Si hubo una esquina frecuentada en la ciudad del Bélico, es esta que les presento hoy. No puedo decirles qué hubo antes de ser espacio abierto, pero hemos de suponer que fue un comercio, ya fuera bodega, farmacia, tienda o carnicería. A lo mejor fue una vivienda que el deterioro llevó al derrumbe. La esquina fue proyectada como “área de televisión” para los vecinos que no teniendo uno en su casa, pudieran disfrutar de la programación de la televisión cubana y como sitio de reuniones. Corría la década del 70’. El televisor (un Krim 218 soviético) fue colocado en una especie de caja empotrada en la pared en el muro adosado a la casa que da por la calle Villuendas. Se construyó una especie de pódium para las reuniones, al que se accede (todavía existe) subiendo tres escalones y se colocaron bancos de cemento (granito pulido quizás?) para ver la televisión (demasiado duros para pasar una noche frente al televisor, no creen?), bancos que desaparecieron en una reciente remodelación de la esquina. No sé cuánto éxito tuvo esa esquina como espacio público para ver la televisión, ni como lugar de reuniones cederistas. El “parquecito” se convirtió en esa misma época, en el “parque de las permutas”, la permuta siendo la única forma de resolver una situación de habitabilidad familiar, de espacio, de uniones y divisiones, y el éxito para esta manifestación ciudadana cobró fuerza. Los permutantes se reunían todos los martes, y con ellos, los corredores de casas, suerte de intermediarios que ayudaban a encontrar el buen producto, y que fueron evolucionando, de manera ilegal como “agentes inmobiliarios”, pues entonces proponían, no solo casas para permutar, sino como pura y simple compra-venta, evidentemente, por debajo de la manga. El templo de las permutas en Cuba, y conocido como “la bolsa”, radicaba en el habanero Paseo del Prado. El parquecito de las permutas de Santa Clara era un niño de tetas al lado del habanero. La evolución de la legislación cubana en materia de vivienda ahogó aquel foro donde se forjó un lenguaje del permutante y que en mucho dio resultado a los que querían ampliarse o achicarse, unirse o separarse. La pared-pantalla fue pintada por un artista local, se construyeron dos canteros y se colocaron ocho bancos a la moda “empresa de comunales”, de esos que no llevan listones de madera, porque la gente no respeta el mobiliario público, y se roban las maderas. La casa contigua al “parquecito” con frente por San Miguel, se convirtió en “mitad tejas mitad placa”, de una casa surgieron tres (o cuatro?) y las más nuevas viviendas abrieron entrada, por el espacio público. Me da la impresión que quienes se sientan en esa esquina, en los bancos frente a las casas, lo están haciendo en un espacio “cuasi privado” y no público. Me pregunto si el hecho de no plantar sendos árboles de sombra está pensado con la idea de ahuyentar a la gente…Vivamente permutable! ©cAc
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