Años atrás era normal ver en las calles de Santa Clara, un carro parqueado, ya fuera de día, ya fuera de noche, por unas horas o durante muchos días, quizás cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año…, y no pasaba nada. Carros aparcados “à la belle étoile”, frente a la casa de su propietario, disponibles en el momento que le apeteciera, y a la vista, porque “ojo del amo engorda el caballo”. Pero esos tiempos pasaron, y dejar un carro aparcado en la calle, incluso frente a la casa, es un riesgo y peor aún si se deja toda la noche…
…al amanecer, o no encuentra el carro donde lo dejó, o lo encuentra sin las cuatro gomas, o sin el parabrisas, y en el mejor de los casos, con todo pero robada la gasolina…
…y para ahorrarse esos dolores de cabeza, vale más construir un garaje, amén de otros riesgos, en la propia casa. Pero, construirlo dónde?, al frente?, a un lado o al otro de la casa? Pues no, dentro de la misma casa!, porque en el centro de la ciudad, rara es la vivienda que disponga de un verdadero espacio delantero para agrandarse o construir un garaje!
Y si para quienes insertan el garaje en la pieza que da al frente, es la solución a un problema, para el paisaje urbano es una aberración. Verdadera depredación urbana la que vemos día a día en Santa Clara. Los garajes nacen de la noche a la mañana, y casi siempre los fines de semana. Santa Clara ha sido mutilada desde tiempos inmemoriales, casi desde que se fundó. En principio, por las razones propias del desarrollo urbano, del progreso habitacional y de la necesidad de crear infraestructuras propias de un asentamiento humano. Luego, a cuenta gotas, comenzaron las deformaciones. La mutilación más triste e inapropiada fue la demolición del edificio que pudiera ser el blasón del patrimonio histórico-urbano de la ciudad: la iglesia parroquial Mayor en 1923. Luego vendrían otras mutilaciones que con un poco de reflexión y sin desatinos triunfalistas y de capricho, se hubieran atajado a tiempo. Salvar lo salvable de un patrimonio que aunque no sea, evidentemente, como el trinitario o el habanero, debe ser obra inmediata y no a largo plazo, porque lo que se vaya perdiendo, no volverá.
En la concepción de los garajes, el demoledor y constructor es el ocupante de la vivienda, que no respetará las regulaciones urbanas de Patrimonio, estará al tanto del paso de los inspectores, no escatimará en corromper a funcionarios débiles o pagará la multa y seguirá la marcha de su obra. Decía que los garajes aparecen de la noche a la mañana, y sobre todo los fines de semana, porque no hay riesgo de que pasen los inspectores. Dejo una muestra de algunas de esas viviendas santaclareñas cuyas fachadas han sido mutiladas para concebir un garaje, como decía, hay tela por donde cortar! ©cAc
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