La esquina que hoy conocemos como Parque & Tristá (Rafael Tristá), fue
en los primeros años de la fundación, la esquina desde donde comenzaba la calle
Paso Real del Río, yendo hacia el Oeste. La plaza era polvorienta. El terreno
mercedado sirvió primero para levantar una vivienda, que con los años fue
cambiando su aspecto, incluso además de vivienda, sirvió de comercio, pues ese
tramo de calle hasta la plaza, era conocido por las bodegas, menestrales y
otros negocios, como lo fuera la primera barbería del villorrio.
Hacia finales del siglo XIX, la finca urbana había evolucionado, y la
esquina mostraba un caserón con portal a la usanza colonial, con una caída de
agua bien pronunciada. El valor terreno del sitio no era desconocido por sus
propietarios, y la esquina devenida Plaza Mayor y Santa Clara (nombre de la
calle que precedió al de Tristá), era una dirección céntrica, en una plaza
donde se erguían en ese final de siglo, el Teatro La Caridad y la iglesia
Parroquial Mayor, y en los alrededores, numerosos comercios. La plaza era el
símbolo del ocio y el recreo provinciano. Las puertas del caserón colonial y el
pórtico de la iglesia se miraban mutuamente aunque las primeras recibieran
antes que la fachada del recinto religioso, la claridad del amanecer.
Al desgajarse Cuba como perla de la Corona española en 1898, y con el
advenimiento de la República en 1902, Santa Clara comenzó a desgajarse ella,
del letargo colonial. Alrededor de la Plaza Mayor, los inmuebles coloniales, rehabilitados
mayormente en el curso del siglo XIX, iban adoptando nuevas tendencias, quizás
tardías, en su comunión con la arquitectura.
En 1905, un año antes del término de la presidencia de Tomás Estrada Palma,
y presidido el ayuntamiento por Enrique del Cañal, la esquina santaclareña vió
levantarse el primer edificio neoclásico del corazón urbano de la ciudad. El
Banco Nacional de Cuba hizo del inmueble su sucursal en Santa Clara.
Dos años después, en 1907, durante la intervención norteamericana
(1906-1909), la sucursal del Banco Nacional de Cuba cedió el inmueble a un
banco estadounidense. The National City Bank of New York inscribió su nombre en
la parte superior de la fachada del edificio santaclareño.
The Royal Bank of Canada, que se llamó Merchants Bank al fundarse en 1864,
adoptó su nombre actual en 1901. En plena expansión al final del siglo XIX,
aprovechó el inicio de la era republicana de Cuba para instalarse en la Isla.
La implantación de una sucursal del banco en Santa Clara data de principios de
la primera década del siglo XX. Para entonces, el banco ocupaba la planta baja
del edificio en la esquina de Parque y Marta Abreu, teniendo como vecinos en la
planta alta, a la Cámara de Comercio de Santa Clara.
Con el cierre de la sucursal de The National City Bank of New York, el The
Royal Bank of Canada trasladó sus oficinas al elegante edificio de Parque y
Tristá.
Originalmente el edificio fue concebido como una planta cuadrada. Elegante
fachada neoclásica, con un soportal alto sostenido por ocho columnas de estilo
corintio. A cada lado de la puerta principal, apliques importados de Europa,
del mismo estilo de los que vemos en los bancos que surgieron en La Habana, o
los grandes bancos neoyorkinos o europeos.
El banco recibía iluminación natural y ventilación por sus cinco ventanas
dando a la calle Santa Clara, realzadas por pilastras y frontones triangulares.
Del lado derecho, un patio hacía de frontera con el edificio colindante, y
entre ambos inmuebles una verja en hierro forjado, y una puerta de acceso, tal
como todavía podemos apreciar.
Todo parece indicar que por necesidad de espacio, el banco se agrandó más
tarde, -antes de 1952-, pero mantuvo el estilo neoclásico inicial, así como la
verja, creando una especie de caja de luz y aire para las oficinas instaladas
de ese lado.
