…o Cuba y San Miguel, según la
orientación que se le quiera dar a esas cuatro esquinas que hasta hace poco
mantuvieron la armonía arquitectónica de la época colonial. Para llegar a esa
esquina vamos a remontarnos a los primeros años de la fundación de Gloriosa
Santa Clara. La calle que se abría al sur desde el ángulo suroeste de la plaza
de Armas fue denominada San Pablo. Era como todas, polvorienta en la seca y
pantanosa en la época de lluvias, y el tramo parcelado no pasó de 120 varas. El
arroyo Marmolejo, que nacía en la laguna del Francés, fue el primer obstáculo
en el alargamiento de San Pablo hacia el sur. La laguna del Francés, que de
hecho era pequeña se fue secando, aunque el manatial siguió vertiendo su hilo de agua hacia el
Marmolejo. El curso de agua nunca desapareció, pero fue perdiendo fuerza como
arroyo. Continuaron mercedándose las parcelas a medida que se extendía San
Pablo, y la calle dejó de llamarse así para convertirse en la calle Carmen, la
cual llegó hasta la actual calle de San Miguel. La manigua iba desapareciendo,
y ese sector sur fue denominado Tanoya, un barrio en el que se asentaron
familias pobres, en su mayoría pardos y negros libres. Otro cambio en la
señalética, hizo que nombraran Carmen a la calle del Provincial (actual Máximo
Gómez), y la otrora San Pablo fue rebautizada como calle Cuba, esto ocurría en
la mitad del siglo XVIII. La villa progresaba y seguía la urbanización del
sector sur, y a medida que la calle se extendía, surgían otras transversales. Y
fue entonces que nació el cruce de la calle Cuba con la calle San Miguel. La
teja y la mampostería se iban imponiendo en la urbanización. Las cuatro
esquinas vieron levantar caserones de gruesos muros, altos techos cubiertos de
tejas, con aleros salientes. En las parcelas se construían viviendas y también
comercios y menestrales. Los caserones, que fueran viviendas o comercios,
llegaron hasta nuestros días, y aunque muchas veces los pasantes, a fuerza de
pasar no pusieran atención a ellos, la huella del urbanismo colonial estaba
enraizada en esas cuatro esquinas, y cuyo cruce se llamó en los albores de la
República, calle de José de Jesús Monteagudo (Cuba), patriota de la gesta
independentista, y calle Manuel Dionisio González (San Miguel), en honor a
nuestro primer historiador santaclareño. Ambas apelaciones no cuajaron en la
oralidad popular, que siguió llamándolas Cuba y San Miguel, aunque esta última,
una vez más fue rebautizada después de 1959, y las placas la señalan como
Avenida 9 de Abril. Los invito a seguir leyendo en venideros post, sobre esta
esquina, y bienvenidos los comentarios… ©cAc-2020
Veo cómo se mueve, expandiéndose, la ciudad. Una ciudad. Quizá cualquier ciudad. Porque en cierto modo todas las ciudades deben haberse desarrollado con movimientos parecidos. ¿O no?
ResponderEliminarAsí es Abel, movimientos como las hojas de un chopo al llegar el otoño, en espirales, suavemente o en franca caída. Las expansiones urbanas que van del villorrio de antaño a las ciudades y aglomeraciones contemporáneas son puro movimiento, humano, de tierra, de aguas, donde no falta el toque legendario del naciente y el poniente, que los nuevos hacedores de asentamientos urbanos, por ignorancia o negligencia olvidan.
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