domingo, 18 de octubre de 2020

Esquina de San Miguel y Cuba…

 


…o Cuba y San Miguel, según la orientación que se le quiera dar a esas cuatro esquinas que hasta hace poco mantuvieron la armonía arquitectónica de la época colonial. Para llegar a esa esquina vamos a remontarnos a los primeros años de la fundación de Gloriosa Santa Clara. La calle que se abría al sur desde el ángulo suroeste de la plaza de Armas fue denominada San Pablo. Era como todas, polvorienta en la seca y pantanosa en la época de lluvias, y el tramo parcelado no pasó de 120 varas. El arroyo Marmolejo, que nacía en la laguna del Francés, fue el primer obstáculo en el alargamiento de San Pablo hacia el sur. La laguna del Francés, que de hecho era pequeña se fue secando, aunque el manatial  siguió vertiendo su hilo de agua hacia el Marmolejo. El curso de agua nunca desapareció, pero fue perdiendo fuerza como arroyo. Continuaron mercedándose las parcelas a medida que se extendía San Pablo, y la calle dejó de llamarse así para convertirse en la calle Carmen, la cual llegó hasta la actual calle de San Miguel. La manigua iba desapareciendo, y ese sector sur fue denominado Tanoya, un barrio en el que se asentaron familias pobres, en su mayoría pardos y negros libres. Otro cambio en la señalética, hizo que nombraran Carmen a la calle del Provincial (actual Máximo Gómez), y la otrora San Pablo fue rebautizada como calle Cuba, esto ocurría en la mitad del siglo XVIII. La villa progresaba y seguía la urbanización del sector sur, y a medida que la calle se extendía, surgían otras transversales. Y fue entonces que nació el cruce de la calle Cuba con la calle San Miguel. La teja y la mampostería se iban imponiendo en la urbanización. Las cuatro esquinas vieron levantar caserones de gruesos muros, altos techos cubiertos de tejas, con aleros salientes. En las parcelas se construían viviendas y también comercios y menestrales. Los caserones, que fueran viviendas o comercios, llegaron hasta nuestros días, y aunque muchas veces los pasantes, a fuerza de pasar no pusieran atención a ellos, la huella del urbanismo colonial estaba enraizada en esas cuatro esquinas, y cuyo cruce se llamó en los albores de la República, calle de José de Jesús Monteagudo (Cuba), patriota de la gesta independentista, y calle Manuel Dionisio González (San Miguel), en honor a nuestro primer historiador santaclareño. Ambas apelaciones no cuajaron en la oralidad popular, que siguió llamándolas Cuba y San Miguel, aunque esta última, una vez más fue rebautizada después de 1959, y las placas la señalan como Avenida 9 de Abril. Los invito a seguir leyendo en venideros post, sobre esta esquina, y bienvenidos los comentarios… ©cAc-2020

2 comentarios:

  1. Veo cómo se mueve, expandiéndose, la ciudad. Una ciudad. Quizá cualquier ciudad. Porque en cierto modo todas las ciudades deben haberse desarrollado con movimientos parecidos. ¿O no?

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    1. Así es Abel, movimientos como las hojas de un chopo al llegar el otoño, en espirales, suavemente o en franca caída. Las expansiones urbanas que van del villorrio de antaño a las ciudades y aglomeraciones contemporáneas son puro movimiento, humano, de tierra, de aguas, donde no falta el toque legendario del naciente y el poniente, que los nuevos hacedores de asentamientos urbanos, por ignorancia o negligencia olvidan.

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