tomada desde el puente de la calle Marta
Abreu en el 2009.
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martes, 6 de octubre de 2015
O'Donnell, puente de los buenos
Quiso la
Municipalidad de Santa Clara perennizar la visita que hiciera el gobernador de
la Isla O’Donnel a la villa en 1845 y estimó honrar con su nombre al puente
construido sobre el arroyo de la Tenería, también conocido como Botijuela por
los más viejos. El puente, debajo de su primera piedra guarda como tesoro en
una pequeña caja, todos los documentos alusivos a su construcción. La obra,
inaugurada el 11 de junio de 1846, fue costeada a través de una suscripción
pública.
Autoridades
de la villa y muchos poblanos pasearon por las calles de Santa Clara el retrato
al óleo de la reina Isabel II que había regalado el Capitán general a la ciudad
y lo llevaron consigo hasta el puente en cuestión.

El
puente fue construido en el camino que enlazaba el cementerio y la calle Santa
Elena (hoy Independencia) sobre un modesto curso de agua que casi ha
desaparecido sirviendo de basurero por la falta de civismo de los vecinos y de
todo aquel que construyendo necesita botar escombros.
Pero no
tuvo suerte el insolente Capitán general de la Isla en la honra que le hacían
las autoridades santaclareñas. El puente era paso obligado de los cortejos
fúnebres en su camino al cementerio. Y al llegar allí, dolientes, condolientes
y llorones ya estaban fatigados. La carroza aminoraba la marcha o se detenía. Y
cuando se detenía bajo un sol implacable, aquellos cuyo oficio era despedir el
duelo y dar el último adiós a los muertos, aprovechaban para decir su
panegírico. En ese dircurso todos los muertos eran buenos y los oradores exaltaban
virtudes desconocidas. Escandalosas queridas e infieles maridos, ladrones y
timadores, asesinos, hijos abominables y padres déspotas, rencorosos vecinos y
avariciosos comerciantes, chulos y vividores, todo el mundo al partir recogía
allí su aureola de bueno. Desde entonces, el puente se convirtió en el puente
de los buenos.
El
puente todavía en pie por la solidez de sus cimientos y vital en una calle que
atravesaba la ciudad de este a oeste, suspira sin discursos bajo el maquillaje
de cal que no ha perdonado tan siquiera las tarjas que lo señala. O’Donnell
hace parte de la memoria colonial y aunque representara un período amargo de la
historia insular, el puente no debe ser vergüenza para el patrimonio local. ©cAc
La cal no permite leer lo inscrito, pero sobre las tarjas dice así :
LA VILLA
D SANTA CLARA
AL Exmo
Sr CAPITAN GENERAL DE LA ISLA
D.
LEOPOLDO O’DONNELL
EN MEMORIA
DE LA VISITA QUE SE DIGNO HACERLE
EL 28 D DICIEMBRE D 1845
Y en la otra tarja, y en la que el graffiti no la ha perdonado, está inscrito :
PUENTE
DE
O’DONNELL
AÑO DE
MDCCCXLVI
domingo, 4 de octubre de 2015
Puente de Santa Elena, Santa Clara 1820
Durante la tercera etapa
evolutiva del urbanismo en Santa Clara, es decir entre 1800 y 1860, fueron construidos
tres puentes. El primero de estos puentes fue pensado por las autoridades del
Cabildo en 1818. El proyecto consistía en construir un puente sobre el río
Bélico (de la Sabana), justo en el lugar conocido como Poza del Fraile, que se
hallaba al final de la calle del Calvario. Existía entonces un paso que
permitía cruzar el río para llegar al barrio Condado, que entonces abrigaba, el
Corral del Concejo y el Rastro, ambos situados en una orilla del arroyo de la
Tenería. Para llevar a cabo el proyecto, el Cabildo abrió una suscripción de
contribución entre los vecinos, pues la obra estaba presupuestada en 8936
pesos. Otra idea del Cabildo fue permitir juegos y diversiones en la Plaza, y
visto que tan solo en las primeras quince noches llegaron a reunir 1090 pesos,
las autoridades mantuvieron la diversión nocturna durante algunos meses. A
pesar de la recaudación, por parte de los vecinos y proveniente de los juegos
públicos, aquel año de 1818 la obra no vio su comienzo. No sería hasta 1820 que
el proyectado puente viera la luz. Pero no precisamente sobre la Poza del
Fraile, donde terminaba la calle del Calvario. El puente fue construido sobre
el río pero en la calle Santa Elena (actual Independencia), un itinerario más
directo hacia el Hospital de San Lázaro y hacia el Cementerio. También a ese
lado de la villa se levantaba el Polvorín y el camino hacia La Habana. El
puente sobre el río Bélico construido en la calle Santa Elena, aunque no fue
una obra de ingeniería de envergadura, sirvió como tal durante 102 años, y tuvo
el mérito de ser el primer verdadero puente erigido en la villa por el Cabildo.
