Tecnológico « Victoria de Santa
Clara »
Tiempo atrás
cayó en mis manos una foto deteriorada por el tiempo. Una foto en blanco y
negro, semejante a esas viejas post-cards republicanas que mostraban parques,
ciudades, escuelas y paisajes con un pie de foto no siempre legible. La que les
presento, a la izquierda hubo de llevar un recuadro que decía más o menos así:
HOGAR INFANTIL CAMPESINO PARA NIÑAS “MENA GUTIÉRREZ” SANTA CLARA, y fue tomada
o impresa, o las dos cosas, por Foto Álvarez, supongo que un Studio fotográfico
regional. Me rompía la cabeza queriendo ubicar en la ciudad aquella escuela
para niñas, y me preguntaba a qué periodo republicano correspondía. Además estaba
convencido que había pasado muchas veces frente al edificio, que aunque había
sido construido bien alejado de la carretera, se imponía en el paisaje.
Ahora bien, el
edificio que yo recordaba, tiene cierto parecido, pero no estaba convencido que
fuera el de la vieja foto. Para salir de dudas, decidí hacer el camino que me
llevó al susodicho inmueble. Y era en efecto, el mismo que fotografiara Álvarez
casi finalizando la década del 40’. El centro educativo fue construido en el
tramo oeste de la carretera Central, un sector rural en el que se levantaban
viviendas modestas y casas pertenecientes a fincas adyacentes. También en ese
tramo de la carretera estaba el parque Cubanacán y el Casino Deportivo.
Los terrenos
donde fue construida la “escuela del hogar rural”
se situaban a ocho kilómetros del centro de Santa Clara, y pertenecían a la
finca “San José del Caimital”. La construcción data de finales de la década del
30 a iniciativa de FBZ, al mando de la Jefatura del Ejército, sin embargo,
quién llevó a vías de hecho e impulsó su ejecución, fue el Teniente Coronel
Abelardo Gómez Gómez, Jefe del Regimiento N°3 “Leoncio Vidal”, de la entonces provincia
de Las Villas.
La primera
directora del plantel escolar fue Otilia Mena Gutiérrez, lo que llena la laguna
del por qué el pie de foto decía Hogar Infantil Campesino para niñas “Mena
Gutiérrez” Santa Clara. La directora dirigía un claustro compuesto por 28
profesoras. Las 28 enseñantes, así como las 300 alumnas, procedentes de toda
Cuba, disponían de dormitorios, y todas las comodidades y servicios para el
buen funcionamiento de la misma. La escuela era sostenida por el Estado. Las
alumnas recibían gratuitamente, los cursos escolares y el material de estudio,
el avituallamiento, los artículos de higiene y los servicios de salud. La
institución contaba con un médico, un dentista y una enfermera.
Teniendo en
cuenta que la escuela funcionaba como una institución de enseñanza que combinaba
la teoría y la práctica, y disponía de diferentes talleres, las alumnas exponían
sus trabajos prácticos durante la última semana de mayo. El programa de
materias comprendía Aritmética, Lenguaje, Ortografía, Caligrafía, Lectura,
Dibujo, Ciencias Naturales, Geografía, Historia, Cultura social e Instrucción
moral y Cívica. Las mejores graduadas podían optar por seguir estudiando como
normalistas y obtener el título de maestras rurales. Fue quizás, la abuela de las escuelas
vocacionales y de las escuelas en el campo construidas en la década del 70’ en
Cuba, evidentemente, salvando los años transcurridos.
Al hogar
infantil, emplazado a más de cien metros de la carretera, se llegaba después de
franquear una garita y recorrer el
extenso tramo de césped y jardines. El centro estaba compuesto de un edificio
frontal y otro posterior, ambos más elevados que los dos bloques rectangulares
situados a cada lado y comunicados todos por pasillos techados. Cada bloque
disponía de un patio y el conjunto de una plaza central. Las dos edificaciones
de los extremos alojaban las aulas y los dormitorios de las pupilas. En las
instalaciones frontales radicaban la dirección, la secretaría y los locales
pertenecientes a oficios y labores. La escuela disponía de su propia cocina y
refectorio. En el área posterior radicaban otras dependencias afines a la
escuela.
