Evidentemente, no me refiero a intervenciones foráneas de tipo « intervención militar norteamericana ». No. La palabra intervención tendrá aquí dos sentidos distintos, y ambas indisolubles a la historia del Hotel América. La primera intervención, fue aquella en la que las autoridades revolucionarias pusieron en las manos de un “interventor” la administración del hotel. La dicha intervención fue en los años 60’, nunca después de 1968, que fue el año en que el proceso intervencionista llegó a su término. No sé si, como en otros comercios intervenidos, el propietario del hotel quedó como empleado del mismo, pero creo haber escuchado que la familia, que ocupaba la tercera planta como vivienda, se mantuvo en la misma. No eran muchos los hoteles de la ciudad, y con las intervenciones, los mismos se convirtieron en cuarterías. Los propietarios eran expropiados, y los inquilinos se convertían en usufructuarios de la Reforma Urbana. No fue así en el América, que mantuvo su condición de hotel, y que mal que bien, siguió prestando servicios a los que pasaban por la ciudad y no podían hospedarse en el Santa Clara Libre o en el apartado Los Caneyes de reciente factura. El América fue convirtiéndose con los años en hotel paso y para resolver asuntos de índole privada. Y en ese ajetreo y “resolvedera” de problemas carnales, el hotel fue ajándose y deteriorándose, y como para esos momentos cruciales que no siempre duraban más de dos o tres horas, y aunque algunas parejas pasaran toda la noche, el establecimiento fue ganando en mala reputación. Al menos eso decía la gente de Santa Clara no ajena al chisme y al comadreo. Pues eso fue el Hotel América durante buena cantidad de años. Vecino colindante del Parque del Humor convertido en Parque Chaflán, a partir de la fecha en que muere el humorista en agosto de 1992, vecino frontal del Coppelia y a dos pasos de un hermoso inmueble convertido en cuartería. Y la segunda intervención? Más adelante la veremos. ©cAc-2013
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