Gris desde su inauguración, dejó de serlo con la nacionalización de la
banca en 1961. The Royal Bank of Canada fue suprimido de la fachada justo
debajo del frontispicio, mezcla de templo griego y cornisa con balaustres.
El edificio, banco siempre, nacional y de Cuba, pero lejos de ser un banco
tradicional, se dedicaba a transacciones internas y de empresas. El inmueble
fue languideciendo con el paso de los años, y comenzó a cobrar actividad cuando
en 1983 abrió al público como una caja para depósitos y extracciones
pertenecientes al Banco Popular de Ahorro. Al cabo de veinte años, un cierre
temporal, algunos trabajos y pinturas, y un nuevo nombre en su fachada. En
amarillo oro sobre rojo, quedó inscrito el nombre del nuevo inquilino: Banco de
Crédito y Comercio, con licencia autorizada por el Banco Central de Cuba (BCC),
creado en 1997 y que sucediera al Banco Nacional de Cuba, fundado en 1948.
Sólida construcción, y por esa razón, columnas, volutas, rosetones,
estrágalos y hojas de acanto han sobrevivido a los abandonos, la humedad y a las
funestas rehabilitaciones. La escocia, el bocel y el bocel intermedio de las
columnas fueron realzados, como otros ornamentos del edificio, con los colores
que distinguen las sucursales de BANDEC.
La estructura general del inmueble se porta bien, -fue construido para que
durara-, es vivo por sus colores amarillo crema y rojo burdeos, pero si
escrutamos, podemos apreciar un cierto descuido (abandono, poco mantenimiento?)
por ejemplo, el pedazo que falta en el basamento superior, al lado de las
columnas del extremo izquierdo.
En alguna renovación posterior al 1959, el
banco perdió sus puertas y ventanas de madera originales para integrar aluminio
y vidrios que desgraciadamente atentan contra la estética y la elegancia del
edificio. Vecino del otrora Hotel Florida, -ahora en plena remodelación después
de tanto abandono y deterioro, pensamos que una vez terminada la obra, habrá
que sacudir el polvo de la fachada del banco y repensar en cómo darle el brío
con una renovación de su marquetería. Y habrá que educar (y multar
sustanciosamente) a los noctámbulos que vacían sus vejigas medio ocultos y
otros nada ocultos, detrás de sus columnas. El patrimonio urbano de Santa Clara
merece respeto, porque el patrimonio es de todos. ©cAc-2019.
Siempre me sorprende este como uno de los edificios que mejor se han conservado durante más de un siglo ya. Me pregunto cuál sería su color original. El gris parece llevarlo mejor que el amarillo. Esperemos que lo del Florida (Villa Clara) no tarde demasiado.
ResponderEliminarSaludos,
Michael
Hola Michael, rato sin tus comentarios ! Tu sorpresa siempre ha sido la de muchos, y yo pienso que, primero porque fue construído con deseos, solidez que lo hace vegetar sanamente, y que no es un inmueble dificil de pasarle la mano, a pesar del entra y sale porque es de servicio público. Durante muchos años yo diría que estuvo en hivernación. En efecto, que « mejor » se ha conservado, pero digamos mejor, porque no sufrió abandono, sin embargo sufrió rehabilitaciones catastróficas, como fue la pérdida de su marquetería original y otros elementos. Fue, como todos los inmuebles bancarios de esa época, gris, y creo que un estudio de color, volvería a señalar el gris como el que mejor lleva. Las obras del Hotel Florida, que abarcan mucho más que el edificio original del Florida y las ruinnas del teatro Villaclara, parece que avanzan al interior de la valla que la protege, la lentitud y reprogramación de las ejecuciones son cosa habitual en Cuba, a veces me digo, bueno, tarda, pero está en andas el proceso de rescate y conservación, y para lograr esa armonía que falta al centro de SC, es mejor pacientar, porque del lobo, un pelo ! Saludos cordiales, Michael. Carlos Alberto (cAc)
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