…un paseo en el tiempo, una mirada atrás para recordar calles y muros con sus tristezas y alegrías, los inicios polvorientos, la hora de los adoquines, del desorden, de las ingratitudes y de las esperanzas que se forjan escudriñando el viaje lento de una hoja flotando en las aguas del Bélico…
martes, 8 de noviembre de 2011
Escuela del Hogar Rural / Tecnológico « Victoria de Santa Clara »
viernes, 28 de octubre de 2011
Esquinas de SC (Colón & Síndico)
Homenaje a un pasado trigal? Es lo que pudiera sugerirnos el mosaico incrustado en uno de los dos muros de ángulo del espacio público situado en la esquina de las calles Colón y Síndico. Un canto pictórico al trigo, que fuera un renglón agrícola importante en los campos villaclareños, un canto al pan, que se elaboraba en las innumerables tahonas de la villa. Es lo que me sugiere personalmente el conjunto pictórico del mosaico elaborado en el 2000 por Artill, el artista encargado de la obra. La esquina no me trae ningún recuerdo. Nunca me he sentado en sus bancos. Y está situada además en una de las vías principales de la ciudad, porque la calle Colón, desde el sur, allá donde comienza la avenida Marta, o viniendo del este o del oeste por la carretera Central, es uno de los principales accesos al Parque Vidal. El parquecito en cuestión, como llamamos los pilongos a esos espacios públicos nacidos del deterioro y de calamidades, puede ser una pausa en el ajetreo cotidiano de los pasantes. Da sombra una majagua, dan luz dos o tres lámparas y dan reposo los bancos verdes hechos de aleaciones y cuyos brazos se fracturan con un golpe. La majagua como sólido árbol, sobrevive a los periodos de seca y se nutre de las lluvias tiernas o violentas que caen sobre los adoquines de la ciudad. Sin embargo, no puedo retenerme y preguntarme (a manera de crítica, obviamente!) por qué a esos minúsculos oasis de esquina les cuesta tanto trabajo revestirse de verde, de flores, de colorido? No bastan los colores del mosaico, digo yo. Los canteros con tierra reseca, las arecas escuálidas, el polvo y el cisquillo volátil del estiércol de caballo omnipresentes… ©cAcmiércoles, 26 de octubre de 2011
Baldosas & Mosaicos
Cuántas veces hemos escuchado que “el piso de mi casa es de baldosas” o que “los mosaicos del zaguán han ido perdiendo el color”. Indistintamente vivimos y caminamos sobre pisos tapizados. En Cuba, el común de los comunes conoce de baldosas y conoce de mosaicos. La producción de mosaicos decorativos revolucionó a mediados del siglo XIX cuando la industria desarrolló la técnica productiva de los mosaicos usando moldes para los diseños y prensas para solidificarlos. Las prensas manuales dieron paso a las prensas hidráulicas, y la fabricación de baldosas, mosaicos y losetas se desarrolló rápidamente. Para entonces, Cuba decoraba los pisos de sus casas con baldosas y losetas hidráulicas importadas de España mayoritariamente, pero también de Francia, Italia e incluso de Turquía. Cuando México se dotó de la novedosa técnica, muchos de los mosaicos comenzaron a importarse del país azteca. Pero no había finalizado el siglo XIX cuando Cuba introdujo la técnica. En 1886 comenzó la experimentación para fabricar las baldosas o losetas hidráulicas y ya durante la primera década del siglo XX, la industria manufacturera del mosaico estaba afianzada en La Habana. La capital contaba con cuatro grandes fábricas y una docena de pequeñas y medianas industrias. En el interior del país, pequeños propietarios elaboraban mosaicos y baldosas para colmar la demanda en las ciudades más importantes. Las familias solventes de Santa Clara no escaparon al arte de tapizar sus pisos, y desde que decidían importantes renovaciones de sus casas, el pedido de mosaicos no tardaba. Las casas que sufrieron transformaciones en el XIX, renovaron sus pisos, pisos que ya tienen más de cien años y que son aún hermosos. Estos mosaicos pueden apreciarse en muchas casas de las calles viejas del centro de la ciudad de Marta. Aunque también podemos encontrarlos en casas aisladas en barrios aledaños al centro, y también en la periferia de la ciudad. En lo adelante, y mientras me alcancen las baldosas y los mosaicos, iré tapizando los pisos de este blog con aquellas que han resistido mi paso, que me han visto vivir durante años, o que he descubierto en la ciudad del Bélico y en otros pueblos villaclareños…[los mosaicos y baldosas aparecerán en la página www.casanovacarlos.blogspot.com ] ©cAcjueves, 2 de junio de 2011
Otro parque desconocido... (Sta Clara)

…desconocido para
mucha gente, pero no tanto para los residentes en sus alrededores. Digo parque,
y se me antoja, más bien un paseo de talla modesta y no un parque, si
consideramos que tiene una planta longitudinal y no el tradicional
cuadrilátero. Había yo reparado en él desde la década del 70’. Siempre me
llamaba la atención su ubicación en la curva de la carretera y a lo largo de
esta. Nunca se me ocurrió preguntar por los orígenes del parque. Un espacio
abandonado que revelaba trazas de un pasado, quizás las lámparas, o los bancos
que quedaban…, incluso las casonas campestres de la primera mitad del siglo XX,
diseminadas por los alrededores.
