Tiempo atrás cayó en mis manos una foto deteriorada por el tiempo. Una foto en blanco y negro, semejante a esas viejas post-card republicanas que mostraban parques, ciudades, escuelas y paisajes con un pie de foto no siempre legible. La que les presento, a la izquierda hubo de llevar un recuadro que decía más o menos así: HOGAR INFANTIL CAMPESINO PARA NIÑAS “MENA GUTIÉRREZ” SANTA CLARA, y fue tomada o impresa, o las dos cosas, por Foto Álvarez, supongo que un Studio fotográfico regional. Me rompía la cabeza queriendo ubicar en la ciudad aquella escuela para niñas, y me preguntaba a qué periodo republicano correspondía. Además estaba convencido que había pasado muchas veces frente al edificio, que aunque había sido construido bien alejado de la carretera, se imponía en el paisaje. Ahora bien, el edificio que yo recordaba, tiene cierto parecido, pero no estaba convencido que fuera el de la vieja foto. Para salir de dudas, decidí hacer el camino que me llevó al susodicho inmueble. Y era en efecto, el mismo que fotografiara Álvarez casi finalizando la década del 40’. El centro educativo fue construido en el tramo oeste de la carretera Central, un sector rural en el que se levantaban viviendas modestas y casas pertenecientes a fincas adyacentes. También en ese tramo de la carretera estaba el parque Cubanacán y el Casino Deportivo. La construcción original data del primer lustro de la década del 40’, lo que me hace pensar que fue edificado durante el cuatrienio presidencial de FBZ (1940-1944).
Al hogar infantil, emplazado a más de cien metros de la carretera, se llegaba después de franquear una garita y recorrer el extenso tramo de césped y jardines. El centro estaba compuesto de un edificio frontal y otro posterior, ambos más elevados que los dos bloques rectangulares situados a cada lado y comunicados todos por pasillos techados. Cada bloque disponía de un patio y el conjunto de una plaza central. Las dos edificaciones de los extremos alojaban las aulas y los dormitorios de las pupilas. En las instalaciones frontales radicaban la dirección, la secretaría y los locales pertenecientes a oficios y labores. La escuela disponía de su propia cocina y refectorio. En el área posterior radicaban otras dependencias afines a la escuela. El edificio disponía de unas 115 ventanas en sus fachadas exteriores, una puerta principal situada entre dos columnas con sendas esculturas femeninas y otras dos puertas, también en la fachada central, pero situadas en cada bloque de los extremos, ambas situadas entre dos columnas decorativas, pudiendo haber llevado inscripciones y en su parte superior, lámparas. En 1960, (quizás algunos años antes), el hogar fue convertido en ESCUELA TECNOLÓGICA de Santa Clara, y un año más tarde, el centro fue remozado enteramente, y su fachada sufrió ciertas transformaciones. Del pretil fueron bajadas las letras rotuladasLas dos esculturas femeninas fueron descendidas de sus pedestales, al desaparecer éstos, y situadas sobre dos bases bajas. Las dos puertas frontales de los bloques fueron remplazadas por ventanas y las columnas fueron eliminadas. Así mismo, el edificio frontal perdió cuatro ventanas, dos en cada extremo, y en su lugar y ocupando los dos niveles de fachada, fue incorporado un paño de pared compuesta por celosías decorativas prefabricadas. De escuela tecnológica pasó a tecnológico, creo que albergó durante muchos años a los jóvenes que se formaban como veterinarios, y ya desde entonces se llamaba “Victoria de Santa Clara”.
Allí llegué exhausto, después de haber pedaleado –a gusto!, desde el mismo centro de la ciudad de Marta, una tarde de finales de noviembre, el sol abrazador y las gotas de sudor haciendo ríos en mi cuerpo. Me presenté en la garita, que también es sector de la PNR, y manifesté mi deseo de ver la escuela, de tomar fotos para un estudio, y bla bla bla… La portera, de entrada me dijo que no se me ocurriera hacer fotos, que la directora lo tenía prohibido, y que ella no estaba dispuesta a perder su trabajo. Le expliqué y volví a explicar que nada malo me llevaba allí, y no, y no y no, pero accedió a dejarme entrar –esconde la cámara, no me busques problemas-me dijo, y fui a la puerta principal, en busca del o de los responsables. Era viernes. Los estudiantes que no salieron “de pase” hacían guardia vieja al mando de un profesor de guardia, a su vez responsable del centro en ausencia de la dirección. Fue amable y claro. Para hacer fotos tiene que traer una carta autorizada por “educación”. Y como no valía la pena insistir, le agradecí la información y me fui como el perro que tumbó la lata, con el rabo entre las patas. Me hubiera gustado fotografiar todo el jardín que a manera de paseo se extiende desde la carretera al edificio, y el cantero denominado “mapificación”, que al principio pensé que era alegórico a los municipios villaclareños, y luego me percaté que era más bien un rincón a los mártires de la provincia, algunos nombres desconocidos para mí. Palmas reales, arbustos cuidadosamente podados, arecas, mangos y otras palmeras. Pero es mejor no buscarse problemas. El sol vigilaba mis acciones. Volví a la garita, y la portera me dijo, vete, vete rápido, que ese que viene por allí es el padre de la directora…, me imaginé un clan familiar con el destino del tecnológico entre sus manos, y desde la carretera, -desde allí nadie podía impedirme que tomara fotos, le hice al viejo hogar infantil pintado de rosado y mostrando como perlas los quince tanques de fibrocemento para almacenar agua, instalados sobre el edificio frontal, grotescos y visibles desde cualquier lugar. Del otro lado de la carretera, una graciosa vivienda me llamó la atención. Al decir de la portera, fue construida en la misma época que el hogar, como casa de función, para el director o directora de la escuela. Desgraciadamente no hice las fotos que quería, pero el paseo, amén de sudoroso fue agradable y mucho más al retorno…©cAc-2011
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