martes, 19 de marzo de 2013

El "América", rehabilitado, reconstruido o vuelto a construir?




De vuelta a la ciudad del Bélico en el otoño del 2012, pude constatar que el nuevo Hotel América ya era una realidad. Aún sin haberse terminado todas las instalaciones secundarias del hotel, el servicio de hospedaje ya había comenzado a funcionar y el turista llegado a la ciudad, siempre carente de oferta hotelera (que no quiere decir carencia de hostales y habitaciones de renta al turista), descubría un sitio de talla humana en el corazón urbano. La terraza aireada, a la que se accede desde el bar-cafetería, -que los empleados llaman “desayunador”, es agradable, tranquila, un sitio sin música delirante y gritona, y en el cual se puede beber, picar y conversar totalmente evadidos del bullicio de la calle Colón, y de la eterna cola de Coppelia. El hotel se confirma como refugio de los ciclo-turistas que pedalean por la Isla, y cuando queden terminadas las dos piscinas (una para grandes y otra para niños), será la atracción de turistas que viajan en familia y buscan reposo y confort en ámbito citadino. Es chico, -unas veinte habitaciones me dijeron-, es acogedor, y sus paredes, en corredores, recepción y habitaciones, muestran obras de pintores locales. El personal, cordial y atento. Cuando asistí invitado al “timbeque” ofrecido por el centro de patrimonio de la ciudad, el hotel puso a disposición del evento lo mejor de su cocina y pastelería, y de su coctelería. Esos detalles me conminaron a volver allí, innumerables veces, y deleitarme en compañía de buenos amigos y familia, de una fría cerveza local, lo mismo al final de una tarde calurosa que una fresca noche de nuestro cálido invierno. ©cAc-2013

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