Hace par de años,
estando de visita cerca de allí, me di un salto y descubrí el sitio
completamente reordenado. Los ejecutores del rescate mantuvieron su estructura
tipo paseo central y los árboles a uno y otro lado del mismo, que dan una
sensación de túnel umbroso. El mobiliario, renovado. Una docena de bancos con
diseño moderno, hechos en granito y las luminarias, mucho más presentables que
las que comúnmente incorporan en los “parquecitos” esquinados de la ciudad del
Bélico. En mi opinión, faltó un poco de acabado en el trabajo de pavimentación
de la explanada. Pero me alegró mucho ver ese viejo espacio público renovado.
Se preguntarán,
bueno, y de qué “parque” se trata? Les diré que el sitio está ubicado en el
sector peri-urbano de Santa Clara, en la carretera de Camajuaní, a la
altura del kilómetro 4, aproximadamente, en lo que fue un germen de
urbanización temprana fuera de la trama tradicional. El Reparto Moro, un
kilómetro antes, se gestó en los años 40. Le sigue, en dirección a la
universidad, El Gigante, a escasos 300 metros, un caserío devenido barrio
rural, que comienza a ensanchar su trama a inicios del 80’. En esa época,
frente al parque, del otro lado de la carretera, una empresa de la construcción
(la ECOA 5 o algo por el estilo?) comenzó a levantar su sede administrativa, y
que nunca terminara. Los años pasaron, creo que la empresa no existe en la
actualidad, y el conjunto de edificios fue rediseñado como edificio de
apartamentos. Se construyeron módulos de viviendas y todo parece indicar que el
reordenamiento del parque cobró vida con la reurbanización de la zona. A mi
parecer, una reurbanización incompleta, pues no existen todas las
infraestructuras necesarias.
Pero
volvamos al parque. No sé cómo se llama en la actualidad, y la vieja foto que me
motivó escribir estas líneas, solo menciona “parque construido frente a la
Granja-Escuela Juan Bautista Jiménez, Santa Clara”. Estoy convencido que se
trata del mismo parque que les presento renovado. Observen las luminarias, muy
parecidas a las usadas durante el reordenamiento urbano de Santa Clara en la
década del 1920. Es posible que esté soñando, pero creo que a principios
del 70’ quedaban los pedestales de alguna que otra lámpara. Cerca del parque,
la casona del doctor Rosell (Interior
de casa (II)), contiguo a la casa, un restaurant
campestre familiar, el Picking-chicken (ahora Los Cocos) y frente al
restaurant, la escuela de natación “Héctor Ruíz”, antiguo pensionado para niños, de
los 50’. A ambos lados de la carretera, la parada de la ruta 3
(Terminal-Universidad), que se acompañaría más tarde de otras rutas: la 15, que
entraba a la Textilera, como la 7 que fue prolongada hasta allí, y la 28
(Parque-Camilitos). Ya se ubican dónde está el parque? Lo reconocen o nunca
habían reparado en su existencia? ©cAc-2011
martes, 31 de mayo de 2011
Esquinas de SC (San Miguel & Central)
Fue una esquina evidentemente construida, lo demuestran los viejos muros de las viviendas vecinas. Hasta donde mi memoria llega, llega como una esquina, de parquecito ordinario remplazando un inmueble que se convirtió en ruina. Fue durante años, muro mural con propaganda revolucionaria. En el 2004 todavía podía verse sobre los muros descacarañados, el logo de la organización cederista y aquella consigna que decía “en cada barrio revolución”, bis de una canción de afirmación revolucionaria de los años 70’. Habían dos bancos para sentarse, el césped verdeaba y crecían cuatro arbustos deseosos de crecer, y en el cantero de muro alto que servía de parachoques a los eventuales accidentes que se sucedían en el cruce, crecía el césped y paradójicamente, en lugar de plantas con flores, se erguía una luminaria. Cinco años más tarde, menos césped, seco el del cantero, la