El paisaje
urbano de la calle Marta Abreu comenzó a cambiar cuando en 1940 se coloca la
primera piedra de la catedral de Santa Clara, en el terreno contiguo al garaje
con el callejón de por medio. La catedral fue terminada en 1953, la calle
siguió su ritmo cotidiano, y el garaje Muzelle mantuvo abierta sus puertas
hasta un buen día, que no les puedo confirmar. Intervenido a su propietario por
el gobierno revolucionario de 1959? No sé cuál fue la transformación del lugar
y qué albergó durante tantos años. En los 90, creo que un grupo de
emprendedores se instaló para hacer funcionar una peña nocturna, o algo así.
Años más tarde, Teatro Laboratorio, quedó inscrito en negro sobre blanco en su
fachada, del otro lado de la puerta, también sobre azulejos, CARTELERA. Para
entonces, de la fachada neocolonial con sus grandes puertas-ventanas enrejadas
nada quedaba. Los anchos muros de ladrillos provenientes de El Tejar sosteniendo
la vieja carpintería y la cubierta de tejas, abrigaron Laboratorio Teatral
Universitario, surgido en noviembre de 1998, y que más adelante se convertiría
en Grupo Teatro Laboratorio.
Fue precisamente en 1998, que el inmueble fue
remodelado y convertido en sala de teatro, y sede del GTL cuyo director es
Roberto Orihuela, reconocido actor desde su paso por el Grupo Teatro Escambray
en los años 70, y comprometido artista de la escena villaclareña. Reviniendo a
la remodelación del inmueble, -de hecho vetusto y falto de mantenimiento
durante mucho tiempo, hay que apuntar que la fachada funcionaba independiente a
la cubierta, es decir, no había unión estructural. Los tirantes, -originales,
eran de madera, adoleciendo de que las fogonaduras estuvieran podridas. Durante
una remodelación (la de 1998?), la solera de madera sobre el muro de la
fachada, había sido remplazada por una solera de hormigón armado,
sobredimensionada. Sobredimensión y peso hicieron su cruel trabajo y el
derrumbe, avizorado con antelación, tuvo su día. Y ese día, el muro, y la
cubierta, abofeteados por la lluvia y el mal tiempo, no dieron más de sí. La
fachada se desplomó hacia la calle llevando consigo el peso de la viga. No hubo
que lamentar víctimas por el desplome de la fachada, felizmente. Poco antes del
derrumbe, el custodio del lugar había cruzado la calle para conversar con el
custodio del inmueble que está enfrente. Y los turistas que habían aparcado el
auto frente a la sala de teatro, andaban de paseo por el Parque Vidal. El coche
de turismo quedó aplastado por el amasijo de hierro, madera, tejas y ladrillos.
El post derrumbe tiene otro lado triste. Unos minutos más tarde aparecieron los
saqueadores para llevarse todo el material de construcción susceptible de
servir: vigas, viguetas, maderas, tirantes… El custodio ayudados por otros
celadores intentaron poner freno al saqueo, y lograron salvar muchas cosas.
Llamaron a la Policía (PNR) para que los ayudaran y por respuesta tuvieron “eso
no es asunto nuestro, es responsabilidad de cada organismo de velar por lo suyo”.
Cuál es el rol de la autoridad policial en esos casos? Otra pregunta que nos
deja perplejos. Tocó el turno a los bomberos, que acabaron de tumbar y demoler
lo que quedaba en pie, y luego fregaron el lugar con mangueras de agua. La
esquina, justo al lado de la catedral, y en la importante calle de Marta Abreu,
es una tapia de bloques, un muro sordo que no tiene fecha para desaparecer. Orihuela
y su Grupo Teatro Laboratorio, acaban de perder, con el derrumbe del local sito
en la esquina de Marta Abreu y callejón de Lubián, la sala que les permitía
llegar al público de la ciudad de Santa Clara y proyectarse como hacedores de
un proyecto comunitario (Proyecto Comunitario Utopía), y con acciones derivadas
del quehacer del grupo, como el taller de dramaturgia. El director, preocupado
por el estado del inmueble, que prometía un venidero derrumbe, había pedido
hace más de un año el apuntalamiento de la estructura. No hace mucho en una
emisión radial, Roberto Orihuela, -que llevaba años anunciando ese derrumbe-,
dejó claro que en “Cultura” había muchos funcionarios sin funciones, y que no
le permitían dejar de dar funciones en la sala, para no obstaculizar las
estadísticas. Para la reparación del inmueble, las autoridades competentes
venían anunciando desde hace un lustro, que el presupuesto para dicha
rehabilitación constructiva existía. Y qué hacemos con el anuncio de
presupuesto si al final el anuncio del derrumbe deja perpleja a la ciudadanía,
a los hacedores de teatro, a su director, y a las propias autoridades, que no
tuvieron toda la voluntad necesaria, que no hicieron todo lo necesario por
salvar la sede del grupo, y por salvar una esquina que por fea que fuera hacía
parte del equilibrio urbano de la calle Marta Abreu. ©cAc-2015


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