Releeyendo la
crónica Colón & Gloria, escrita en el 2009 para SantaclarabycAc, me pareció
interesante que a esta esquina santaclareña, se le siga conociendo con el
primer nombre que le dieran los poblanos, Gloria, (se rebautizó como calle
Leoncio Vidal) y Colón, que remplazó al de Isabel II, ambos cambios de nombre
realizados con el advenimiento de la República en el 1902.
La esquina de
marras, que en los primeros años de la fundación, era la esquina de Gloria y
San Juan Bautista, fue uno de los primeros solares mercedados en la villa, casi
al mismo tiempo en que fue ajustado el lote donde se levantaría posteriormente
la iglesia parroquial. Los propietarios del solar construyeron un casa enorme
de tabla de palma y techo de guano, y al desarrollarse el tejar mandado a
construir por el Padre Conyedo, la casa fue rehabilitada y el guano fue
remplazado por tejas. Sin embargo, la casa era húmeda y sombría, pues la
imponente parroquial la envolvía en un manto de sombra.
Con el transcurso
de los años, a lo largo del siglo XVIII, la finca urbana, además de inmueble de
vivienda, fue dividiéndose en lotes más pequeños que arrendaban los
propietarios a comerciantes interesados en la céntrica esquina, principalmente
las fachadas dando a San Juan Bautista. A finales del siglo
XIX, los propietarios decidieron ampliarse, sin suprimir el patio central, e
hicieron construir un primer nivel que dedicaron a recámaras, con
puertas-ventanas y un balcón corrido mirando al patio central. El comercio
situado en la misma esquina renovó la fachada y agregó una cornisa que ocultaba
las tejas. Todo el lote dedicado a comercio mantenía la colonial caída de agua
desde el fondo a la calle.
Los cambios
republicanos de 1902, trajeron consigo el primer cambio en la esquina, que pasó
de Gloria & San Juan Bautista, a Leoncio Vidal y Colón. Sobresalía detrás
de los comercios el nivel construido, y cuya pared pintada de amarillo viejo,
y dando al poniente, dejaba ver una
ventana estrecha pero muy alta, casi a la altura de la cornisa, que ocultaba la
cubierta de tejas. El Café Gloria, en la misma esquina, con puertas por las dos
calles, y El Malecón, una tienda que vendía confecciones, con dos puertas y
tres escaparates dando a la calle Colón, colocaron toldos para protegerse del
sol cuando al ser demolida la Parroquial Mayor en 1923, quedaron sin la sombra
que ésta les propiciaba. El proyecto de Parque Republicano que vió la luz en
1925 también impulsó cambios alrededor del corazón urbano de la ciudad. Al
terminar la década del veinte, y precisamente en el fatídico 1929, la esquina
de Gloria & Colón dejó de ser la esquina colonial de modestas fachadas con
cubiertas de tejas, para convertirse en un inmueble de líneas elegantes reflejo
del eclecticismo que marca a Santa Clara en ese principio de siglo. Inmueble
proyectado para acoger locales comerciales en su planta baja y apartamentos en
el primer nivel. En la azotea del edificio, hacia el fondo, una pieza desde la
cual se accedía a la misma.