©cAc-2015
Etiquetas:
Para una memoria villaclareña,
Rios y Puentes
sábado, 3 de octubre de 2015
Derrumbe tras derrumbe…
El paisaje
urbano de la calle Marta Abreu comenzó a cambiar cuando en 1940 se coloca la
primera piedra de la catedral de Santa Clara, en el terreno contiguo al garaje
con el callejón de por medio. La catedral fue terminada en 1953, la calle
siguió su ritmo cotidiano, y el garaje Muzelle mantuvo abierta sus puertas
hasta un buen día, que no les puedo confirmar. Intervenido a su propietario por
el gobierno revolucionario de 1959? No sé cuál fue la transformación del lugar
y qué albergó durante tantos años. En los 90, creo que un grupo de
emprendedores se instaló para hacer funcionar una peña nocturna, o algo así.
Años más tarde, Teatro Laboratorio, quedó inscrito en negro sobre blanco en su
fachada, del otro lado de la puerta, también sobre azulejos, CARTELERA. Para
entonces, de la fachada neocolonial con sus grandes puertas-ventanas enrejadas
nada quedaba. Los anchos muros de ladrillos provenientes de El Tejar sosteniendo
la vieja carpintería y la cubierta de tejas, abrigaron Laboratorio Teatral
Universitario, surgido en noviembre de 1998, y que más adelante se convertiría
en Grupo Teatro Laboratorio.
Fue precisamente en 1998, que el inmueble fue
remodelado y convertido en sala de teatro, y sede del GTL cuyo director es
Roberto Orihuela, reconocido actor desde su paso por el Grupo Teatro Escambray
en los años 70, y comprometido artista de la escena villaclareña. Reviniendo a
la remodelación del inmueble, -de hecho vetusto y falto de mantenimiento
durante mucho tiempo, hay que apuntar que la fachada funcionaba independiente a
la cubierta, es decir, no había unión estructural. Los tirantes, -originales,
eran de madera, adoleciendo de que las fogonaduras estuvieran podridas. Durante
una remodelación (la de 1998?), la solera de madera sobre el muro de la
fachada, había sido remplazada por una solera de hormigón armado,
sobredimensionada. Sobredimensión y peso hicieron su cruel trabajo y el
derrumbe, avizorado con antelación, tuvo su día. Y ese día, el muro, y la
cubierta, abofeteados por la lluvia y el mal tiempo, no dieron más de sí. La
fachada se desplomó hacia la calle llevando consigo el peso de la viga. No hubo
que lamentar víctimas por el desplome de la fachada, felizmente. Poco antes del
derrumbe, el custodio del lugar había cruzado la calle para conversar con el
custodio del inmueble que está enfrente. Y los turistas que habían aparcado el
auto frente a la sala de teatro, andaban de paseo por el Parque Vidal. El coche
de turismo quedó aplastado por el amasijo de hierro, madera, tejas y ladrillos.
El post derrumbe tiene otro lado triste. Unos minutos más tarde aparecieron los
saqueadores para llevarse todo el material de construcción susceptible de
servir: vigas, viguetas, maderas, tirantes… El custodio ayudados por otros
celadores intentaron poner freno al saqueo, y lograron salvar muchas cosas.
Llamaron a la Policía (PNR) para que los ayudaran y por respuesta tuvieron “eso
no es asunto nuestro, es responsabilidad de cada organismo de velar por lo suyo”.
Cuál es el rol de la autoridad policial en esos casos? Otra pregunta que nos
deja perplejos. Tocó el turno a los bomberos, que acabaron de tumbar y demoler
lo que quedaba en pie, y luego fregaron el lugar con mangueras de agua. La
esquina, justo al lado de la catedral, y en la importante calle de Marta Abreu,
es una tapia de bloques, un muro sordo que no tiene fecha para desaparecer. Orihuela
y su Grupo Teatro Laboratorio, acaban de perder, con el derrumbe del local sito
en la esquina de Marta Abreu y callejón de Lubián, la sala que les permitía
llegar al público de la ciudad de Santa Clara y proyectarse como hacedores de
un proyecto comunitario (Proyecto Comunitario Utopía), y con acciones derivadas
del quehacer del grupo, como el taller de dramaturgia. El director, preocupado
por el estado del inmueble, que prometía un venidero derrumbe, había pedido
hace más de un año el apuntalamiento de la estructura. No hace mucho en una
emisión radial, Roberto Orihuela, -que llevaba años anunciando ese derrumbe-,
dejó claro que en “Cultura” había muchos funcionarios sin funciones, y que no
le permitían dejar de dar funciones en la sala, para no obstaculizar las
estadísticas. Para la reparación del inmueble, las autoridades competentes
venían anunciando desde hace un lustro, que el presupuesto para dicha
rehabilitación constructiva existía. Y qué hacemos con el anuncio de
presupuesto si al final el anuncio del derrumbe deja perpleja a la ciudadanía,
a los hacedores de teatro, a su director, y a las propias autoridades, que no
tuvieron toda la voluntad necesaria, que no hicieron todo lo necesario por
salvar la sede del grupo, y por salvar una esquina que por fea que fuera hacía
parte del equilibrio urbano de la calle Marta Abreu. ©cAc-2015
viernes, 2 de octubre de 2015
Puente « El Gallego »
![]() |
| Puente “El Gallego” con respecto a la plaza del Recreo (1858) |
Sitio exacto en el que
fue construido el puente “El Gallego” en 1858
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