martes, 19 de noviembre de 2019

La Ceibita, sitio histórico de Santa Clara


La Ceibita, sitio histórico de Santa Clara

El tamarindo que se alza en el Parque del Carmen, abrazado por el monumento a las familias fundadoras de Santa Clara, representa el centro fundacional de la tricentenaria villa. Una cubanísima ceiba fue el árbol elegido por el Club Juan Bruno Zayas para señalar y no olvidar el lugar por donde los mambises entraron a Santa Clara el último día de aquel año 1898, que marcó el fin del colonialismo español en la Isla.
Ese 31 de diciembre, el joven general del Ejército Libertador, José de Jesús Monteagudo, al mando de una división de fuerzas insurrectas, cortó la alambrada con la cual las fuerzas españolas intentaban proteger la ciudad. Terreno “sabanoso”, polvoriento y “amaniguado” aquel al oeste de la ciudad que viera entrar a los libertadores. Y “Libertadores” nombraron los villaclareños al camino viniendo de los arrabales del sur y que desembocaba en la prolongación de la calle Calvario, y que en dirección al centro fue bautizada como avenida de la Libertad, nombre que precedió al actual.
Casi dos años más tarde, en noviembre del 1900, -siendo alcalde municipal José M. Berenguer y Sed, en la confluencia del camino bien nombrado como calle de los libertadores, y la calle del Calvario, los miembros del Club Revolucionario Juan Bruno Zayas y de la sociedad Liceo de Villaclara, acordaron plantar un árbol que recordara la entrada de los mambises, que ha golpe de machete habían cortado la alambrada construida por los españoles para impedir la llegada de los insurrectos a la capital villaclareña. El árbol en cuestión, fue una ceiba. Una ceiba joven plantada en un redondel de tierra, destinada a crecer protegida por una reja de hierro de cuatro lados sostenida por cuatro columnas bajas. El Club Revolucionario, además de plantar la ceiba, agregó una tarja para recordar la plantación y el corte de la alambrada por los insurrectos. La tarja, iniciativa del Liceo, hacía parte de un proyecto de organización urbana entre el sitio donde acababa de ser plantada la ceiba y el puente “El Gallego”, construido sobre el río Bélico. El paseo arbolado nunca llegó a realizarse, sin embargo, el tramo vial desde el monumento hasta su comienzo en la esquina de la plaza y la calle Weyler fue rebautizado como avenida de la Libertad. Contaba mi abuela, -esposa y cuñada de mambises[1], que saliendo de la plaza, reunidos frente al ayuntamiento, santaclareños y veteranos de la guerra de independencia, caminaban unidos hasta el monumento, en recordación de la épica gesta. La cesación del coloniaje y posteriormente la fundación de la República en 1902, habían consolidado el patriotismo de los cubanos.
Conviene anotar que en los primeros años de la República, y luego de la desaparición física de Marta Abreu, la calle del Calvario, rebautizada avenida de la Libertad, -por acuerdo del ayuntamiento, le fue oficializado el nombre de la patricia villaclareña.
La terminación de la carretera Central (CN n°1) entre las ciudades de Matanzas y Santa Clara, el 25 de mayo de 1930, alteró el eje vial que saliendo de la plaza se extendía hacia el Oeste. La calle Marta Abreu quedó seccionada, el primer tramo hasta el desaparecido puente del Gallego, reconstruido durante la ejecución de la CN n°1, y el segundo tramo, conocido como Prolongación de Marta Abreu, doscientos metros después de La Ceibita, y que se adentra en el reparto Virginia.
Los trabajos de la carretera Central no afectaron al cuadrilátero que protegía a la ceiba, y así se mantuvo durante diecisiete años.
El modesto monumento quedó pegado a la carretera por su senda sur en dirección al Oriente, y nada más razonable, -tratándose de una vía destinada a ser el camino principal y el más moderno, de una punta a otra de la Isla, de elevar el valor monumental del sitio. En 1947, por iniciativa del entonces alcalde de Santa Clara, Juan Artiles López, el monumento fue rehabilitado y remozado. Con la renovación se aprovechó entonces todo el redondel de tierra, construyéndosele un muro enchapado con piedras, a manera de cimiento y a manera de banco, profundo como para poder sentarse y descansar, y encima un muro más estrecho sobre el cual fue instalada una reja de hierro forjado, -muy parecida a la utilizada en la protección original, empalmada a siete columnas, dos de las cuales sirviendo de acceso al interior del monumento, provisto ésta vez de una verja de hierro, y dando a la carretera Central. Originalmente no se le concibió iluminación utilizando lámparas, pero sí un asta suficientemente alta como para que la bandera cubana pudiera ondear sin trabas. En la acera al exterior del carrusel, fueron colocados bancos, cuyo asiento era de granito.
