La
Habana es pródiga en guardavecinos, Madrid no deja de tenerlos como Paris tiene
los suyos. En la ciudad del Bélico, no hicieron furia en esos tiempos en que el
hierro se moldeaba a gusto por ferralleros hábiles. Pero los vecinos no escaparon
a la moda de interponer entre ellos, como lanzas belicosas, los guardianes del
espacio entre una y otra propiedad donde la cerca de púas, su pariente rural,
no tenía cabida. Llevaba tiempo interesado en inventariar todos los
guardavecinos de Santa Clara, y escribo todos así de manera absoluta porque
ese era mi propósito. A fuerza de empeño estuve a punto de lograrlo y digo a
punto porque no creo que haya podido. Estoy convenci do que alguno se me
escapó, pero lo importante es haberlos ubicado y disfrutado. De uno y otro lado de un guardavecino
historias no han de faltar, de rencillas, de envidias, de amores, y hasta de
crímenes pasionales que la reja abanicada fue incapaz de impedir. Yo me las
imaginé mientras fotografiaba el hierro herrumbroso y fatigado por el tiempo, a
veces observado por el vecino incrédulo, confundido, desconfiado, otras veces
amable, que se preguntaba que quería yo arrancarle a ese pedazo de hierro
siempre desnudo, mal amado. Me toca compartir
con mis vecinos de la blogosfera esos guardavecinos y créanme, sin la intención
de poner freno a que entren en mi espacio.
En Santa
Clara los guardavecinos están dispersos. Se ubican en el radio que suele
llamarse centro, es decir, en calles al interior de sus dos ríos, pero no
precisamente en el centro histórico, que para nuestra querida Bernadette sería,
« a dos pasos » del Parque Vidal. Calles de las primeras, como
Buenviaje, Luis Estévez, Cuba o Tristá no dan señas de haberlos tenido o quizá
desaparecieron, pero no lo creo. Los guardavecinos aparecieron en Santa Clara
en los años treinta y cuarenta del pasado siglo, cuando los propietarios
comenzaron a ampliar sus viviendas, para vivir más espaciosamente o para
convertirse en arrendatarios urbanos, época en que algunos se convirtieron en
casatenientes, y construyeron inmuebles con viviendas en bajos y altos, y la de
los altos, separadas por guardavecinos.
Guardavecinos
hay en Candelaria, Colón, Juan Bruno Zayas, Gloria, Maceo, Independencia, Padre
Chao, San Cristóbal, San Pablo, San Vicente, Villuendas y en el callejón del
Carmen. Aquí les muestro
algunos.
A este
edificio construido en San Cristóbal, en la década del cincuenta se le
incorporó un guardavecino que es único en la ciudad, adaptado a la línea del
inmueble que sin perder ese aire de abanico, se nos antoja una penca
protectora, en caso de que fabricaran un inmueble adosado. Los balcones entre
los apartamentos están separados por guardavecinos tradicionales (foto de la
derecha).
Éste,
situado en Juan Bruno Zayas, es un guardavecino atípico, formado por cinco
otros guardavecinos incorporados a una reja para impedir, a pedido de sus
dueños, el paso al pasillo lateral externo del que fuera cine Silva hoy
Cubanacán.
Me
resultó curioso el fondo de esta casa, que da por el callejón del Carmen, por
el exceso de rejas que no armonizan con los dos guardavecinos incorporados
sobre la tapia. Esa tapia no llevaba guardavecinos, y desgraciadamente deben
haber sido desmontados de su sitio original.
En la
misma calle puede apreciarse una reja de ventana incorporada a manara de
guardavecino, para separar dos espacios habitables de lo que fuera una sola
vivienda. Nótese que el « guardavecino » fue
incorporado en el medio de una puerta-ventana que daba al balcón.
Cuando
le pregunté a la propietaria si ella sabía de qué año eran las
« rejas » del balcón de su casa en la calle San Vicente, (rejas,
porque cada vez que pronunciaba « guardavecino » se quedaban
boquiabiertos !) me espetó, « desde tiempos inmemoriales », y
agregó, « y ahora mandé hacer otra para aquella esquina », lo que me
corroboró que sus « rejas » eran de nueva factura…
Fuera
del perímetro urbano no existieron inmuebles con guardavecinos. Lo que no
quiere decir que estén ausentes del paisaje, y lo evidencia esta reja elaborada
con cabillas finas y con poco gusto estético, que no separa del vecino, sino
que protege de posibles intrusos, bien lejos del centro, en esta casa a medio construir
en la carretera de Camajuaní. ©cAc
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