sábado, 25 de abril de 2009

Guardavecinos


La Habana es pródiga en guardavecinos, Madrid no deja de tenerlos como Paris tiene los suyos. En la ciudad del Bélico, no hicieron furia en esos tiempos en que el hierro se moldeaba a gusto por ferralleros hábiles. Pero los vecinos no escaparon a la moda de interponer entre ellos, como lanzas belicosas, los guardianes del espacio entre una y otra propiedad donde la cerca de púas, su pariente rural, no tenía cabida. Llevaba tiempo interesado en inventariar todos los guardavecinos de Santa Clara, y escribo todos así de manera absoluta porque ese era mi propósito. A fuerza de empeño estuve a punto de lograrlo y digo a punto porque no creo que haya podido. Estoy convencido que alguno se me escapó, pero lo importante es haberlos ubicado y disfrutado.  De uno y otro lado de un guardavecino historias no han de faltar, de rencillas, de envidias, de amores, y hasta de crímenes pasionales que la reja abanicada fue incapaz de impedir. Yo me las imaginé mientras fotografiaba el hierro herrumbroso y fatigado por el tiempo, a veces observado por el vecino incrédulo, confundido, desconfiado, otras veces amable, que se preguntaba que quería yo arrancarle a ese pedazo de hierro siempre desnudo, mal amado.  Me toca compartir con mis vecinos de la blogosfera esos guardavecinos y créanme, sin la intención de poner freno a que entren en mi espacio.
En Santa Clara los guardavecinos están dispersos. Se ubican en el radio que suele llamarse centro, es decir, en calles al interior de sus dos ríos, pero no precisamente en el centro histórico, que para nuestra querida Bernadette sería, « a dos pasos » del Parque Vidal. Calles de las primeras, como Buenviaje, Luis Estévez, Cuba o Tristá no dan señas de haberlos tenido o quizá desaparecieron, pero no lo creo. Los guardavecinos aparecieron en Santa Clara en los años treinta y cuarenta del pasado siglo, cuando los propietarios comenzaron a ampliar sus viviendas, para vivir más espaciosamente o para convertirse en arrendatarios urbanos, época en que algunos se convirtieron en casatenientes, y construyeron inmuebles con viviendas en bajos y altos, y la de los altos, separadas por guardavecinos.
Guardavecinos hay en Candelaria, Colón, Juan Bruno Zayas, Gloria, Maceo, Independencia, Padre Chao, San Cristóbal, San Pablo, San Vicente, Villuendas y en el callejón del Carmen. Aquí les muestro algunos.
A este edificio construido en San Cristóbal, en la década del cincuenta se le incorporó un guardavecino que es único en la ciudad, adaptado a la línea del inmueble que sin perder ese aire de abanico, se nos antoja una penca protectora, en caso de que fabricaran un inmueble adosado. Los balcones entre los apartamentos están separados por guardavecinos tradicionales (foto de la derecha). 

Éste, situado en Juan Bruno Zayas, es un guardavecino atípico, formado por cinco otros guardavecinos incorporados a una reja para impedir, a pedido de sus dueños, el paso al pasillo lateral externo del que fuera cine Silva hoy Cubanacán.


Me resultó curioso el fondo de esta casa, que da por el callejón del Carmen, por el exceso de rejas que no armonizan con los dos guardavecinos incorporados sobre la tapia. Esa tapia no llevaba guardavecinos, y desgraciadamente deben haber sido desmontados de su sitio original.


En la misma calle puede apreciarse una reja de ventana incorporada a manara de guardavecino, para separar dos espacios habitables de lo que fuera una sola vivienda. Nótese que el « guardavecino » fue incorporado en el medio de una puerta-ventana que daba al balcón.
Cuando le pregunté a la propietaria si ella sabía de qué año eran las « rejas » del balcón de su casa en la calle San Vicente, (rejas, porque cada vez que pronunciaba « guardavecino » se quedaban boquiabiertos !) me espetó, « desde tiempos inmemoriales », y agregó, « y ahora mandé hacer otra para aquella esquina », lo que me corroboró que sus « rejas » eran de nueva factura…

Fuera del perímetro urbano no existieron inmuebles con guardavecinos. Lo que no quiere decir que estén ausentes del paisaje, y lo evidencia esta reja elaborada con cabillas finas y con poco gusto estético, que no separa del vecino, sino que protege de posibles intrusos, bien lejos del centro, en esta casa a medio construir en la carretera de Camajuaní. ©cAc

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