martes, 22 de marzo de 2011

Brochazos color naranja o la folie orange

  
De una manera u otra, todos aquellos que han tenido en sus manos las riendas de la política, la economía y la sociedad en la ciudad del Bélico han dejado su traza para bien o para mal. Y cuando digo todos, me remonto al nacimiento de la República en 1902. Aplaudir o criticar, buen ejercicio que me encantaría profundizar en esta bitácora, y eso en función del tema y de la óptica desde la cual se observe el sujeto a discutir. El sujeto de hoy tiene que ver con el color naranja. Es el color del equipo de pelota villaclareño, “los naranjas”, que antes eran “azucareros”, que han sido campeones cuatro veces, aunque perdieran contra “industriales” en la temporada 2009-2010, y quedaran en segundo lugar. Pero repito, el sujeto no es la pelota, ni “los naranjas”, es simplemente el color anaranjado. Quienes han gobernado o dirigido la municipalidad y el gobierno provincial, en todas las épocas, algo han hecho, y de ese algo nos horrorizaremos más tarde. Los hubo impulsores de la demolición de la parroquial Mayor, que consintieran la construcción de un edificio “moderno” en el centro con un patrimonio urbano consolidado, que se encapricharan en hacer desaparecer el edificio del mercado, que cerraran el parque Vidal a la circulación, (se han cometido otros descalabros!), y ahora, la idea (capricho?, empecinamiento?, folie de grandeur?) ha sido de darle pintura naranja a todo lo que aguante pintura y brochazos. Me sorprendió ver Santa Clara maquillada con ese color, y me dio por preguntar, porque lo encontré chocante. Hubo en las respuestas, de todo, desde la reflexión seria hasta la broma y el chiste. Y hasta me dijeron que hubo que ponerle freno a la pintadera, porque la idea tenía como blanco ( y no de blanco, sino de naranja!) hasta la fachada del hotel Santa Clara. Idolatrar un equipo, nuestro equipo villaclareño, adorarlo, aplaudirlo, levantarlo en hombros si queda campeón, todo eso y más, me parece bien si no pasa los límites del fanatismo. Lo de pintar muros, fachadas, pórticos y otros lugares susceptibles de asimilar la preparación química me parece puro fanatismo. Ah, las torres del estadio?, très bien, tienen una cosa en común, incluso alguna que otra pared del recinto beisbolero, pero más allá, es otro descalabro, que por suerte, puede remediarse volviendo a pintar sobre lo pintado. Les dejo una muestra de “la explosión naranja” en la ciudad del Bélico. ©cAc.
  
  
  


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