luminaria siempre erguida, y dos tristes bancos con factura de “comunales”, reemplazantes de los anteriores, que no tenían respaldar pero eran sólidos, de dos pies y una losa de granito. Los arbolitos, que no se metían con nadie, desaparecieron y en su lugar pusieron losas. Sobre el muro de la consigna, y el muro vecino, dos reproducciones de pinturas. Dos escuálidas palmeras o dos arecas, el toque verde. En noviembre pasado (2010) vi ajetreo de albañiles y pintores encaramados en un andamio. El cantero de muro alto había sido demolido, y trabajaban en el replanteo del suelo. La esquina va a resucitar, me dije. Un mes después, los trabajos habían avanzado, y de la esquina anterior solo quedaban las pinturas murales. Toque criollo, la incorporación de elementos de madera y tejas sobre las ventanas de una casa contigua y sobre la puerta y ventana, frente de otra casa. Tres pérgolas con estructuras de hierro y seis bancos, azules. Como nuevas, las mismas farolas, en verde botella. Buscando armonía con la balaustrada de la carretera sobre el río Bélico, los proyectistas diseñaron panes de baranda alrededor del renovado espacio público. Blancos con remate en naranja, que deviene el color símbolo de los puentes sobre los ríos de la ciudad. Pero ni pizca de césped, ni toque verde. En qué están pensando los proyectistas cuando les dan la tarea de reordenar una esquina a vocación de ocio y descanso vecinal, o de los paseantes? La renovación de San Miguel y Central era de esperarse, entonces, por qué no le dieron espacio a un framboyán, por qué no insertaron jardineras en las que pudieran plantarse plantas trepadoras que cubrirían las pérgolas y dieran sombra sobre los bancos? Mis fotos le ayudarán a darme razón, o ninguna. O quizás comentar si conoce del pasado de esa esquina, que fuera la puerta de la trocha de San Miguel en época de carnavales y que es la principal entrada al barrio Condado. La esquina de San Miguel & Central, vecina frontal del servicentro de la cadena Oro Negro, ambos sitios, insertados en uno de los cruces más peligroso de la carretera al interior de la ciudad y que clama a voces por un semáforo. ©cAcdomingo, 29 de mayo de 2011
Las casas Jabón Candado de Santa Clara

En los barrios de La Habana existen casas que fueron parte del marketing publicitario de diversas firmas comerciales. Recuerdo haber visto en La Lisa, una casa Café Pilón y si mal no recuerdo, he visto una Casa Rina, pero no sé dónde! En casi todas las ciudades cubanas la firma Crusellas construyó las casas conocidas como Villas Jabón Candado, y que entregaba amuebladas a los ganadores del sorteo. Las ganadoras eran siempre amas de casa, y lavanderas que usaban las gruesas pastillas amarillas y que podían estar premiadas con una balita o un gallo de oro, llevando en el interior el cupón con el número ganador. En Santa Clara, Crusellas eligió la carretera Central para construir dos casas a premiar. Una al este, banda Placetas, con frente a la carretera y fondo hacia La Vigía, por calle 2da. La otra casa fue levantada al oeste, en un sitio que fuera la entrada a la ciudad, y que hoy está insertado en la trama urbana, a dos pasos de la Terminal de Ómnibus. Cuál de las dos fue la primera en construirse? No lo sé, pero imagino que la que fue levantada al oeste, y ambas, en la década del 40’. martes, 17 de mayo de 2011
Ave. San Juan de los Remedios N° 1 (Sta Clara)
