Apenas yo caminaba cuando demolieron el Hotel Cataluña, y siento no haber
gateado hasta él para verlo antes de su desplome.
Como los otros inmuebles vecinos, el sitio fue manigual, solar mercedado y
como primera construcción, casa de familia, cuyo propietario no tardó en abrir
comercio por el buen lugar en que se había instalado. Corrían los primeros años
de la fundación y la casa de vivienda estaba justo a dos pasos de la todavía
polvorienta plaza Mayor. Cuando quedó terminada la parroquial Mayor en 1738, el
edificio le hizo sombra a la casa, pero no era la iglesia la construcción
vecina del frente. Adosado al lateral izquierdo de la parroquial, existía un
edificio a vocación comercial, cuyo frente de tres grandes puertas daba al
oeste. Con la demolición de la parroquial llevada a cabo en 1923, el Gran Hotel
Cataluña, de modestas líneas coloniales, quedó visible para todos los que
acudían a la plaza-parque, reorganizado y renovado en 1925 por el alcalde de la
ciudad, Méndez Peñate, proyecto conocido como «parque republicano».
Hasta la segunda mitad de la
década del 30’: Inmueble de dos niveles, con cubierta de tejas, cornisa con decorado de
molduras simples y en medio de la cornisa el cartel del hospedaje: Gran Hotel
Cataluña. El hotel ocupaba toda la planta alta y la mitad de la planta baja, en
la cual, a su derecha, dos puertas daban acceso a una cafetería. Una lámpara
entre las dos puertas y un pequeño cartel que anunciaba los cigarros Camels. La
puerta principal del inmueble daba acceso al salón-recibidor del Cataluña.
Cinco de las habitaciones del hotel daban a la plaza, con grandes
puertas-ventanas de persianas pequeñas y sencillo balcón de baranda en hierro
forjado. En la parte superior de las puertas-ventanas, tres lucetas de
cristales. Santa Clara bullía en esos años
republicanos, y los inmuebles alrededor del parque iban adoptando las nuevas
tendencias del urbanismo. El primer Gran Hotel Cataluña, anclado entre el
flamante Instituto de Segunda Enseñanza (1915) y el inmueble haciendo esquina
con Colón, había rehabilitado su fachada en los finales del siglo XIX, y fue
ese el aspecto que mantuvo hasta los finales de la segunda mitad de la década
del treinta. La rehabilitación de la esquina de Colón y Parque impulsó a los
propietarios del Cataluña a repensar una renovación del establecimiento, no
solo porque se imponían nuevas normas de confort sino porque el urbanismo se
implicaba en nuevas tendencias por tardías que fueran. Fue así como el inmueble
se regaló una nueva fachada mostrando la influencia del art déco, -ya en pleno
declive- en un ambiente puramente ecléctico.
Década del 40’: Vestido de un tardío
Art Déco, el edificio mostró la sobriedad reflejada incluso en su enseña
hotelera, que en lugar de acaparar como antaño casi toda la cornisa, fue
colocada sobre el muro en la puerta principal del inmueble : Hotel
Cataluña. Amplia puerta y sobre las falsas columnas, a cada lado, sendos
apliques. A la derecha se mantuvo el establecimiento gastronómico, con dos
nuevas puertas con cortinas de enrollar metálicas. Los balcones de baranda
fueron remplazados por balcones de cemento enterizos y las puertas-ventanas mantuvieron la
cristalería superior, no así la marquetería. Las persianas de las puertas
fueron sustituidas por marquetería con cristales, y la abertura se redujo, sin
que por ello se redujera la iluminación natural de las habitaciones. Ésta vez,
la cornisa queda imbricada al muro de la fachada que presenta formas
decorativas precisas, recuadros compuestos de triángulos y círculos fragmentados.
Los recuadros rectangulares de la fachada debajo de los balcones, eran molduras
de yeso desprovistas de decoración. En esta renovación, el estilo constructivo y quizás limitaciones en el costo de la obra, no
dieron cabida a la pertinencia de corredores con arcadas, si tenemos en cuenta
que ya estaba construido el neoclásico edificio del Instituto, y el edificio de
la esquina había crecido con un portal limitado.
Década del 50’ hasta su demolición: El aspecto constructivo
del edificio no cambió, y su línea Art Déco tampoco, aunque le fue incorporada
una marquesina, en un intento de minimizar la incidencia del sol y la rudeza
del clima. El agregado de la marquesina, sujeta a la fachada por tensores,
permitió la mantención de las dos ventanas de la recepción, abiertas, y se le
incorporó a cada una, una estructura en madera y cristal que a su vez permitía
una separación entre el exterior y el ambiente discreto del salón. Un detalle
del inmueble, -que todo parece indicar era rehabilitado con regularidad para
conservarlo y mejorar su aspecto, fue la renovación de las puertas-ventanas que
daban al parque. La marquetería y cristales fueron sustituidos por persianas, y
las puertas volvieron a abrir a toda su altura. El establecimiento situado en
los bajos a su derecha, que llegó a ocupar un lugar cimero en la gastronomía
santaclareña, incorporó su enseña encima de la marquesina y marcó la vida social
de la ciudad (durante algunos años, sobre la parte izquierda de la marquesina,
un enorme cartel anunciaba el bien cubano café “Pilón”) « La Nueva
Cubana ». La Confitería y Dulcería, propiedad de González Bello, ofrecía
una gama de servicios propios a una población que consumía delicadezas y
productos cubanos tradicionales, y a una clientela que alquilaba el establecimiento
para banquetes, fiestas de cumpleaños, bodas y bautizos. El establecimiento
también ofrecía servicios a otros lugares de la Isla y que le ordenara un
pedido. Si con la demolición de la parroquial llevada
a cabo en 1923, el edificio colonial, de líneas modestas, se desnudó a los ojos
de todos los que acudían a la plaza, otra demolición, la propia, dejó impávidos
a los que asistieron a la desaparición de los dos establecimientos. Cuarenta y
dos años después, correría la misma suerte que la parroquial, a diferencia que
el Padre Conyedo no vio su obra venirse abajo a golpe de mandarria, cosa que
pudo ver el propietario del hotel, que no soportó aquel descalabro, y como su
edificio, se desplomó para siempre ante el desamparo. ©cAc-2019
Esta crónica –ahora revisitada- fue publicada
anteriormente con el título Cataluña en Santa Clara, en este mismo blog, en
septiembre del 2009, utilizando
soportes visuales de archivos de colección, y fotos por su autor©cAc
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