Delante de la ceiba, y con frente a la carretera, fue colocado un segundo monumento, a la memoria del general José de Jesús Monteagudo, cuyo rostro esculpido en bronce es de la autoría de la reconocida artista cubana, Rita Longa. El mambí da la espalda al otrora camino como si siempre estuviera entrando en Santa Clara para hacer huir a sus opresores. La talla está incorporada sobre un muro delgado en cuya base fueron colocadas, la tarja del monumento primitivo y aquella que marca la restauración hecha en 1947.
El sitio de La Ceibita, que fuera un día suburbano, y más tarde paso obligado al atravesar la isla y por ende atravesar la ciudad, ha visto pasar todos los periodos republicanos e históricos de la Isla. Hoy día, el monumento vegeta mientras los que pasan, lo hacen en una sola dirección. La trama vial ha sido transformada, aunque no tanto el paisaje urbano. Menos visible, y de cierta manera, más abandonado. Y no es que me aferre a detallar siempre problemáticas que tienen que ver con el patrimonio, es que si no se atienden, se convierten en un verdadero problema, a la vista y conocimiento de todos, pero sin reclamo ciudadano. La ceiba estaba destinada a crecer, y creció hasta convertirse en el hermoso árbol que marca la ruta de los Libertadores. Evidentemente, los muros podían ser el blanco del progreso de las raíces, que en una ceiba son de talla importante. Una fisura es visible en la parte izquierda del muro en sus dos niveles. El asta para la bandera, desapareció, (por qué fue suprimida el asta?) como desaparecieron los bancos exteriores (a quién podía molestar los bancos?). En una época no lejana fueron incorporados faroles colgados de brazos introducidos por perforación en los cinco muros que sostienen las rejas. La verja de entrada en hierro no tiene seguridad, -un candado es suficiente y no arruina el presupuesto de la ciudad. A la verja de entrada le falta un elemento inferior. Sobre el rostro del patriota quedan manchas de la última pintura (cal blanca?) que le dieron al monumento. No creo que se haya hecho un estudio a profundidad de la iluminación adecuada para un sitio en el que prevalece lo natural, y donde no era necesario incorporar farolas. Actualmente no queda un solo farol colgado, y los brazos no son más que un elemento que afea al monumento. Si observamos además, el estado de limpieza del sitio, y me refiero al interior de los muros, nos percatamos que existe abandono, en gran medida por la falta de civismo ciudadano. Mucha gente, -y me refiero a los que tiran bolsas con desechos,  confunden un lugar histórico con basurero. Siendo la ceiba un árbol esencial en los rituales del panteón Yoruba, se puede encontrar a los pies de nuestro árbol en cuestión, ofrendas y atributos de la santería. No es basura evidentemente, pero tratándose de un sitio público y normalmente cerrado, no debería ser utilizado para depositar esas ofrendas. En mi opinión, la fe no debe tener barreras, entonces, por qué no caminar lejos, con fe, y depositar en otras ceibas las susodichas ofrendas?  En resumen, hay un abandono que puede ser solucionado, educando, emplazando a esas personas a llenarse de civismo ciudadano y respeto a si mismo, multando a los infractores, y el abandono que puede resolverse con el mantenimiento y la conservación periódica. Qué piensan las autoridades de patrimonio, los historiadores y las autoridades que dirigen la ciudad, el municipio y la provincia? El patrimonio es de todos y la memoria histórica no puede echarse a menos.  ©cAc-2019
Esta crónica que pretende recordar un monumento y a un patriota, fue publicada en este mismo blog en febrero del 2010, utilizando soportes visuales de archivos de colección, y fotos tomadas en el 2009, por su autor©cAc


[1] Gonzalo y Alfredo Casanova Rojas

No hay comentarios:

Publicar un comentario