El edificio
disponía de unas 115 ventanas en sus fachadas exteriores, una puerta principal
situada entre dos columnas con sendas esculturas femeninas y otras dos puertas,
también en la fachada central, pero situadas en cada bloque de los extremos,
ambas situadas entre dos columnas decorativas, pudiendo haber llevado
inscripciones y en su parte superior, lámparas. Finalizando la década del 50’ el
hogar fue convertido en ESCUELA TECNOLÓGICA de Santa Clara. Años más tarde, el
centro fue remozado enteramente, y su fachada sufrió ciertas transformaciones.
Del pretil fueron bajadas las letras rotuladas. Las dos esculturas femeninas
fueron descendidas de sus pedestales, al desaparecer éstos, y situadas sobre
dos bases bajas. Las dos puertas frontales de los bloques fueron remplazadas
por ventanas y las columnas fueron eliminadas. Así mismo, el edificio frontal
perdió cuatro ventanas, dos en cada extremo, y en su lugar y ocupando los dos
niveles de fachada, fue incorporado un paño de pared compuesta por celosías
decorativas prefabricadas. De escuela tecnológica pasó a tecnológico, creo que
albergó durante muchos años a los jóvenes que se formaban como veterinarios, y
ya desde entonces se llamaba “Victoria de Santa Clara”.
Allí llegué
exhausto, después de haber pedaleado –a gusto!, desde el mismo centro de la
ciudad de Marta, una tarde de finales de noviembre, el sol abrazador y las
gotas de sudor haciendo ríos en mi cuerpo. Me presenté en la garita, que
también es (o era) sector de la PNR, y manifesté mi deseo de ver la escuela, de
tomar fotos para un estudio, y bla bla bla… La portera, de entrada me dijo que
no se me ocurriera hacer fotos, que la directora lo tenía prohibido, y que ella
no estaba dispuesta a perder su trabajo. Le expliqué y volví a explicar que
nada malo me llevaba allí, y no, y no y no, pero accedió a dejarme entrar
–esconde la cámara, no me busques problemas-me dijo, y fui a la puerta
principal, en busca del o de los responsables. Era viernes. Los estudiantes que
no salieron “de pase” hacían guardia vieja al mando de un profesor de guardia,
a su vez responsable del centro en ausencia de la dirección. Fue amable y
claro. Para hacer fotos tiene que traer una carta autorizada por “educación”. Y
como no valía la pena insistir, le agradecí la información y me fui como el
perro que tumbó la lata, con el rabo entre las patas.
Me hubiera
gustado fotografiar todo el jardín que a manera de paseo se extiende desde la
carretera al edificio, y el cantero denominado “mapificación”, que al principio
pensé que era alegórico a los municipios villaclareños, y luego me percaté que
era más bien un rincón a los mártires de la provincia, algunos nombres
desconocidos para mí. Palmas reales, arbustos cuidadosamente podados, arecas,
mangos y otras palmeras. Pero es mejor no buscarse problemas. El sol vigilaba
mis acciones. Volví a la garita, y la portera me dijo, vete, vete rápido, que
ese que viene por allí es el padre de la directora…, me imaginé un clan
familiar con el destino del tecnológico entre sus manos, y desde la carretera,
-desde allí nadie podía impedirme que tomara fotos, le hice al viejo hogar
infantil pintado de rosado y mostrando como perlas los quince tanques de
fibrocemento para almacenar agua, instalados sobre el edificio frontal,
grotescos y visibles desde cualquier lugar. Del otro lado de la carretera, una
graciosa vivienda me llamó la atención. Al decir de la portera, fue construida
en la misma época que el hogar, como casa de función, para el director o
directora de la escuela. Desgraciadamente no hice las fotos que quería, pero el
paseo, amén de sudoroso fue agradable y mucho más al retorno…©cAc-2019. El presente texto,
corregido, fue publicado originalmente en este mismo blog en el 2011.