el puente fue autorizada la colocación de una cruz, costeada por un comerciante de origen catalán, nombrado Martin Camps. Un año más tarde fue inaugurado el puente que las autoridades coloniales bautizaron como “Isabel II”. La cruz fue colocada a la derecha antes de cruzar el puente, en dirección al Cayo. El monumento de la cruz, fue más resistente a las crecidas que el puente “Isabel II” al que todos llamaban puente de la Cruz. Temporales y crecidas fueron obrando la fundación del puente y una de ellas, en la década de 1890, lo deterioró con fuerza. El ayuntamiento de la ciudad acometió trabajos y planteó un presupuesto para la construcción de un nuevo puente sobre el arroyo del Monte, rebautizado Cubanicay. Y la mitad del costo del mismo fue donada por Marta Abreu, que ya había costeado el equipamiento técnico del Observatorio Astronómico Municipal, construido a finales de la década del 1880, a escasos seiscientos metros del puente, a la derecha, en la propia carretera. El nuevo puente fue inaugurado en 1895. El sitio no era más que un hito que marcaba el comienzo de un camino hacia el nordeste y una puerta invisible que daba acceso a la recién titulada ciudad de Santa Clara.
a cada lado sendas ventanas que descienden hasta el piso, con luceta superior rectangular y reja en hierro forjado. Se accede a los niveles superiores por una escalera exterior con descanso intermedio. El primer nivel, de uso doméstico, tiene incorporado un balcón a balaustres, al que puede salirse por cualquiera de las seis puertas-ventanas, dos laterales y cuatro frontales, en armonía con el trazado de las de la planta baja, llevan lucetas superiores, y la carpintería conjuga madera y vidrio, y las típicas persianas de tabletas fijas que van a permitir una ventilación permanente. Las ventanas restantes, de carpintería ordinaria, son de talla mediana y llevan lucetas de vidrio. La segunda planta, de bajo puntal, tiene un balcón frontal en su eje central, a balaustres, con una sola puerta de acceso. Los paños de muro llevan ventanas pequeñas, salvo la pared en cuyo interior está adosada una escalera estrecha que lleva a una pieza techada, situada en el fondo derecho de la última planta, y que es la azotea del edificio. Además de los balcones, relevantes en el inmueble, sostenidos por ménsulas, se destacan elementos y molduras, incluso, la incorporación de arcadas decorativas en las paredes del segundo nivel, revelan rasgos del art-nouveau. Es de destacar el uso de la teja criolla sobre la marquesina que bordea la pared superior de la segunda planta y como en lugar del acostumbrado balaustre en el pretil, el constructor reproduce la decoración incorporada en la parte inferior de los muros de esta planta. El observador curioso descubrirá en el piso frente al edificio cuatro mosaicos decorativos, hechos en granito, y en la fachada, una placa ilegible a fuerza de pinturas y cales que evoca la vieja señalización de las vías villaclareñas. Igualmente descubrirán tres guardavecinos que no lo son como tal, pero que ponen cierta distancia entre las piezas del primer nivel que dan al extendido balcón. En la planta baja, en el extremo izquierdo, el local está ocupado por una carnicería, “La oveja”. Del otro lado, el espacio fue reconvertido en vivienda, observen las ventanas “Miami” protegidas con cabillas. Sobre la cubierta de tejas decora
tivas, la mala hierba crece a gusto. La ropa tendida en los balcones evoca las miserias del “quart-monde”. Yo he imaginado el edificio como nuevo en la década del treinta. El lector anónimo y muchos otros, no pasarán por alto que el inmueble vive un cierto abandono, que se traduce en falta de mantenimiento, de interés por parte de sus ocupantes y quizás también de parte de las autoridades que deben velar por la conservación de los inmuebles urbanos. Atención, no critico a nadie en particular, que nadie se sienta agredido, y tampoco vayan a comentar en voz baja lo que no hacen en público. A fin de cuentas, la culpa de todo la tiene el totí!. Un edificio singular en el comienzo de una arteria vital en lo cotidiano y en lo urbano de la ciudad de Marta. ©cAc