El viejo Café Gloria se convirtió en « El
Artesano » y tuvo como vecino una conocida papelería que vendía periódicos
y libros. Tanto el Café como la papelería mantuvieron durante toda la etapa
republicana y hasta el final de la década del 50, los tradicionales toldos
rayados que tanto bien hacen a los comercios en los países con climas como el
nuestro. Época de neones y anuncios, la fachada del inmueble por la calle Colón
daba publicidad, entre otros carteles anunciadores, al Cinzano, y a la
legendaria revista Bohemia. Los toldos y los anuncios desaparecieron en ese
comienzo de aires revolucionarios. Pienso que los toldos no desaparecieron por
contrarrevolucionarios, sino porque la falta de renovación los llevó a morir
como flequillos, y por la desaparición de empresas que se dedicaban a su
fabricación y montaje. La papelería mutó en librería a parte entera, con sus
anaqueles llenos de libros de la editorial « Huracán » (habían otras
ciertamente). El Artesano fue languideciendo y de Café se convirtió en una
cafetería del tipo « sírvase usted ». Tengo una vaga idea de esta
renovación, que debe haber sido en los 70’, recuerdo el « Qué bien »
anunciado en la fachada por Colón. Pero menos vago es mi recuerdo de los panes
con cocreta que vendían, un pan redondo pequeño, seco, con una croqueta de «
carne de embutido », que se pegaba al cielo de la boca, y trabajo costaba para que
descendiera, pues no siempre había la guachipupa de fresa, también conocida
como « líquido de freno » cuando en vez de roja era de color ámbar con cierto
parecido a la materva, pero cuidado, ni remotamente ! Quizás por Qué Mal, el
Qué Bien también dejó de existir, y para recordar épocas pasadas, alguien
rebautizó el restaurant habilitado como « El Nuevo Artesano »,
cerrado, abierto, cerrado y vuelto a abrir, siempre destacando su pertenencia a
categorías indefinibles, sus ofertas de restaurant mediocre y un Reservado, bar
poco iluminado pero nada reservado. Noventa años después de su construcción, el
inmueble ecléctico con componentes platerescos sigue siendo viviendas
(incluyendo una Casa Hostal en uno de los apartamentos), con ocho balcones por
las dos calles y uno en la misma esquina del edificio, maquillado, vuelto a maquillar, rehabilitado
en época de renovación urbana por fechas a recordar, y salvo las puertas de la
librería « Pepe Medina », las del restaurant fueron reemplazadas por
ventanas tropicalizadas, y pocos quedan de los vidrios de opalina verdes
veteados de las lucetas. Un edificio con elementos de marquetería poco comunes
y una cornisa pieza clave en la majestuosidad de la esquina. Dentro de diez
años, el edificio será centenario. Esperemos que un toque de conservación nos
lo regale como nuevo para sentirnos orgullosos de la conocida esquina
villaclareña, donde comienza la tradicional Verbena de la calle Gloria..
©cAc-2019
Esta crónica, revisada y reescrita, fue publicada en este mismo blog en
septiembre del 2009, utilizando soportes visuales de archivos de colección, y
fotos por su autor©cAc
Muy bonito Edificio, cuanta historia y cuanta investigacion mi amigo no tenia ni la mas minima idea, muy interesante y ojala que lo restauren pues es muy bella construccion
ResponderEliminarHola Ignacio, veo que sigues descubriendo sitios e historia. Globalmente, el edificio, visto desde el exterior da una buena imagen, pero como dice el proverbio, no es oro todo lo que brilla, y tampoco brilla, digamos, que si escrutamos bien, está maquillado, necesita una restauración a fondo, sin que la aplicación de normas y nuevos conceptos de confort, dañen su estética. No sé si los interiores del edificio están mantenidos, yo supongo que sí, porque los inquilinos si son los proprietarios velan por sus intereses. Por otro lado, creo que rentan habitaciones para hospedaje, y eso es sinónimo de atención. Los establecimientos (café-bar-rest y la librería necesitan un estudio por arquitectos de interior, ah, en los bajos por Gloria, hay un puesto de ventas de palomitas de maíz, y locales que pertenecen al rest, pero todo un poco descuidado. cAc
ResponderEliminarHola Ignacio.muchas gracias por su narrativa.en lo personal creo k ese edificio es una belleza y la esquina imponente,magestuosa y con esa historia k lleva a sus espaldas se merece el respeto de los santaclarenos k tanto hemos deleitado esa edificacion.gracias.espero algun dia disfrutar de esas vistas panoramicas de nuestra ciudad desde sus balcones.🇨🇺
ResponderEliminarHola comentador o comentadora desconocido/a (Unknown), el autor de la crónica no es Ignacio, Ignacio es un seguidor del Blog, el autor es cAc (santaclarabycac.blogspot.com). En efecto, la esquina, globalmente, y el edificio en particular, merecen cuidarse y mantenerse, porque son parte del patrimonio de la ciudad. Gracias por la lectura y el comentario. Saludos, cAc.
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