Florido
no deja de ser uno de los hostales de
« charme » de la tricentenaria Santa Clara. Un trabajo tenaz que que
le valió a Angelito, su propietario, el premio provincial a la restauración y
conservación patrimonial. Reseñado en las más codiciadas guías para turistas,
el Florida es acogedor desde la calle misma. Una casa colonial construida en
1872, cuyos pisos fueron importados de Turquía en la primera década del XX, de
hermosas ventanas en su fachada, que como la puerta, destacan por su amplitud
coroda en arco y protegidas por rejas trabajadas en hierro forjado. Piezas
decoradas con buen gusto, muebles de estilo y objetos antiguos, en sus muros
cuelgan pinturas de la época española. Y
ni qué decir del patio sombreado que deja ver la aspereza marrón del tejado
criollo. Arecas, orquídeas, helechos y malangas lujuriosas hacen pensar que
descansa en una casa campestre de antaño, a tres cuadras del Parque Vidal y en
la calle que vio nacer a una figura emblemática de la instrucción en la villa
allá por el XVIII, la Maestra Nicolasa. Poco hay que decir, si disfrutamos la
sombra y el sol que estas fotos son capaces de dar.
El
hostal es renombrado por su pastelería y las copiosas comidas, tradicional,
exquisita, cuyos productos llegan frescos en la mañana en carretones como
antaño. ©cAc-2009
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